Una vida diferente: Always by your side (Sirius Black y tu)

19. No hagas enfadar a un hada

Me encontraba sobrevolando Londres. No había dormido nada en las últimas 24 horas. Durante la noche, cumplí con mi deber en la Ciénaga y cuando acabe, volé hasta Londres para reunirme con Fleur en el Caldero Chorreante.

Sabía que a ella no le gustaba ese lugar, pero a mí me apetecía ver a Tom y que me contase las últimas novedades. Cuando llegaba la noche, y los magos habían bebido demasiado, tenían un momento de confesiones. Tom había identificado a varios mortifagos en las últimas semanas gracias a eso.

Me sorprendió saber que Fleur había hecho amistad con un joven mago que resultó ser Bill Weasley. Cuando ella supo que lo había conocido ayer y que me resultaba atractivo, no pudo evitar sonrojarse.

Cuando llegué a Grimmauld Place, pasadas las diez. Todo el mundo estaba levantado, Encontré a Bill desayunando en la cocina.

- Parece que no has dormido bien esta noche – me dijo

- Es que no he dormido – le informé y me senté enfrente de él

- Siento la actitud de mi madre ayer – se disculpó Bill – A veces se le olvida que tú eres la tía de Harry – dijo esto último en un susurro

- A veces a mí también se me olvida – reconocí

- ¿Puedo servirte algo de comer? – se ofreció

- No, ya he desayunado... con Fleur Delacour.

Me encantaba ver la reacción de las personas cuando descubrían que sabias su secreto. Bill se aclaró la garganta y dejó delante de mii unas galletas.

- Tiene muchas ganas de aprender – dijo él

- Sí y le ha tocado el maestro guapo – dije y vi como Bill se sonrojaba.

- Mi madre cree que hay un Boggart en uno de los cuartos. Le dije que le ayudaríamos con ello – me informó Bill y asentí

Esperé a que terminase de desayunar y subí con él hacia el cuarto. Nos encontramos a Sirius en las escaleras con una bolsa llena de ratas muertas. Nos miró a ambos.

- Voy a darle de comer a Buckbeack y bajo ahora

- Muy bien – le respondió Bill

La señora Weasley, Hermione, Ginny, Fred, George, Harry y Ron ya se encontraban en el salón.

- Buenos días – me saludó la señora Weasley

- Buenas – respondí al saludo pero sin mirarla.

- Bueno, a ver... este escritorio... —Sirius entró en el salón y dejó la bolsa de las ratas encima de una butaca para agacharse a examinar el mueble; el escritorio temblaba ligeramente—. Mira, Molly, estoy convencido de que es un boggart —comentó Sirius mirando por la cerradura—, pero quizá convendría que Ojoloco le echara un vistazo antes de soltarlo. Conociendo a mi madre, podría ser algo mucho peor.

- Tienes razón, Sirius —coincidió la señora Weasley.

En el piso de abajo sonó un fuerte campanazo, seguido de inmediato por el mismo estruendo de gritos y lamentos que Tonks había provocado la noche pasada al tropezar con el paragüero.

— ¡Estoy harto de decirles que no toquen el timbre! —exclamó Sirius, exasperado, y salió a toda prisa del salón. Lo oyeron bajar precipitadamente la escalera, mientras los chillidos de la señora Black volvían a resonar por toda la casa.

— ¡Manchas de deshonra, sucios mestizos, traidores a la sangre, hijos de la inmundicia!...

— Limpiaremos esto mientras tanto – dijo la señora Weasley y Bill y yo salimos del salón