♡《 Capítulo 20》♡

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♡《 Capítulo 20》♡

Arderán bajo el fuego del infierno.

Angela se mordió el labio mientras venía por... ya ni ella contaba las veces que Aedus se había acostado con ella. Saco su rostro que estaba escondido bajo las colchas y se aproximo a su boca para plantar un beso cálido.

Aedus se levantó de la cama desnudo y buscó una bandeja de plata de donde había estado agarrando comida. El cuerpo de él ancho en los hombros, se adelgazaba a medida que llegaba a las caderas. Tenía un precioso culo, eso pensaba la rubia. Se comió unas uvas bebiéndose un vino y dándole una última mordida a un emparedado.

Tomó sus pantalones y se puso la camisa como podía porque Ángela se le colgaba para que no la soltara -No te vayas- dijo suave y él sonrió besándole la frente.

-Tengo que irme antes de que alguien me vea- era de madrugada y últimamente venía a sacar al marqués para ir a las mesa de apuestas que se había convertido el salón para fumadores. Angela no le ponía problema, fue su idea y Aedus no le gustaba perder dinero allí, pero lo hacía porque al final el marqués le pedía que se quedara y emborrachandolo, demás. Se escabulle a la habitación de su hermana que lo esperaba como una gatita, de ojos fieros y mirada lasciva.

Ella ya tenía listo todo cuando llegaba.

Él se tomó en serio lo que nunca hizo en su matrimonio. La quería embarazar a como diera lugar.

Luz y sombra ya hasta lo conocían muy bien. Se restregaba en las piernas de Aedus, zigzagueaba y maullaba suave para que las acariciara. Lo hacía de buena gana y se sentía un poco mal porque tenía que dejar de jugar con ellas para dedicarle su atención a su hermana que también esperaba su atención.

Se metió las botas en los pies jalando rápido y se rió cuando la mucama ya empezaba a tocar la puerta -¿Está despierta, marquesa?

-Vete, Lucrezia- le tapó la boca a su hermano que se andaba riendo. -Tengo un terrible sueño... vuelve más tarde. Su hermana se puso el camisón y cuando él metió la cabeza detrás de su oreja para susurrarle obscenidades, ya podía olerse a sí mismo en ella. Ambos tenían una mezcla de humor que consistía: en sus perfumes, olor natural y sudor, de tanto hacer el amor.

-Si, mi señora- escuchó cómo se marchaba y Aedus tomó su cinturón dándole un azote a su preciosa rubia. Brincó suave y mi miro divertido.

Los besos picantes le encantaban, se corretearon un rato y él después de plantarle sus besos calientes metiendo sus manos bajo el camisón de ella y sobar sus muslos. La dejó tranquila.

Sacó de su saco un brazalete-lo he visto y pensado en ti - se lo acomodo en la muñeca donde la gran masa plateada tenía incrustada un sin número de piedras preciosas.

-Es muy lindo- tomó entre sus manos las mejillas y beso aquellos labios finos de su hermano. -gracias.

Él se escabulló hecho girones. Su sonrisa no podía quitársela nadie. Ella era toda suya, la añoranza se disparaba solo al pensar en ella.

Angela se arregló, se colocó un vestido recatado para que Gaspar no tuviera ganas de hacer nada con ella. Aunque no lo creía posible porque le pidió a su hermano que invitara mujeres muy hermosas para mantenerlo entretenido y funcionó. Ya cada noche tenía una diferente que veía salir con sus ropas en las manos y le daba una reverencia a la marquesa todas las mañanas. La chica se rio. Una persona que no parecía muy contenta con ver a su amado juguetear con otras era Beth. La rubia la entendió, después de todo si veía a Aedus con otra estaría furiosa.

La chica iría hoy al ducado para ver a su amiga. Se sentía mal por ella, se notaba que le encantaba su hermano. Era una lástima que fuese Angela quien llenaba su corazón y él la llenaba a ella. De muchas maneras. Se rió.

LimerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora