𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 3

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Habían pasado tres largos y tortuosos días desde la audición y todavía no aparecía ninguna noticia de la academia, nuestra joven rubia con cada minuto que pasaba perdía más las esperanzas así que en un arranque de miedo e inseguridad comenzó a buscar un trabajo en los periódicos locales, ya que pagar una renta en las afueras de parís no era cosa fácil.

Estaba tan metida en su papel que no se dio cuenta cuando su teléfono sonó al recibir una notificación, fue hasta a punto de irse a dormir que se dio cuenta que tenía un email sin abrir, cuando vio el remitente de este sus manos comenzaron a temblar y su garganta de repente se sintió seca, pero tomo el valor para poder abrirlo.

          —Por este medio me comunico con usted Coraliné Montiel para comunicarle que fue aceptada para el programa de la compañía Ballet de la Ópera de Paris, mis más sinceras felicitaciones y espero comunicarme con usted por este medio para entregar los papeles correspondientes en tiempo y forma.

          Sin nada más que decir me despido de usted, tenga un buen día.

La chica siguió leyendo rápidamente el correo, pero al terminar este mismo no pudo aguantarse el grito de emoción y triunfo, comenzó a brincar por toda la habitación ganándose golpes en la pared de sus vecinos por hacer ruido a tan altas horas de la noche.

Pero poco le importaba, había entrado a la compañía de sus sueños, iba a poder hacer lo que ama y la apasiona.

Cuando todas estas emociones fueron disminuyendo y cayó en cuenta de lo que había pasado las lágrimas de felicidad comenzaron a caer por sus mejillas mojando su piyama en el proceso, ella de verdad lo había logrado, tanto esfuerzo por fin estaba dando frutos y ahora más que nunca daría el 200% de ella.

El gran día había llegado, estaba preparando todas sus cosas para su primer día en la academia, pero una notificación de su teléfono la hizo perder la concentración.

           —Ten un gran día mi amor, estoy muy orgullosa de ti, mi pequeña Odette.

Al leer el mensaje de su madre las lágrimas amenazaron con salir de sus orbes, pero las contuvo ya que tenía el tiempo contado y lo último que quería hacer era llegar tarde.

Después de contestar tan hermoso mensaje corrió a la estación del metro, pero en cuanto las puertas del vagón se cerraron recordó que había dejado su almuerzo en el refrigerador.

Se regañó mentalmente una y otra vez, pero al ver el tiempo se dio cuenta que era más que imposible regresar a su casa y llegar a tiempo, estaba pensando a una y otra vez que podía hacer hasta que recordó la cafetería del chico pecoso.

Agradeció a cualquier ser celestial que la cafetería ya estaba abierta a tan temprana hora y se adentró en esta, todas las sillas estaban arriba de las mesas y parecía que no tenía ni 10 minutos de que habían abierto.

Al acercarse a la barra fue recibida por una señora de más o menos la edad de su madre y que al igual que ella tenía en su cabello algunas canas plateadas siendo estás testigo del paso de los años.

          —Buen día —dijo ella amablemente.

          —Buenos días ¿Me podría preparar un capuchino con leche de almendra?

          —Claro que si ¿Algo más? —pregunto mientras tecleaba su orden.

Después de pedir su panecillo la rubia tuvo que esperar unos cuantos minutos que parecían eternos hasta que su almuerzo estuvo listo, pago y agradeció, pero gracias a que vio su teléfono para tener conciencia de la hora no se dio cuenta que estaba por estrellarse contra el peliverde dueño de sus pensamientos.

No fue hasta que los dos tambalearon y por poco el almuerzo de Coraliné terminó en el piso, pero gracias a los rápidos instintos del chico impidió que tocaran el suelo.

          —Perdona, no te vi —dijo apenada la chica.

          —No te preocupes, también la culpa es mía, ya que tampoco te vi.

Los dos chicos rieron ante tan incómoda situación, pero se despidieron como si fueran amigos de tiempo y cada uno siguió con su día, por su parte Izuku llegaba tarde a la cafetería y sabría que su madre lo regañaría, pero no le importaría en lo más mínimo, pudo hablar con la chica que había llamado su atención.

Aunque no supiera nada de ella; no sabía si le gustaban los días fríos o calurosos, ¿Que le gustaba para desayunar?, ¿Le gustaría el huevo? El preparaba unos excelentes huevos poche, el chico se perdió tanto en sus pensamientos que no se inmutó que su madre efectivamente lo estaba regañando por tener la mente en las nubes, pero ¿Cómo regañarlo? Era parte de el ser así.

𝓒𝓸𝓻𝓪𝓵𝓲𝓷𝓮 | Oc X Izuku Midoriya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora