Capítulo 1

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                                     Glenwood, Georgia

                                    3 de octubre de 2014



—¡Con un demonio Ángela, ya levántate! —rugió Rose al tiempo que zarandeaba a Ángela que se hallaba en la cama— ¡Juro que si no te levantas te sacaré a rastras!

Ángela soltó un quejido. El día de ayer, ella y sus amigos celebraron el cumpleaños número dieciséis de la mejor amiga de Ángela, Cassandra, donde Ángela se emborrachó a la quinta bebida. A ella le gustaba beber y podía controlarlo, pero esa noche no lo hizo y ahora tenía resaca en día de clases.

—¡Ya, Rose! Yo no voy a tu cuarto a despertarte de estas formas —protestó Ángela, mientras se quitaba las sábanas de encima. Quiso mirarla de mala manera, pero al filtrarse los rayos del sol a través de la ventana entornó los ojos y se llevó una mano a su cabeza punzante.

—Es en serio, vamos a llegar tarde otra vez —reprochó Rose con enfado y un gruñido— y todo por tu maldita resaca.

—Tranquila —respondió la muchacha, mientras se paraba de la cama y, arrastrando los pies, se fue al baño de su habitación—. Aún tenemos tiempo para llegar —Rose la siguió—. Solo no grites, por favor —Se quejó aun con la mano en la cabeza. Todo a su alrededor le daba vueltas.

Mientras abrió la llave de la ducha, Rose cruzó sus brazos; Ángela se volteó para mirarla fijamente. Su cabello castaño estaba perfectamente liso, lo que hacía ver su rostro más delgado de lo que ya era. Sus pestañas y cejas abundantes, y sombras rosas en los parpados, resaltaban sus ojos color avellana. Todo en ella le causaba envidia a Ángela, desde su rostro, hasta su cuerpo cubierto por una camiseta sin mangas de color negro, encima un chaleco de mezclilla, con un pantalón en la parte de abajo y zapatos bajos del mismo color.

—Tengo que ser puntual en esta primera clase y sabes bien que no me gusta llegar tarde —Rose miró mal a su hermana cuando Ángela bostezó—, así que quiero que estés lista en quince minutos, de lo contrario, te irás caminando —concluyó saliendo del baño, cerrando la puerta detrás de ella con fuerza.

Ángela rodó los ojos y se quitó la ropa dejándola en el cesto. Cuando terminó, se metió a la ducha olvidando el mal humor de su hermana que tenía todas las mañanas, y, al cabo de cinco minutos bajo el agua tibia, salió enrollándose una toalla en el cuerpo y otra en el pelo castaño.

Tomó unos vaqueros claros ajustados, una blusa blanca de manga larga un poco holgada y converse blancos; ofreciendo una apariencia fresca. Se quitó la toalla de su cabeza aventándola hacia a la cama para meterse de nuevo al baño. Al regresar a su habitación tomó un collar de cadena delgada de plata, la cual tenía un rubí —por dentro, tenía manchas negras— en forma de octágono y alrededor de un marco de oro. Fue un regalo de su hermana por su decimoquinto cumpleaños y nunca se lo había puesto por temor a perderlo, ya que era muy precioso y valioso para ella. Solo lo usaba cuando estaba en casa, pero hoy hizo una excepción y lo golpeó en su cuello.

Se cepilló su cabello ondulado y corto, dejándolo suelto. Se maquilló, ocultando las ojeras que tenía para que sus padres no sospecharan. Ellos no sabían que Ángela había llegado ebria a la casa y todo gracias a Rose. Solo por ello, le devolvió el favor terminando antes de los quince minutos que su hermana le había dado.

Salió de su habitación, después de tomar su mochila, y bajó las escaleras de madera dirigiéndose a la cocina pasando por la sala.

—Buenos días, mamá —saludó mientras entraba a la cocina.

Susurrantes [Libro1] [En proceso]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt