Cosas que nunca I [Pausada]

2 -"Capacidad de superar."

Lo más auténtico que tenemos es nuestra capacidad de crear, de superar, de soportar, de transformar, de amar y de ser más grandes que nuestro sufrimiento. -Ben Okri.

Emma

Decido mirar a todos los alumnos quienes me rodean. Todo a mi alrededor se tensa. Mis piernas comienzan a flaquear y la presión invade mi pecho. Es como si todas las miradas fueran agujas que me quieren hacer daño. Siento todas las miradas encima de mí. Esa sensación conocida una vez por mí, vuelve a cubrirme como una nube oscura; la ansiedad. Intento respirar, pero no puedo, todo el aire se queda atascado. Y lo que me pide mi subconsciente es respirar tan hondo como un bostezo que llega a todas partes. Sin embargo, no puedo. Comienzo a sentirme un poco aturdida.
Esto de ser el centro de atención no me ha gustado nunca.

—Emma —susurra la voz de Mary a mis espaldas.

Giro para verla ella está usando sus lentes redondos de siempre. Su cabello corto negro combina perfectamente con su ropa y su pálido rostro. La miro a los ojos intentando comunicarle mi situación. Ahora todos los murmullos se han detenido. Y como si nuestras miradas hablarán entre sí, ella toma mi mano y me hala para sacarme de el tumulto de alumnos.

Caminamos entre los pasillos, yo llevo mi cabeza baja pues estoy segura de que llamo la atención de todos. A cada paso que doy la vergüenza aumenta. Mi cabello cubre un costado de mi rostro.
Lo único que se me ocurre es mirar mis zapatos para concentrar mi cerebro en algo. Sigo intentando seguirle el paso a Mary hasta que veo césped bajo mis pies.

Mary se detiene y suelta mi mano. Pero yo no me atrevo a levantar mi cabeza.

—Hey Emma. Aquí no hay nadie —habla conociendo mi situación.

Levanto con cuidado mi cabeza y reviso cada rincón del patio trasero con mi mirada. Al asegurarme de que no hay nadie, como dice Mary, me siento aliviada. Camino hacia el banco más cerca y respiro profundamente.

—Oye Mary, gracias. —La miro y ella me sonríe tiernamente. Me siento en el banco y Mary se sienta a mi lado.

—Para eso estamos —expresa de forma sincera—. ¿Ya estás mejor?

Sé que se refiere a mi leve falta de aire.
Miro tímida al suelo cuando los recuerdos se hacen presentes mi mente. En una etapa de mi vida tuve tanto estrés y preocupaciones que surgió esa nueva sensación que afectó un poco mi sistema nervioso. Llegué al punto de pensar que estaba enferma, pero no. En una visita al doctor de conté como sentía que no respiraba profundo, y que mi corazón latía muy rápido a veces. Él solo sonrió con comprensión, me comentó que sería bueno visitar el psicólogo, pero no lo hice. Busqué una manera de hacerme sentir mejor. Solo tuve un pensamiento: "No te preocupes Emma, verás que dentro de unos días, cuando menos los esperes te sentirás mejor. Cuando mires hacia atrás, tendrás la satisfacción de que superarse un nuevo reto".

Claro, aunque a veces tengo mis recaídas, no permito que me afecte hasta tal punto que pueda deprimirme. Pongo todas mis fuerzas, y deseos en salir adelante. Mi familia no sabe de esto, pues no quiero preocuparlos. He enfrentado esto yo sola.

—No —le digo a Mary—. No te preocupes buscaré la solución. Ni siquiera sé quien es ese chico, lo vi de casualidad en la calle, pero no me saludó. No puedo irme de la escuela pues tengo un repaso para la prueba de Historia. No te preocupes —le aseguro—, pero ahora quiero estar sola.

Mary asiente y abre los brazos para que le dé un abrazo. Así que no lo pienso dos veces y yo hago lo mismo. Yo amo los abrazos. Mi mayor sueño es abrazar a la persona que pase el resto de mi vida conmigo. Y sentir que en sus brazos estoy protegida, sentirme amada, saber que nunca le dejaré ir, y que él nunca me dejará tampoco. Pero mientras espero, tengo que conformarme con los abrazos de mis amigas. Que para mí son, como mis hermanas.