Capítulo 9: Peligro.

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Me desperté aquella mañana de sábado de un golpe, abriendo mis ojos de par en par. Me giré entonces para comprobar la hora en el reloj de mi mesita de noche. Era casi mediodía. Supongo que el sueño acumulado por haber dormido tan poco la noche anterior se había compensado. Me levanté con algo de pereza y me propuse tomar un buen desayuno para después ir a la biblioteca de la universidad y estudiar algunas horas. Había quedado con Sakurako para ir al cine a las 6 de la tarde, así que mi intención era aprovechar para repasar algunos conceptos de anatomía antes de reunirme con ella.

La biblioteca, aquel sábado, se encontraba bastante silenciosa, algo que agradecí. Busqué con la mirada una mesa acogedora cerca de uno de los ventanales para disponer de luz natural y me senté junto con mi libro de estudios. Comencé a leer las definiciones de algunos términos médicos que aún no había conseguido memorizar, pero enseguida mi mente se despistó e hizo volver mis preocupaciones. No podía dejar de pensar en lo que había pasado tan solo dos días atrás. De todo ese tormento, sin duda, lo más problemático era el tener que dar una respuesta a una declaración de una chica que creía amiga mía. Tenía que darle una respuesta a Shiori y, si era posible, antes de que Sakurako se enterara. Sin pretenderlo, sentía que se podría crear un ambiente de crispación entre las tres. Un triángulo amoroso del que solo yo sabía la existencia, pero ¿por cuánto tiempo? ¿Cuánto tardaría en enterarse Sakurako? Y si se enterara, ¿cuál sería su reacción? Quizás, y solo quizás, si Sakurako realmente sentía algo por mí, enterarse de que yo le gustaba a Shiori, haría que ella se confesara para no perderme ¿no? Al menos, si fuera al revés, yo no querría perderla, y trataría de confesarme para tener al menos una última oportunidad. Aunque bueno, a quién quería engañar, Sakurako seguro que sería mucho más valiente que yo en ese caso. Yo ni siquiera era capaz de mostrarle afecto sin ruborizarme.

—Hola, Himawari —me saludaron. Levemente despistada, levanté la vista y me encontré con los ojos castaños de Shiori. Me sonrió—. ¿Qué te trae por aquí?

Señalé mi libro, aunque ni siquiera había avanzado desde que me había sentado.

—Himawari, llevó un rato en la biblioteca y no te he visto pasar una página. ¿Estás bien?

—Sí, no te preocupes. Son muchos conceptos y no consigo memorizarlos —me excusé.

—Oye, Himawari, sé que es posible que estés un poco confundida por lo que te dije. —Shiori se sentó en mi mesa, frente a mí—. No me gustaría que te agobiaras por ello, ¿de acuerdo? Ya te dije que tienes todo el tiempo del mundo para darme una respuesta.

—Gracias... Eres muy amable.

—¿Verdad que sí? Seguro que sería una novia estupenda para cualquiera. Qué suerte tienes de gustarme, amiga.

Aquello me hizo sonreír. Al menos, me ayudaba a relajarme un poco. El hecho de que Shiori se lo tomara con tanto humor y naturalidad hacía que me sintiera algo más cómoda. Se despidió de mí y me dejó sola de nuevo, no sin antes despedirse con una de sus ocurrencias.

—Espero que tengas casi tan buen día como yo, porque el mío desde que te he visto es difícil de superar.

La miré mientras se alejaba y comprendí que tenía razón; cualquiera tendría suerte de ser su pareja, pues Shiori siempre había sido encantadora. Sentía que le estaba fallando al no poder corresponderla como se merecía, por no poder darle el amor que ella me pedía, pero para mí hacía ya mucho tiempo que solo existía Sakurako. Suspiré también al comprender mi destino, el mismo que el de Shiori: amar a alguien que no me correspondía. Miré de nuevo mi libro. Definitivamente no iba a avanzar mucho aquella tarde, así que lo cerré, lo llevé a su sitio, y tomé otro de entretenimiento en su lugar.

Llegadas las 5 de la tarde, me marché de la biblioteca sintiendo mi tiempo de estudio total y deliberadamente perdido y me dirigí a la estación para coger el tren de vuelta a casa. Debía estar en la puerta de la casa de Sakurako a las 6, así que no podía entretenerme demasiado. En en trayecto, seguí dándole vueltas a todo, para variar. Seguía pensando en cómo Sakurako reaccionaría al saber los sentimiento de Shiori hacia mí. ¿Llegarían a ella los celos? ¿Haría alguna locura para impedir una posible relación entre Shiori y yo? Me estaba comenzando a obsesionar con aquella posibilidad, con tratar de hacer a Sakurako reaccionar, ya que yo no era capaz de decirle lo que realmente sentía. Lo que no sabía es que ese día me iba a golpear de lleno con la realidad.

Durante mi regresoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora