Había pasado una hora desde que Sakurako se fue de la cafetería. No me apetecía quedarme allí, pero tampoco irme a casa; sentía en mi interior unos nervios incontrolables, seguramente a causa de la cena que tendría lugar aquella noche en compañía de Shiori. Parecía masoquista; si tanto me incomodaba, ¿por qué iba? En el fondo, esperaba que Sakurako decidiera venir conmigo, pero no fue así. Pagué la cuenta y salí de la cafetería; el cielo se comenzaba a nublar y la temperatura había descendido. Me di prisa en llegar al transporte público, pues temía que empezara a llover, aunque tampoco tenía un rumbo fijo que tomar. Decidí desplazarme a la zona de restauración más concurrida de Takaoka. Ya en el tren, me senté e intenté tranquilizarme. Saqué mi teléfono y le escribí un mensaje a Shiori para que me respondiera con la hora y el lugar de la cena. Sentía que, si la llamaba, como le había prometido, se me notaría lo nerviosa que estaba. A los pocos minutos me llegó su mensaje; íbamos a quedar a las 9 de la noche en un restaurante italiano llamado Benvenuto. Según parecía, era un local que había comenzado recientemente el negocio de la hostelería. No lo conocía, pero confiaba en el buen gusto de Shiori por la comida.
Llegué una hora antes de lo fijado al restaurante, pero entré para echar un vistazo dentro. Era un local increíble. La entrada decorada en madera y rosas blancas solo era superada por el interior, el cual continuaba la decoración añadiendo rosas rojas, una preciosidad. Me fijé también en las mesas cuadradas y sillas, tan señoriales, que parecían aguardar cenas y conversaciones importantes aquella noche. Las camareras, tan educadas y elegantes, desfilaban coordinadamente para preparar los manteles, servilletas, platos, copas y cubertería. Además, me maravillaban los centros de flores blancas que había en cada una de las mesas. Sin duda, en aquel restaurante tan lujoso cualquier persona caería rendida por el romanticismo que allí se percibía.
―Llegas pronto ―oí tras de mí.
Salí de mi estado de ensimismamiento y me giré rápidamente para encontrarme con los ojos de mi acompañante en aquella velada.
―Hola, Shiori... He venido antes por un imprevisto ―le dije―. ¿Y tú?
―No quería hacerte esperar, y también quería comprobar que nuestra reserva estaba en orden.
Qué amable por su parte, tan amable que esta vez hasta me molestaba, pues esperaba estar un tiempo a solas con mis pensamientos, y calmarme.
Nos acercamos juntas entonces al mostrador donde recibían a los comensales. La encargada, de forma muy educada, nos guió hasta nuestra mesa, al fondo del local, donde la luz se volvía algo más tenue y la hacía bastante más acogedora; una mesa bastante íntima, a mi parecer, donde no recibiríamos demasiadas miradas ajenas.
―Espérame aquí, voy a comprobar que nuestro menú está programado. ―Shiori se marchó y se volvió a acercar al recibidor.
Mientras observaba a Shiori hablar con la encargada del restaurante, me seguía cuestionando mi presencia en aquel lugar. ¿Qué hacía yo allí, en una cita con una chica que en realidad no me interesaba? Me habría encantado una cena así con Sakurako, sincerándonos la una con la otra, expresando nuestros sentimientos sin tapujos... Uno de mis sueños imposibles.
―Todo listo. ―Shiori regresó y se sentó a la mesa, frente a mí―. Podremos empezar a comer ya, si lo prefieres, aunque hayamos llegado una hora antes.
―Sí, claro, perfecto. Cenemos.
Rápidamente se aproximó hasta nuestra mesa una camarera y tomó nota de nuestra bebida. Shiori propuso compartir una botella de vino blanco dulce. La delicada música estilo jazz de un piano comenzaba a sonar sutilmente por los altavoces del local para crear un ambiente aún más relajado y romántico en la estancia. Nos sirvieron un aperitivo para amenizar la espera del primer plato, el cual se trataba de unas judías verdes con un acompañamiento de salsa ligeramente picante, elaborada por el personal del restaurante.
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Durante mi regreso
RomanceLa vida de Ohmuro Sakurako había cambiado mucho desde sus años de instituto. A sus 26 años, vivía en un humilde apartamento fuera de Takaoka, la que fue su ciudad natal. Se encontraba lejos de su familia, amigas y, sobre todo, de Furutani Himawari...