Prólogo

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Su cuerpo se sentía pesado, como si estuviera bañado en concreto sólido, sus párpados estaban igual, impidiendo que pudiera abrir los ojos. El sonido de la radio se filtraba por sus oídos, el olor a desinfectante en la habitación era tan familiar pero... se sentía mal, como si no fuera realmente lo que parecía. Después de unos minutos finalmente pudo abrir los ojos, siendo recibido por la vista de una habitación de hospital pequeña y simple, similar a las del centro de recuperación para miembros del ejército en Nueva York.

Estaba vivo. Había logrado sobrevivir al choque del avión milagrosamente, pero lo hizo. ¿Cuánto tiempo había estado inconsciente? ¿Una semana? ¿Dos? ¿Había sido un mes? ¿Dónde estaba Peggy? ¿Aún no sabía de él? Esas y muchas otras preguntas inundaban su cabeza sin parar.

Estaba por llamar a uno de los del personal del hospital cuando escuchó la puerta abrirse, sobresaltándolo. Alzó la mirada y sus ojos azules se encontraron con los verdes de su visitante. Era una mujer joven, talvez a mediados de los veinte, con el cabello largo y rojo intenso, ojos esmeraldas y piel pálida.

 Era una mujer joven, talvez a mediados de los veinte, con el cabello largo y rojo intenso, ojos esmeraldas y piel pálida

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Ella se detuvo unos metros a distancia de él, sus ojos verdes parecían estar analizándolo con detenimiento. Después de unos largos y tortuosos segundos ella le sonrió educadamente y lo saludó.

- Buenos días capitán Rogers, soy la asistentente Rushman, ¿cómo se siente? - preguntó ella.

- ¿Dónde estoy? - preguntó el americano.

- Se encuentra en una sala de recuperación para miembros del ejército estadounidense en Nueva York. - respondió la pelirroja con tranquilidad.

El soldado quería hacerle muchas más preguntas, buscar respuestas que calmaran sus inquietudes e intrigas, cuando escuchó al locutor de la radio junto a su cama.

- Los Dodgers toman la delantera, están 8 a 4 damas y caballeros. ¡Oh Dodgers, todos están de pie!

La comprensión invadió su rostro cuando oyó esas palabras. Steve se volvió hacia la 'asistente' frente a él. - ¿Dónde estoy realmente? - preguntó, su voz sonaba desconfiada y precavida.

Por un muy breve momento la mujer pareció sorprendida, pero rápidamente lo encubrió con una sonrisa amistosa, sin embargo, Steve ya lo había notado.

- Me temo que no entiendo, capitán. - su voz sonaba tranquila y serena, juraría que si no hubiera visto esa leve sorpresa hace un par de segundos le habría creído.

- El juego. - habló, la seriedad y desconfianza ahora inundaba su rostro. - Es de mayo del 41, yo estuve ahí.

Inmediatamente se levantó de la cama y caminó lentamente hacia ella, haciéndola retroceder hasta quedar arrinconada contra la pared, su semblante endurecido nunca cambió cuando estuvo en frente suyo. - Ahora, te lo preguntaré otra vez. - se detuvo a unos centímetros cerca de ella. - ¿Dónde estoy?

The Soldier and The Spy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora