𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 9

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Hoy se cumplían 6 años desde que Izuku había encontrado de nuevo a la chica que lo volvía tan loco, había encontrado a la dueña de sus pensamientos y que por más de un año no dejo su mente ni un solo segundo.

El chico se encontraba acostado pensando en que sería un buen regalo. ¿Que podría darle que demostrará lo mucho que la quería? Ningún regalo material que venía a su mente era lo suficiente, no, ella necesitaba algo especial, algo digno de ella.

Los siguientes días se mantuvo pensativo, cuando una idea venía era automáticamente desechada. El sentía que no era suficiente.

Era jueves por la noche, Izuku estaba solo a unas horas de que fuese su sexto aniversario, y todavía no tenía nada. La pareja se encontraba cenando en un restaurante a los pies de la torre Eiffel, ya que según Coraliné, una cena con su persona favorita era todo lo que necesitaba —Muy poco—. Pensó Izuku. Cuando giro un poco la cabeza vio en la calle una publicidad de la próxima obra de ballet que llegaba a la ciudad y fue ahí cuando se le ocurrió una gran estúpida idea, pero valía la pena arriesgarse.

Después del accidente a Coraliné le tomo muchos años el poder retomar su vida, terapia tanto como física y emocional fue necesaria, a lo largo de los años había podido quitarse ese miedo a estar dentro de un automóvil, al igual que estar rodeada de mucha gente, había logrado caminar de nuevo, gracias a los mejores médicos de todo el mundo, a veces ocupaba su silla de ruedas, ya que aunque sus piernas eran lo suficientemente fuertes para mantener su peso a veces eran superadas y necesitaban un descanso.

Lamentablemente no había podido regresar a bailar, lo había intentado, pero al ya no tener la movilidad que tenía antes se le hacía muy doloroso cualquier movimiento del ballet, resignada de que nunca volvería a pisar un escenario dedico sus días a dar clases en su academia y cuando era requerida a dar pláticas sobre su experiencia y todo lo que había aprendido de esto.

Izuku conocía todos estos detalles, ya que él los había vivido junto con ella, sabia lo significaba el ballet para ella y aunque no había podido cumplir su promesa de que haría que regresara a bailar, haría que pisara un escenario de nuevo, y no cualquier escenario.

Para cuándo Coraliné despertó su novio se encontraba enfrente de ella arrodillado y en con un traje color azul marino que lo hacía ver muy guapo, su pelo estaba un poco menos alborotado que de costumbre y tenía un pañuelo color beige que sobresalía de la bolsa de su pecho. No quiso preguntar la razón por la que estaba en esa rara posición, era más que obvio. Se limitó a darle un cálido beso en los labios dándole los buenos días.

Izuku le preparo su desayuno favorito y se lo llevó a la cama; un pan levemente tostado con un huevo estrellado arriba de este, bañado en una salsa de espinacas y queso de cabra que le había enseñado su suegra, rematando con finas láminas de jamón serrano por encima.

Cuando Izuku llegó a la habitación y su pareja olio el platillo pudo ver cómo su cara se le iluminaba, quería que este día fuese de lo más especial.

—No tienes que darme regalos amor, con que estés conmigo es más que suficiente —dijo la rubia mientras empezaba a comer su desayuno.

El pecoso no dijo nada, en cambio se levantó para darle un beso en la coronilla y salir de la habitación, dejando a su novia comer tranquilamente mientras él iba al cuarto de visitas que estaba adaptado como el cuarto de rehabilitación de Coraliné, el lugar tenía una caminadora que a su misma vez tenía un columpio, pero no era cualquier columpio, ese columpio fue el que permitió que Coraliné pudiera caminar de nuevo.

La terapia consistía en colgarla de este y que poco a poco fuese dando pasos hasta que logrará caminar, Izuku sabía que era un proceso lento y doloroso, pero en cuanto dio sus primeros pasos no pudo evitar soltar unas lágrimas de felicidad.

𝓒𝓸𝓻𝓪𝓵𝓲𝓷𝓮 | Oc X Izuku Midoriya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora