6-"Juego: Imprevisto".

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-No lo intentes, hazlo o no lo hagas. -Yoda.

Emma

—Hola, Ian. — Valeria aparece por detrás de mí y lo invita a pasar.

Miro de reojo y con curiosidad a Valeria en busca de una explicación. Ian está de espaldas observando la habitación. Es algo normal que me cuestione que hace aquí, el chico más inteligente está en nuestra habitación. Hago mil muecas y mohines para que Valeria me comprenda. No obstante, no consigue comprender mi loca interrogante. Hace un tiempo no muy corto, les dije que soy bastante mala para leer expresiones faciales y tal como eso, soy mala para dar señales. No dejo de pensar en la manera de no causar un problema, por lo que me acerco a Valeria y susurro en su oído lo que estuve tratando de preguntar. Así que en respuesta me musita ''lo invite a venir''.

Oh, eso está claro. Mi pregunta es por qué.

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Me lo habían dicho un montón de veces, hasta es capaz de resonar en mis oídos. Esa frase... ''Tu nariz es grande'', ha sido pronunciada por decenas de personas conocidas, y otras personas que me conocen por primera vez. ¿Acaso no tengo ningún rasgo diferente, o uno que llame más la atención? La respuesta es simple; no. Es lo que más resalta y no tengo la culpa. Ya quisiera yo tener una nariz bien acomodada, sin una curva de bruja. No es una curva exagerada, pero tampoco me da buena impresión, por lo menos a mí no me gusta.

Justo ahora acabo de escuchar estas cuatro palabras, Valeria y Ian se han dado cuenta. Es que nos estamos poniendo apodos simpáticos que estén relacionados con algún rasgo físico. A Valeria le pusimos Ricitos, por su cabello. A Ian decidimos llamarle Gatito, por sus ojos asiáticos, y ahora estamos pensando que apodo ponerme a mí. A causa de esta situación es que anteriormente les comentaba sobre mi nariz. Porque lo primero que les llama la atención es mi nariz. ¡Ay ya déjenla vivir!

—¡Aquí! —exclamo mientras señalo el lunar que está en mi mejilla izquierda—. ¿Por qué no mejor me reconocen por mi lunar? Debo poner fin a esto de que todos me critiquen la nariz. —Replico y fuerzo una media sonrisa agridulce.

—Ok, entonces, te llamaremos Luna —concluye Valeria mientras pone fin al tema de conversación.

Ian, quien aún a estas alturas no se ha quitado la mascarilla, procede a levantarse de la cama y se sienta en el suelo. Valeria y yo lo miramos extrañadas, con seguridad nos preguntamos lo mismo.

—Vengan, vamos a jugar algo. —Ian palmea el suelo y entonces ambas obedecemos.

—¿Qué jugaremos? —cuestiona Valeria mientras se acomoda en el suelo.

—Es un juego sencillo, en el que hace falta mucha sinceridad.

Ay No me gusta por donde va esto.

—Tienen que contestar lo que se les pregunte. —Ian explica el juego.

Sí, lo puedo comprobar. Es un juego sencillo, pero al mismo tiempo complicado. No debe ser fácil comprometerte a contar algo privado, o algo que nunca esperaste que te pregunten.

—¿Por qué no lo ponemos un nombre al juego? —pregunta Valeria y Ian la mira.

Yo solo estoy de espectadora, mi mirada pasa de Valeria a Ian, luego de Ian a Valeria. Yo guardo silencio porque no encuentro nada que comentar. No obstante, puedo poner a funcionar mi creatividad y, disponerme aunque sea a soltar unas simples palabras.

¿Un nombre para el juego? Hem, ¿falsas verdades? No, suena muy ridículo. ¿Engaño? Nah, ni siquiera tiene que ver con el juego.

—Y... —hablo yo al principio con una voz suave y sin fuerza— ¿Qué tal "Imprevisto"? —Llamo su atención al hablar, en esta ocasión con más seguridad, tal vez me miran esperando una explicación.

—¿Por qué? —me pregunta Ian con un frío desdén, mientras me dirige una mirada, demostrando que está desinteresado en mi propuesta.

¿Acaso me está poniendo a prueba?

—Pues es sencillo, estas preguntas que nos haremos entre nosotros mismos, nos tomarán por imprevisto. Si tardamos más de cinco segundos en responder la pregunta entonces será revelado algún secreto contado aquí a alguna persona. Solo hay dos opciones: una, responder, y dos, no responder. Pero no responder tiene sus consecuencias.

—Oye, ¡así es perfecto! —exclama Ricitos—. Le veo mucho sentido.

—De acuerdo. —Ian deja soltar un suspiro.

Entonces comenzamos a jugar. No sé a qué me enfrento ahora pero, tengo curiosidad.

¡Mch!
Este juego no me da buena espina.
¿Y a ustedes?
¿Qué secretos serán revelados?
Pronto...

¡La curiosidad mató al gato, Emma!

Los quiero, gracias por leerme.

Cosas que nunca I [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora