#2 Genio.

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A pesar del paso del tiempo, aún no se había acostumbrado a aquellas intensas y curiosas miradas.

Alguien diferente, alguien distinto, alguien en sillas de ruedas, alguien discapacitado, atraía las miradas de todo el público al lugar donde fuera. Una atracción a la que las personas podían contemplar, y murmurar entre ellos.

El bicho raro.

No encajar en el entorno era una de las peores sensaciones que el ser humano podía sentir.

Ser desplazado de lado mientras todos hablan del juego de moda, o su deporte favorito mientras tu ni siquiera sabes de que trata. Ser ignorado en una conversación sin ninguna alma que te preste la mínima atención.

Los discapacitados luchaban contra aquello dia a día.

No encajar en la sociedad.

El espacio público que parecía complicar las cosas para ellos al no tener rampas, barandas o asientos. Algunas veredas con sus baldosas rotas, o pequeños pozos que dificultaban el camino. La escasez de lugares especializados para tratar y rehabilitar a las personas con discapacidad. El poco subsidio del estado para los costosos medicamentos que necesitaban todo aquel grupo de personas.

Las risas, miradas, y murmullos.

Aquello se había vuelto cotidiano en la vida de Lucy hace ya tres meses.

Pero incluso en la discapacidad había rangos.

Lucy la había sacado barata.

Sus piernas aún seguían estando. De vez en cuando un leve hormigueo surcaba por ellas dejando un residuo de su anterior vida. Con terapia, y algún milagro, Lucy capaz podría volver a caminar.

Por otro lado, estaban los más infortunados. Personas a las que sus piernas les habían sido arrebatadas completamente. Personas que habían perdido cualquier sensación en ellas llegando a tener que usar pañales el resto de sus vidas al cagarse y mearse encima sin darse cuenta. Sufrir la vergüenza, y contener las lágrimas mientras un enfermero, alguien casi desconocido, te limpiaba tu propia mierda.

Aquellos eran las personas que más sufrían.

Capaz tengas un mal día en donde sientas que todos y todo está en tu contra, pero recuerda que en alguna parte de este mundo alguien seguramente la está pasando peor. Solo quedaba calmarse, respirar hondo, y seguir adelante. Mañana seria otro dia.

- Está todo ocupado...- Naruto agachó su mirada.

- No pasa nada. Podremos venir mañana- sonrió Lucy.

El muchacho arrugó su nariz en un gesto molesto y frustrado.

- ¡Ah!- Naruto señaló hacía la cancha más alejada-. Ese chico está solo, podríamos pedirle jugar con el- mencionó sonriendo.

- Pero...- un murmullo tímido salió de los labios de Lucy.

- ¡Vamos!- rió el muchacho comenzando un ligero trote llevando consigo a su amiga.

La chica negó esbozando una ligera sonrisa.

Así era Naruto desde el dia que lo conoció. El rubio podía entablar conversación con cualquier desconocido, y a los minutos hacerse amigo incondicional de aquella persona. Empatizar con el otro era algo que Naruto hacia perfectamente.

- ¡Hola! Disculpa, ¿podemos compartir la cancha?- saludó interrumpiendo los tiros de la persona.

Un muchacho, de cabellera rosa, se dio media vuelta observando al par de rubios.

- ¡Claro! Mientras más seamos el juego es más divertido- expresó sonriendo el muchacho.

Tenía una dentadura blanca y perfecta como las superestrellas de cine de Hollywood. Llevaba un conjunto deportivo negro Adidas con la sudadera atada a su cintura mostrando una musculosa blanca. Una muñequera blanca se alojaba en su muñeca derecha.

Novato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora