White Flag

18. El príncipe inmortal(Especial Si no hubiera nacido)

Al rededor de todo el reino recorrió la noticia que tenía a Taecyeon muy preocupado, Hoseok era el príncipe inmortal quien no podía ser herido por ningún arma. Había obtenido un regalo del Rey de dragones quien lo había cubierto con su sangre, pero ni una hoja en la espalda o punto en el tobillo había quedado vulnerable, pues su sangre había Sido introducida por un beso de forma interna y Hoseok no tenía puntos de debilidad.

Taecyeon observaba el mensaje de sus hombres y se levantó de su trono haciendo añicos la carta. — Su majestad, mientras tengamos la gema lunar no hay peligro, las murallas oscuras son impenetrables y nadie conoce como llegar. El único que sabía era el difundo Lee Taemin.

— Eso es lo único que me calma, solo a él le revelé esa información y sus protectores jamás dejarán que alguien llegue.

Dijo sonriendo, las murallas oscuras estaban casi en los límites de su reino, colindaban con las tierras perdidas donde habían desaparecido las manadas de lobos hace siglos. Se decía que la última manada se había alejado de la civilización pues vieron la maldad del hombre.

En Fuyu, los reyes observaban a Hoseok quien les contó lo sucedido en la batalla. Taehyung cargaba a su bebé Yong-Sun quien amaba estar mimada por su padre, mientras Yue y Taeyang estaban asombrados por la noticia pues tener un padre que no podía ser herido era asombroso y tranquilizador para ellos.

— Taehyung...¿Cómo te sientes ante está situación?— preguntó NamJoon preocupado por la situación, pues sabía lo celoso que podría ser su hijo y más después de lo sucedido con aquel torneo que lo separó de su esposo. El Rey Kim observó a su hijo quien charlaba con su bebé, cuando vio a su padre este le observaba con una mirada inquisitiva. 

—¿A qué te refieres?

— Hijo, ese obsequio fue dado por Arata y bueno... tú en el pasado...

— Padre, estoy feliz de que nadie pueda lastimar a Hoseok, Arata no solo me dejó el poder de llamar y controlar  a los dragones, sino que le dio a mi esposo la fortuna de no ser herido. No soy el mismo inmaduro de antes, amo a Hoseok y estoy satisfecho con todo esto.

NamJoon sonrió al igual que SeokJin, sin duda alguna su hijo había madurado mucho y su relación con Hoseok era muy fuerte y sincera. — Sin embargo, no es cierto que nadie puede herirme. — dijo Hoseok levantándose de su lugar, sus hijos estaban a la expectativa de lo que decía su padre. Taehyung se acercó a su esposo y este sonrió, pero Taehyung estaba muy preocupado por lo que le iba a revelar su esposo.

— Hoseok, dime ¿De qué hablas?— dijo Taehyung abrazándolo, Hoseok correspondió el abrazo y luego se alejó observando a todos los presentes.

— Mi padre te dijo del poder del Sol, este brinda poder al que amo. En este caso a mi ejército y mi familia... Pero Arata me dijo que este poder solo es vulnerable con la persona que amo.

Todos observaron a Hoseok, este estaba  con la mirada preocupada y se acercó para esconder su rostro en el pecho de Taehyung. Este sonrió y el Rey NamJoon habló. — Solo Taehyung puede lastimarte.

— Sí. Es el único con el poder para lastimarme.

— Entonces estás seguro por siempre, mi amado príncipe Hobi.

Taehyung lo besó delante de todos, SeokJin estaba feliz viendo cuánto había madurado su hijo. Después de acordar guardar el secreto, todos se retiraron a sus aposentos en dos días emisarios de cada reino llegarían a Fuyu para partir a las murallas oscuras. Taehyung sentía que su esposo estaba nervioso, suponía algo de lo que estaba pasando por su mente, pero trataría de alejar cualquier duda que tuviese.

Estaban ambos listos para dormir nuevamente, en Fuyu el día estaba bastante nublado, habían dejado a los heridos al cuidado del sabio y los soldados ayudaban en la reconstrucción de la aldea. Había sido una jornada muy pesada y ambos habían estado apoyando a todos con mucha diligencia. Taehyung al ver a su esposo recién bañado se acercó a él y lo abrazó por la espalda rodeando su cintura con sus brazos, su barbilla descanso en su hombro y le dio besitos cortos en su cuello. — A veces quisiera ser un mago para desaparecer cualquier idea que te preocupara.