Capítulo 8: Celos

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—¿Cuáles son tus intenciones? —Me preguntó Mafe mientras me miraba tomar mi café.

—¿De qué hablas?

—¿Cuáles son tus intenciones con Valeria Castro?

—No tengo intenciones con ella.

—¿Ah no? —Mafe casi me fusila con su mirada —¿Entonces por qué andas con ella de arriba para abajo? La llevas a la universidad, van de compras, hacen pizza juntas... Toda una pareja.

—Solo son situaciones que pasan, Mafe, no por eso voy a volver con ella. —Solté un suspiro al ver la ceja levantada de mi amiga.

—Sabes que no me voy a interponer en tus decisiones, pero quiero que pienses muy bien las cosas. —Rodé los ojos y tomé un sorbo de mi café.

—No tengo nada que pensar porque no va a pasar nada.

—Claro, si tu lo dices. —Mafe dio por terminada la conversación y siguió bebiendo su café. —¿Con quién tanto hablas?

Solté una pequeña risa mientras apagaba mi celular y volvía a mirar a la tóxica de mi mejor amiga.

—Estaba confirmando una cita.

—¿Con algún doctor?

—Para tener sexo. —Mafe se atragantó ante mí respuesta y yo solo pude reír mientras la veía casi muriendo.

—¡Avisa que vas a decir algo así, Jesús! —Mafe colocó una mano en su pecho mientras que con la otra se abanicaba. —Ahora dame detalles.

—Es solo una amiga que no veo hace tiempo, nos tenemos ganas y hoy tengo casa sola.

—¿Vas a tener sexo con otra en la casa de tu ex?

—Oye si lo dices así..  sí.

—¡Que ovarios, diablos!

—¿Por qué? Pago mi estadía y comida, puedo llevarme a quien quiera a mi cuarto.

—Bueno, bueno, señorita. Espero que la pases bien, te hacía falta un buen polvo.  —Mafe bebió tranquilamente de su café mientras yo ocultaba mi sonrojado rostro de las miradas de algunas personas cercanas.

—Te odio. —Susurré sacándole el dedo medio haciéndola reír.

Valeria Castro.

El silencio de mi casa me causaba cierta paz, suspiré dejando mis llaves donde siempre pero un precioso auto negro llamó mi atención. ¿Sofía estaba aquí? Dejé de mirar el auto cuando escuché el ruido de las escaleras ser pisadas.

—Espero verte pronto. —Dijo una chica pelinegra sonriéndole a Sofía quien... ¡Santa Madre de Dios! Estaba solo con sostén y pantalones. ¿Qué putas? —¿Qué hacía ella así vestida cuando tenía visita? ¿Por qué su cabello estaba revuelto, sus mejillas algo sonrojadas y sus...

Alto...

¿Mejillas sonrojadas? Sofía nunca tiene las mejillas así a menos que el sol esté muy fuerte o... O haya tenido sexo.

¡¿Ella tuvo sexo en mi casa?!

—Yo también digo lo mismo. —Contestó mi ex con esa sonrisita pícara que tan bien le conozco. Idiota. Carraspeé para llamar su atención y casi suelto una risa al ver su rostro sorprendido. —¿Valeria?

—La misma que canta y baila. —Me crucé de brazos y miré a la pelinegra que estaba junto a Sofía, ella al parecer captó mi mirada porque aclaró su garganta y habló.

—Ella es Angie, una buena amiga.

—Ya veo...

—Bueno, ya es hora de que me vaya. —La chica sonrió con algo de incomodidad y caminó a la salida seguida de mi ex.

—¿Segura que no quieres que te lleve? —Preguntó Sofía y yo volví a rodar los ojos. ¿No podía irse ya?

—No te preocupes, debo ir con mi madre a hacer unas compras. Enserio espero verte pronto. —La muy descarada se atrevió a darle un beso y yo apreté mis puños.

Sofía cerró la puerta con una sonrisa de imbécil en su rostro y eso solo logró aumentar mi ira.

—¿Vas a quedarte ahí parada? —Comentó algo burlona y yo solo miré su torso desnudo, tenía un cuerpo de infarto, pero rápidamente recordé porqué se encontraba casi desnuda y solté un comentario sin querer.

—Al parecer la pasaste bien estando sola. —Solté con algo de ira. ¿Qué me pasaba? ¿Estaba teniendo un ataque de celos? Sofía me miró algo desconcertada pero después solo sonrió.

—Sí, si la pasé bien.

Hija de puta.

—Que poca vergüenza tienes.

—¿Vergüenza?

—¿No podías pagarle un hotel?

—Obviamente podría, pero me agrada la comodidad de mi cama. —Sofía se fue acercando a mi y mis argumentos se acababan porque solo podía pensar en lo bien definido que está su cuerpo —Mis ojos están arriba. —Sofía tomó mi mentón y me obligó a mirar sus perfectos ojos azules.

—¿Enserio? Pensé que los tenias en las plantas de los pies —Reaccioné, un poco tarde, pero lo logré.

—Puedo tenerlos en la espalda pero aún así vas a mirarme el abdomen. —Sofía sonrió triunfante. La maldita sabía lo que tenía.

Esa tonta empezó a subir las escaleras y me dejó con la palabra en la boca. ¿Quién se creía? Empecé a seguirla escaleras arriba y entré a su habitación. Cerré los ojos con frustración ante la evidencia de que había pasado de todo en esa cama.

—¿Qué se te ofrece? —La idiota esa se sentó en su escritorio y me miró.

—Si mamá se entera que trajiste gentuza a dormir contigo, se va a enojar.

—Precisamente por eso la traje cuando no había nadie. —Contestó la muy descarada mientras sonreía. Sentía mi sangre hervir, apreté mis puños y acorralé a la tonta esa en la silla, me incliné para ver fijamente esos azules ojos y respiré hondo.

—No vuelvas a hacer eso.

—¿Por qué no? Puedo traer a quien quiera, esta también es mi casa... temporalmente. —Dijo en voz baja mientras yo solo miraba sus ojos y su boca. —¿Tanto te molesta?

—Sí.

—Eso es que estás celosa.

—Ya quisieras que yo esté celosa. —Rodé los ojos y contuve la respiración cuando Sofía se acercó más.

—Se te nota en la cara que querías ocupar el lugar de ella. —Susurró bajando su mirada a mis labios. —Quieres ser tu la que destienda mi cama así. —Susurró nuevamente pero sus labios se dirigieron a mi oído. Tuve que contener el temblor.

Cuando iba a abrir mi boca para contestar, una llamada entrante interrumpió el momento. Sofía se alejó de mi y contestó esa estúpida llamada como si nada. Maldita.
Decidí salir de esa habitación del demonio y me dirigí a la mía; sentía la cara caliente y la respiración agitada.

Me excitaba, no iba a negar lo innegable.

Sofía sabía jugar sus cartas, pero había olvidado que yo era mejor jugadora.
La haría entrar a mi cama primero y...

Miré mi celular que estaba sonando y abrí mis ojos al recordar que tenía novia.

Mierda, eso iba a ser un problema.

Salto de Fe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora