01 - Aisha

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-Aisha.

Miro al señor Choi por encima de mis gafas, A veces ni siquiera sé porque las uso. Los rasguños son tantos que puede ser difícil de ver con ellos. Pero siempre

se han sentido como una barrera entre el resto del mundo y yo. Es algo que

quiero mantener en su lugar, incluso si no funcionan.

-La campana ha sonado -dice mirando el reloj, diciéndome algo que ya sé.

Escuché la campana. Simplemente no tenía prisa por salir del aula como todos los demás.

No tengo prisa de unirme a la multitud de estudiantes que tratan de salir por la

puerta, todos corriendo y chocando entre sí. Odio las habitaciones llenas de gente. Siempre parece que las paredes se estuvieran cerrando sobre mí. Uno

pensaría que estaría acostumbrada, creciendo en una ciudad ocupada, tomando el

subterráneo o autobús hacía y desde la escuela. Pero no, todavía no me

acostumbro al sentimiento. Ni siquiera después de 18 años.

-Lo siento Sr. Choi -digo, empacando mi mochila.

-¿Has oído algo de alguna de las universidades a las que solicitaste? Todavía estoy dispuesto a darte una buena recomendación, si quieres -dice acercándose

a su escritorio mientras me dirijo hacia el frente del aula.

Al Sr. Choi le gusta mirarme un poco demasiado. Igual que a muchos de los colegas de mi padre. Hacen que me pique la piel. Y tengo que detenerme de

rascarme. Mi padre me llama inquieta y me grita que deje de hacerlo.

-Estoy bien, gracias -le digo educadamente, tratando de no entablar más

conversación.

No voy a molestarme en decirle que no solicité en ninguna universidad porque

no tengo el dinero para pagarla. Tuve buenas calificaciones y fui a una de las

mejores escuelas privadas del estado, todo gracias a un abuelo muerto que nunca

conocí. Pero mis notas no eran lo suficientemente buenas para ninguna beca. No

en una escuela como esta, donde tener calificación de 4.0 es común. Es una

escuela a la que no pertenezco realmente.

Soy una chica pobre rodeada de niños que conducen automóviles que cuestan

más que algunas casas. Ciertamente más que la casa en la que vivo. Y la gente se

da cuenta.

El Sr. Choi se para frente a mí, deteniendo mi camino. Alzando la mano, toma

un mechón de mi cabello largo y oscuro entre sus dedos. Me quedo ahí, insegura

de qué hacer. Todas las chicas encuentran atractivo al Sr. Choi. Enseña álgebra

avanzada y también es el entrenador de lucha libre y está construido como un

luchador. Es fornido, como si pasara horas en el gimnasio, pero no es mucho

más alto que yo. No entiendo porque me presta tanta atención.

Las chicas de mi clase prácticamente se abren de piernas para que él pueda

echarles un vistazo mientras está enseñando.

-¿No quieres compartir tus planes conmigo, Aisha? Tienes planes, ¿no?

Mi plan es salir como el infierno de la ciudad lo más rápido posible. He ahorrado

cada centavo que he ganado para poder escapar en el momento en que termine la

escuela. Voy a comprar un billete de ida a un pequeño pueblo y vivir una vida

tranquila.

Tal vez una vez que me haya establecido en algún lugar, pueda encontrar una

floristería o un jardín para trabajar, un lugar muy espacioso, así finalmente seré

capaz de respirar. Ser libre.

El Sr. Choi da un paso más cerca de mí, y me congelo.

-Creo que necesitas que alguien te cuide, Aisha. Estoy más que dispuesto a... -El sonido de un teléfono sonando en su escritorio lo interrumpe.

Salto lejos de él, poniendo espacio entre nosotros. No espero a que diga nada

más y me apresuro a salir del aula, queriendo escapar lo más rápido posible. No

dejo de caminar hasta que estoy lejos y golpeo la concurrida acera.

No es hasta que llego a la calle principal y giro a una menos concurrida que

finalmente ralentizo mis pasos. Finalmente puedo respirar, y tomo un momento

para que mi corazón se asiente. Trato de apartar los pensamientos de lo que sucederá la próxima vez que lo vea. Como si no fuera lo suficientemente malo

estar allí todos los días...

No es hasta que mi ansiedad se desvanece a un ruido sordo, que puedo mirar la

escena a mi alrededor. La calle está llena de edificios en un lado y en el otro hay

un parque gigante lleno de flores y niños jugando.

Camino lentamente, respirando el aire fresco y queriendo quedarme todo el

tiempo que pueda. Todavía necesito comprobar a mi vecina, la señora Min. Ella

tiene una lista de cosas que quiere que haga por ella, y necesito estudiar para los

finales.

El final se acerca. Está tan cerca que casi puedo probarlo. He guardado trescientos mil wons. Una vez que tenga el diploma en mi mano, estaré lista para desaparecer.

No más paredes cerrándose. No más padre al que apenas puedo soportar mirar.

No más tener que estar en algún lugar que me hace sentir como si estuviera

muriendo lentamente. La calma que el parque me da, deja mi cuerpo pensando

en volver a casa y cuánto tiempo me queda.

Pronto todo esto habrá terminado.

Sometimes › jjk ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora