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Cuando Hyebin les mencionó que iba a buscar trabajo, a Chan y a Changbin se les ocurrió una idea brillante y le consiguieron un lugar donde trabajar.

Necesito distraer a mi mente para no caer en el mismo pozo sin fondo, porque de lo contrario será un camino muy difícil de cruzar y ya estoy cansada tanto física como mentalmente para volver a pasar por eso.

Los chicos alagaron su nuevo look de cabello cuando pasaron por ella a su casa. El sonrojo en sus mejillas no pudo faltar. Aún no podía acostumbrarse al rosa pastel. La estilista amable le aseguró que el rosita le quedaría perfecto con su tono de piel, aunque ella le pidió que no sea tan fuerte por el miedo de no agradarle el resultado.

Y aquí están, los tres frente a una pequeña cafetería.

── ¿Están seguros que aquí buscan personal?

La chica no podía ocultar los nervios, sus manos sudaban a más no poder. Nunca antes había sentido tanta ansiedad como en este preciso momento, ni siquiera en los días de exámenes.

── Claro que si, hemos averiguado muy bien.

── Ve, nosotros te esperaremos aquí. ──Chan le da unos golpecitos en el hombro en señal de apoyo.

── Siento nervios. ──confiesa, sin siquiera poder dar el primer paso.

── Es normal binnie~ Si quieres voy contigo.

── No, no. Estaré bien. Debo ser adulta.

Chan sonríe. A veces la fría capa que la misma Hyebin creó en modo de defensa, se cae para mostrar su lado tierno sin ella darse cuenta.

── Estaremos aquí~.

Como si se tratase de una madre despidiéndose de su hija en su primer día de escuela, Changbin le grita con entusiasmo agitando su mano con fervor. Con ello, logra sacar una sonrisa en Hyebin.

Hyebin empuja la puerta del local, el sonido de la campanilla suena anunciado de su llegada

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Hyebin empuja la puerta del local, el sonido de la campanilla suena anunciado de su llegada. Ese simple sonido logra que sus nervios aumenten, tal vez algunas miradas fugases se posan sobre ella por una milésima de segundo pero era suficiente tiempo para hacerla sentir pequeña.
Los latidos de su corazón laten con fuerza mientras recorre el lugar con la mirada: mesas decoradas con pequeñas plantas que parecen artificiales, el aroma a café fresco y a galletas recién horneadas le brinda esa calidez al ambiente, paredes decoradas con fotografías de la ciudad, y detrás del mostrador hay afiches con sus bebidas populares, o las más pedidas, y todo su menú.

Respirando hondo se dice a sí misma que todo estará bien y que lo puede hacer. Para su suerte, el chico detrás del mostrador se encontraba de espaldas por lo que le daba unos segundos más para ganar la confianza de seguir caminando. Con pasos titubeantes, se acerca cada vez más.

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⏰ Última actualización: Sep 29 ⏰

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