8- "Mi sitio favorito"

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La gente suele decir que tal o cual persona aún no ha encontrado a sí mismo. Pero el uno mismo no es algo que uno encuentra, es algo que uno crea.

Emma

La cafetería estaba menos concurrida de lo habitual. Era viernes, y para mí fue un alivio, mañana podría dormir feliz. Me encontraba con Antonella y Mary, ellas comían frente a mí mientras que yo esperaba a que terminaran, pues yo ya comí todo. Estaban hablando de un tema de amor, un chico se le declaró a Antonella y esta lo rechazó. Siempre hace historias de ese tipo, ya van como cinco chicos que se le declaran. Pero Mary no se queda atrás, también tiene sus pretendientes. Sin embargo, ¿yo? Ni siquiera una vez. Mis amigas se ven bien, pero yo no. Al menos, creo que no le he gustado a nadie.

Giré mi cabeza hacia la entrada. Estaba entrando aquel chico cuyo cabello negro despeinado llamó mi atención. Su rostro denotaba que no había dormido bien. Esos ojos café no tenían brillo, estaban como... apagados. Sin una sola pizca de emoción o energía.

Mary y Antonella seguían conversando asuntos que no me interesaba escuchar por el momento. Por eso, cuando observé a dicho chico tomar su bandeja y sentarse en la última mesa nada más, me levanté de mi lugar. Habiendo entregado mi bandeja ya vacía, me dirigí a su mesa y me senté frente a él. Debido a mi extraña acción me miró con detenimiento y paró de comer por un instante.

-¿Qué haces aquí? -Volvió a mirar su comida y procedió a comer de esta-. No eres alguien muy sociable que digamos.

-Estaban hablando de amor. No me interesa ese tema.

-¿Por qué? -me miró.

-Iba a llegar el momento en que me preguntarían si no le he gustado nadie. -Guardé silencio un instante-. ¿Cómo explicarlo..? Nunca le he gustado a nadie.

Me miró con detenimiento.

-Ya veo porque... -susurró y quedé desconcertada.

Seguro no fue conmigo.

Lo entendía, no solía juntarme con alguien porque sí. Solté una pequeña risa mirando hacia el suelo.

-Me conoces un poco, pero ¿cómo podría yo ignorarte después de lo de anoche? -pregunté con obviedad y entonces él me mandó a callar poniendo su mano sobre mi boca y frunciendo el ceño, diría yo que preocupado.

-¡Habla bajo! Lo de ayer olvídalo, si hice algo incorrecto perdóname, pero por favor que nadie sepa de esto.

Apartó su mano y siguió comiendo.

Un momento, ¿cómo no me Di cuenta?

Ian no estaba usando mascarilla.

-¿Por qué ahora no llevas mascarilla? ¿Acaso estás enfermo? ¿Por eso cuidas tu respiración? ¿Por eso desayunas tan temprano y apartado de todos? ¿Tienes pulmones sensibles? -alterada comencé a preguntar idioteces con un tono de voz un tanto elevado.

Agradecía que estábamos más apartados de las demás personas. Sino me hubiera llevado un regaño peor por parte de Ian. Reaccionó ante mi preocupación, me miró enojado y el estruendo de la cuchara cayendo sobre el plato me dio a entender que era incluso torpe con mis palabras. Me decepcioné, no de su reacción, y tampoco porque estuviera enojado. Estaba más bien avergonzada.

Bajé la cabeza sintiéndome completamente una fracasada, nunca he tenido facilidad de palabra. Y cuando suelo pensar que hablé de la forma correcta nadie parece comprenderme o escucharme.

Cuando quería entablar una conversación no tenía idea de qué tema, y por eso cuando supongo a hablar con mi profesora de Historia no hallaba expresiones adecuadas. Sin embargo, Antonella no tenía problema con eso, incluso a veces, opiné que invadía el espacio personal de los profesores. No es que yo quiera ser igual, pero por personas así cuando yo estoy en una conversación soy casi invisible.

Me pregunto una y otra, y otra vez: "¿Soy yo la que piensa que no le importa a nadie? ¿O realmente si les importo y yo soy egocéntrica?

La verdad, ninguna de las dos opciones me gustaba. No quería ser ignorada, pero ¿egocéntrica? ¡Mucho menos! Prefiero ser ignorada y no hablar.

-Lo siento -murmuré en baja voz.

Se levantó con brusquedad y minutos después del suceso. Decidí levantar mi cabeza, y siendo sincera esperé encontrarme con ni frente completamente vacío. Pero aquella bandeja de comida, estaba repleta de comida. Tal vez su enojo fue tanto que perdió el apetito... Por mi culpa.

Pero sus palabras resonaba en mi mente:

"-Iba a llegar el momento en que me preguntarían si no le he gustado nadie. -Guardé silencio un instante-. ¿Cómo explicarlo..? Nunca le he gustado a nadie.

Me miró con detenimiento.
-Ya veo porque... -susurró y quedé desconcertada. "

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Habían terminado las clases y me encontraba caminando sin rumbo. Como perdida en mis pensamientos. La mirada en el suelo, el rostro preocupado, respiración débil y pasos lentos. En eso podía describir mi tarde. Con una de mis manos en el bolsillo del abrigo y la otra sosteniendo un asa de la mochila.

¿Por qué las palabras de los demás me dolían tanto? ¿Y por qué que no me hablaran me dolía también?

No me sentía a gusto, mucho menos con tranquilidad. En realidad, la confusión comenzó a amontonarse sobre mi cabeza como nubes de tormenta.

-Hey tú. -Levanté mi rostro y vi a alguien más en mi tarde.

Nicolás, con una sonrisa de oreja a oreja. Pero segundos después dejó de hacerlo. Estaba allí mirándome confundido. ¿Qué quería ahora? No tenía ganas de charlar estupideces. Lo miré seria y enseguida se dispuso a hablar:

-¿Te sucede algo? -me preguntó y yo negué con duda-. ¿Segura? No lo veo así.
Ven conmigo -me tomó del brazo y me haló con él, pero me solté casi de inmediato.

- No quiero -espeté.

-Venga. -Volvió a tomar mi brazo-. Te sentirás mejor.

Y eso esperaba. La realidad era que no tenía ningún deseo de pelear. Nicolás era para mí una persona un poco irritable, pero no podía decir por cuál razón. Sin embargo, esta puede ser la mejor forma de, no sé, tal vez de conocerle mejor. Por hoy, le voy a dar una oportunidad.

Seguíamos caminando, él es quien sabe el destino. Pronto los pasillos desaparecieron cuando salimos por completo de la escuela. El frío viento chico contra mis pálidas mejillas haciéndome estremecer, y luego un pequeño estornudo me sale.

-¿A dónde vamos? ¿Fuera de la escuela? -quise saber.

-Sí, pero. -Se detuvo un momento, luego ladeó su cabeza un poco y sonrío de lado-. Iremos a un lugar diferente -concluyó mirándome.

Lo miré fijamente a los ojos por unos segundos. Podría jurar que le brillaban un poco. Fruncí un poco mi ceño, pues quería saber de qué lugar estábamos hablando.

-¿Qué lugar específicamente? -cuestioné de nuevo.

- Un lugar donde puedas ser tú misma, sin que te limites de pasar vergüenza o timidez. Dónde liberes tu mente y sueltes las preocupaciones que tienes amargadas aquí. -Señaló mi cabeza y sacudió mi cabello-. Iremos juntos a mi sitio favorito.

Cosas que nunca I [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora