Después de terminar las cuatro primeras clases, Ángela se dirigió a la cafetería junto con Cassandra. Al llegar, se fueron a la barra de alimentos donde escogieron lo mismo: papas fritas, sándwich y una botella de agua; luego, fueron a sentarse con los demás, cuyas bandejas tenían lo mismo que ellas.
La cafetería ya se estaba llenando; tanto los compañeros de fraternidad con los del equipo de futbol y las porristas la llenaban.
Transcurrieron diez minutos, todos estaban comiendo tranquilamente hasta que, algo por el rabillo del ojo captó la atención, no solo de Ángela, también de sus amigos y de compañeros de mesas vecinas. Era Vanessa, seguida de otras chicas que se habían quedado bajo el marco de la puerta de la cafetería, inspeccionando el lugar como si quisieran que todo estuviera en su lugar.
—Pero miren quien acaba de llegar, las plásticas sin cerebro —anunció Rose con repulsión en cuanto las vio.
A la izquierda de Vanessa se hallaba Janeth, una mujer de piel morena clara. Llevaba su pelo marrón en un chongo aguado, algunos mechones le caían a los lados de la cara resaltando su piel perfecta. Sus ojos eran del mismo color de su pelo. Vestía unos jeans azules metidos en botas altas de color negro, y en la parte de arriba un suéter de hombro caído que le llegaba al muslo. A su lado se encontraba Andrea, de la misma tez y color de ojos que Janeth; solo que Andrea era unos centímetros menos alta que su hermana. Vestía un pantalón negro con botas cafés y suéter blanco. Después, le seguía Nora, quien era más pequeña que las otras chicas. Su cabello ondulado le llegaba hasta las costillas; vestía una blusa de manga larga de un color verde oscuro, seguido de unos pantalones negros y botines grises.
Por último, estaba Vanessa. Era la más alta del grupo. Su cabello estaba teñido de blanco y le llegaba por debajo de los pechos, su tez blanca y ojos grises con un poco de pecas en la nariz y mejillas la hacían ver atractiva. Usaba una camiseta floreada sin mangas con una chaqueta blanca y pantalones negros con botas de tacón arriba de la rodilla.
Ángela las miró a cada una, pero en cuanto Vanessa se topó con su mirada, le sostuvo el contacto visual. Y sin dejar de verla, las cuatro se dirigieron a la mesa donde se encontraban Ángela y el resto de sus amigos. Estando ahí, Vanessa se sentó en el regazo de Christian toqueteándole la camiseta. Leonardo, que estaba al lado de Christian, gruñó a la vez que se quitaba los cabellos blancos de Vanessa que le habían llegado hasta ahí cuando ella movió su melena al sentarse en el rezago del rubio.
<<Unos meses más y te largarás de aquí, que ya no te soporto>>, pensó Ángela, mientras apretaba con dureza su sándwich, desparramando su contenido.
—Creí que los prostíbulos abrían en las noches, no entiendo que hacen aquí honrándonos con su visita —soltó Rose, mirándolas con una sonrisa de oreja a oreja.
Los chicos miraron con orgullo a Rose.
—Tienes razón, Rose —dijo Janeth soltando la última palabra con asco—, los prostíbulos abren en la noche, deberías darte una vuelta; estoy segura de que te darán trabajo en cuanto te vean, porque, en sí, tienes la pinta —le guiñó un ojo.
La sonrisa de Rose se desvaneció, ahora la reemplazaba una mirada llena de odio hacia la muchacha que estaba detrás de Leonardo. Hyun Ye posó su mano en la de ella para tranquilizarla al ver que abría la boca para contraatacar, pero Ángela resopló antes de hablar.
—¿Qué quieren esta vez? —preguntó Ángela, cansada y deseosa de que este momento formara parte del pasado.
—Solo vine a invitar a Christian a salir hoy —respondió Vanessa acercando sus labios hacía los de él, los detuvo a unos centímetros de su boca.
YOU ARE READING
Susurrantes [Libro1] [En proceso]
FantasyUn mundo gobernado por dos gemas. Una maldición que ha condenado por generaciones a una familia. Una guerra entre susurrantes y silenciosos. Y una decisión que debe tomar Ángela Hawthorne sobre su futuro: luchar por un mundo que desconocía toda su...