3 -"¿Presentarme a alguien?"

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"No tengo ningún talento en especial. Sólo soy apasionadamente curioso." -Albert Einstein.

Emma

Se acercaba a paso lento, yo no podía apartar mi mirada de él. Aunque no soy la única pues todas las chicas lo miran embelesadas. Hasta que se sienta a mi lado y empiezo a notar que la incomodidad reina. Desvío la mirada rápidamente hacia mi cuaderno, cojo el lápiz y escribo no sé que cosa, pues no estoy pensando. Lo miro de reojo de nuevo, con cuidado y él está usando una mascarilla. Su cabello es negro, y le cae en la frente. Me toma por sorpresa al darme una mirada rápida, entonces para disimular miro por la ventana al equipo de fútbol.

Dios mío, Ian Cooper se sienta a mi lado. Siento tanto nerviosismo que me puedo tomar un jarro de té de tilo. Él nunca en el primer año había asistido a clase presencial. Pero ahora en segundo sí, y eso es raro. Me pregunto por qué.
Suelo ser alguien curiosa si de verdad me interesa un asunto. Pero también soy un poco tímida, sí ese chico Ian no me dirige la palabra, tampoco tendré el valor de hacerlo.

—Eh... —Siento una voz detrás y giro.

Es Valeria.

—Hola, soy Valeria. —Le habla a Ian.

Valeria es una chica que comenzó el segundo año con nosotros, es bastante maja. A mí me cae bien, aunque casi no hablemos. Es una persona que siempre está alegre e inspira buenas vibras. Al notar que el tema de conversación no es conmigo solo me inclino y escucho la conversación.

—Y yo Ian —responde rápidamente.

—No —Suelta Valeria de manera abrupta y sarcástica, entonces ambos ríen.

Los miro a los dos, paso por Valeria y luego Ian, noto que tiene rasgos asiáticos. Un aspecto muy varonil y brazos tonificados. Para rematar, se me hace tierno que sus rasgados ojitos casi se le cierren al reír.

—¿Y tú? —pregunta Ian mientras me echa una mirada rápida.

—¿Eh? —Creo que estoy tan absorbida en mis pensamientos que no presto atención, ¿en serio me habla a mí?

Presto más atención a sus ojos, son oscuros. Me quedo paralizada al no saber qué responder. Me veo estúpida en estos momentos lo sé. Empiezo a creer que hasta perdí el rumbo de la conversación.

—Que, ¿cómo te llamas? —Vuelve a cuestionarme.

—Emma —contesto con una sonrisa de boca cerrada en mi rostro.

#
Sí, hemos pasado toda la mañana juntos. Valeria, Ian y yo. Hablamos de nuestras vidas, gustos, miedos, hazañas y travesuras. La verdad me parece interesante hacer nuevos amigos. Aunque con todo, siento que mis palabras no son tan escuchadas. Los he escuchado más a ellos, de lo que hayan podido escucharme a mí. Porque casi no hablo.

—Y bueno, ese día rechacé a la chica —me dijo Ian mientras terminaba de escribir algo en su celular, con mucha simpleza.

Estamos sentados en la cafetería. Valeria fue con su grupo de amigas y nos dejó a solas. También estoy esperando a mis amigas, que han ido a ver a la profesora de Biología.

Aún las demás personas me miran con cara rara, otros con muecas de asco u asombro. ¿En serio no entienden que no conozco al chico de la foto? Estoy suspirando constantemente, pues mi estado de ansiedad no ha desaparecido.
Miro mis uñas y acerco mi mano a mi boca, para comenzar a mordisquearlas, mientras miro al suelo fijamente. Realizando mi viaje astral.

—Y, ¿por qué? —le pregunto y él me mira con obviedad—. ¿No te gustaba ella? —Le miro.

—Sí —afirma—, pero quería que todo fuera cursi, como en un... —Se detuvo un momento—. Como en un K-drama.

—Entonces. —Intentó sacarle más información con mi mirada y él lo nota.

—Entonces le dije que no. A mí no me gustan ese tipo de cosas. —Guarda su celular en el bolsillo. Yo continuaba mordiendo mis uñas.

Lo he captado, no es un chico romántico. ¿Qué le pasa? Para mí, el amor es muy lindo. Si esa chica de verdad le gustaba hubiera hecho hasta lo imposible para estar con ella. Pero en estos tiempos, es muy difícil que aún queden chicos así.

Hasta ahora no se ha quitado la mascarilla, ni siquiera para comer. Me pregunto por qué. Aunque se ve bastante bien, con respecto a sus ojos y complexión física.

—¿No vas a comer? —Le pregunto mientras ladeo mi cabeza.

—No, yo puedo aguantar.

—Ah —susurro—. Bueno, te entiendo pero dejar de comer seis horas, de siete a doce del mediodía. ¿No crees que es mucho? —indago con curiosidad.

—Ya te lo he dicho. —Le resta importancia.

Entonces enmudezco, pues me ha quedado claro. No le interesa que le pregunte por su bienestar. Mucho menos que siga preguntando, me ha puesto mala cara, y no quiero empeorar la situación por un tema tan simple.

Mi celular vibra en el bolsillo de mi chaqueta de mezclilla, acompañado de mi gracioso y algo estúpido tono de notificación. Como tengo el volumen alto, todos los que están cerca de nosotros giran sus cabezas como radares hacia nuestro lugar.

Los miro entre asustada, y tímida. Saco mi celular para ver quién me escribió.
Era Mary, me manda a decir que ha logrado borrar la foto del sitio escolar y ha publicado (de manera anónima) un post aclarando que no conozco a ese chico. Alegando, y con una prueba innegable, que ese chico no es de nuestra escuela. Es de otra parte de la ciudad, pero algo sigue golpeando mi cabeza.
¿Por qué esa chica es idéntica a mí?

—Bueno me tengo que ir —le digo, me levanto de la silla y acomodo mi vestido.

#

—Gracias —me sincero con Mary.

Ella sonríe y asiente lentamente.

—Para eso estamos. Por cierto, hoy a las once el director quiere que nos reunamos. Van a dar una noticia.

Frunzo mi ceño un poco y tomo de mi malteada de fresa. Antonella estaba aún realizando tareas en la biblioteca. Pero mientras es el tiempo libre, así que Mary y yo caminamos por el patio.

—¿Para qué será? —miro hacia el frente y logró divisar a lo lejos al chico del sartén.

No quiero tener que gastar mi tiempo y energías con un él. Así que miro con de reojo a Mary y ella está mirando su celular.

—Eh... —murmuro con dificultad.

Ella me mira y luego mira al frente. Entonces también lo ve, pero su reacción es distinta a la de Antonella y mía.  Mary sonríe ampliamente, y levanta su mano.

¡¿Qué?!

Me vuelve a mirar, entonces yo, la observo asustada. Negando millones en mi cabeza que se conozcan.

—Ey Emma, quiero presentarte a alguien.

Comienzo a negar frenéticamente y nerviosa. Sonrió forzada e intento encontrar una excusa.

—Yo... Eh, este. Pues... Tengo que irme. —Me giro para regresar por el camino que me llevó aquí.

—Para nada. —Mary me toma del brazo y me arrastra con ella.

Entonces llegamos a estar frente a él. Lo miro y me sonríe juguetonamente. Tipo, "Ey, hola de nuevo".

Esto va a ser una gran locura.

Ya quiero irme de aquí.

Hola.
Hola.
¿Desaparecí?
Lo siento...
Pero, les traigo un nuevo capítulo.
Espero que les guste.

Compartan la historia si creen que a alguien que conozcan le pueda gustar. Pero sobre todo, no olvides dejar tu estrellita. Así siento que me agradecen y sé que me están leyendo.
Además, de esta forma me apoyan.

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Cosas que nunca I [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora