Para mí, Sakurako era diferente a las demás chicas. Lo supe hace tiempo, cuando me encontraba terminando la preparatoria para la universidad. Quizás me diera cuenta demasiado tarde, pero supongo que hasta ese momento no había alcanzado la edad suficiente para percatarme de mis propios sentimientos. Ella era enérgica, radiante y provocaba esa felicidad en las personas que la rodeaban. Yo, sin embargo, no era tan natural a la hora de relacionarme con los demás. Siempre observaba cómo ella llevaba la voz cantante, mientras sonreía con esa cara de niña pequeña que toda la vida me había fascinado. Estaba enamorada de ella. ¿Desde cuándo? Quién sabe, quizás siempre lo estuve y hasta ese instante no tuve conocimiento de ello. Precisamente tenía que llegarme ese sentimiento mientras estudiaba para prepararme de cara a la universidad, justo cuando menos lo necesitaba. Por eso, cuando Sakurako me dijo que también iba a estudiar medicina, me sentí muy feliz. No tendría que separarme de ella al entrar en la universidad, como sí me había ocurrido con Akaza-san y Yoshikawa-san, que tomaron sus propios caminos; Akaza-san como estudiante de veterinaria, y Yoshikaza-san de profesora de secundaria.
Estar con Sakurako en la universidad era casi como estar en el instituto. Es verdad que los estudios eran más duros y había que dedicarles más tiempo, pero seguíamos quedando para repasar los conceptos de clase. Bueno, en realidad Sakurako los repasaba con mi ayuda. Y por las mañanas, siempre íbamos juntas a clase; después de todo, vivíamos una en frente de la otra. Tomábamos todos los días el mismo tren y nos bajábamos en la estación más cercana a la universidad, para después caminar durante unos minutos. Una de esas frías mañanas de invierno, en esas que teníamos que llevar nuestros abrigos, caminaba con Sakurako a mi lado mientras hablábamos.
—Sakurako, ¿llevas hechos los ejercicios que nos recomendó la profesora para hoy? —le pregunté.
—¿Eh? ¿Qué ejercicios?
Suspiré, aunque en realidad ya sabía la respuesta que me iba a dar.
—No tienes remedio...
—¡Tus pechos sí que no tienen remedio!
Y siempre la misma historia; se enfada y me insulta refiriéndose a mis pechos. Al menos podría cambiar un poco el repertorio, ¿no?
—Por cierto, Himawari, ¿qué piensas hacer este sábado?
—Hm... la verdad es que aún no lo había pensado...
—¿Qué te parece si vamos al cine?
¿Al cine? ¿Desde cuándo Sakurako va al cine?
—Bueno, vale —acepté—. Hablaré con las senpais por si quieren unirse. Hace tiempo que no las vemos.
—Solo tengo dos entradas. Son para ir tú y yo —dijo rápidamente, como quitándole importancia.
Me quedé perpleja, y mi nerviosismo se hizo notar de inmediato. Quizás, y solo quizás, soy un poco exagerada, pero ¿no es un plan demasiado romántico para dos amigas?
—Hay una nueva película que quiero ver y Hanako me dio unas entradas que no pudo usar con sus compañeras de clase —explicó Sakurako, sin apartar la vista de la calle.
Y un cuerno. Lo más lógico es que Sakurako hubiera ido con su hermana a verla, ya que era una película que les gustaba a ambas. La verdad es que, si no me fallaba la memoria, era la primera vez que me invitaba a salir las dos solas con tanta seriedad, como si fuera algo oficial. Me halagó, no lo voy a negar. Me hizo mucha ilusión que me invitara a salir, aunque no se lo demostrara. Vino a mi mente entonces el pensamiento de si, por un casual, mi recién surgido sentimiento de amor podía ser correspondido. Después de todo, llevábamos siendo amigas toda la vida. Si en mí había despertado algo así, quizás en ella también.
ESTÁS LEYENDO
Durante mi regreso
RomanceLa vida de Ohmuro Sakurako había cambiado mucho desde sus años de instituto. A sus 26 años, vivía en un humilde apartamento fuera de Takaoka, la que fue su ciudad natal. Se encontraba lejos de su familia, amigas y, sobre todo, de Furutani Himawari...