Respiros Cálidos

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Nota de autor.

Antes de que continúen con la lectura, ,e paso por aquí para dar los merecidos créditos a @AillenxHer, quien prestó su colaboración en la escritura total de este capítulo.

Narrativa de autor.

Humo inundaba el ambiente gélido y oscuro del lugar, adornando la parte frontal de la casa de Bernardo el cual, seguramente estaría en el quinto sueño; como no estarlo, Eran la 5 de la mañana apenas, a diferencia de Pandora, la cual no podía pegar el ojo desde horas antes.

Allí sentada en el suelo, recargando su espalda en la pared y encogiendo sus piernas pegándolas a su pecho, Pandora encendía el cuarto cigarrillo de la mañana, sumida entre sus pensamientos mezclados con recuerdos de sus situacin, esos que no la dejaron dormir esta vez. 

Exhalaba con aburrimiento el humo, abrazando su cuerpo con sus brazos descansando su mentón sobre estos.

—¿Qué carajo haré ahora?—, pensó de manera frustra, Sin siquiera notarlo, Pandora de poco en poco dejaba escapar sus pensamientos, las dudas que la estaban atormentando esa madrugada solo tomaban fuerza como una pequeña bola de nieve en una avalancha.

Luego de ir a ese cajero todo comenzó a caer, a desmoronarse de poco en poco frente a ella. No tenía nada de momento, carecía de recursos monetarios para pagar una simple renta o mantenerse a ella misma, y mucho menos al resto...

¿Qué haría?...

Inhaló una vez más de aquel cigarrillo ya por la mitad, antes de susurrar, —Es como correr en un laberinto, con las manos atadas y los ojos vendados en total oscuridad... Es una mierda.

Su analogía no era un mal ejemplo para describir la situación de Pandora. No podía arriesgarse a buscar un empleo aparte de las investigaciones, un paso en falso y caería todo por una trampa escondida en uno de los numerosos corredores de aquel laberinto. 

Inconscientemente Pandora llevó su mano libre justo detrás de su nuca, rascando levemente mientras pensaba; ya se había aprovechado mucho de la hospitalidad de Bernardo, además de hacer uso de sus cosas, sin paga alguna hasta el momento, pero...

¿Estaría mal pedirle otra cosa más?

De inmediato sacudió su cabeza, dejando escapar una bocanada de humo que estaba conteniendo en su garganta. No podía hacerlo, era demasiado pedir eso e incluso, sería muy mala idea hacerlo.

Él fácilmente podría darse cuenta de su otro problema con una pista asi.

—¿Por qué tan pensativa Querida Pandora?—, dijo Bernardo con una sonrisa, después de acercarse en completo silencio.

Se sobresaltó arrojando sin querer el cigarrillo, una vez escuchó esa voz cantarina. Dejando escapar un suspiro largo se atrevió a verlo, al igual que ella estaba sentado justo a su lado, con una taza de posiblemente café en la mano y un semblante algo adormilado.

—¿En qué momento habrá llegado este loco?—, pensó pandora mientras se calmaba.

Notó de nuevo esa sonrisa típica de él, antes de escucharlo,—Ya veo porqué estás aquí afuera, después de todo no te prohibí fumar fuera de la casa, que ingenioso.

Está dirigió su mirada hacia el suelo frente a ella, sin molestarse había tirado todos los restos de los cigarrillo allí, considerando limpiarlo todo luego pero ahora, ahora no tenía ganas de nada en general.

Dejando escapar un suspiro dijo,—No podía dormir, y tampoco tenía hambre... Supongo que esto era lo único que podía hacer—, dijo de manera fría y tomó la caja de cigarrillos que tenía en el bolsillo de su abrigo, notando que estaba casi vacía,—Esto es lo único que me queda...

La Plaga oscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora