Capitulo 2 A través del espejo

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Seras se obligó a sonreír e inclinarse hacia delante, empujaba descaradamente sus pechos. Necesitaba que el maldito alemán la invitara de nuevo a su comando, los cuarteles. Se sintió absolutamente sucia mientras se reía y se aferraba al brazo del bastardo todo el camino más allá de los guardias y docenas de hombres uniformados. Claro que podría haberse incorporado gradualmente, pero habría pasado mucho tiempo buscando a su objetivo. Ahora solo tenía que robar un sorbo aquí y allá hasta que encontrara a alguien con la información que necesitaba.

En el momento en que estuvieron en su habitación, claramente compartida por otros tres hombres, su actitud tonta se desvaneció cuando ella extendió su mente, su influencia sobre la de él. Sus ojos se quedaron en blanco mientras el se desplomaba contra la pared sucia más cercana.

-Siéntate- ella le ordenó. El obedeció sin cuestionar, sentándose en la cama más cercana. -Remanga tu manga izquierda- ella le dijo y él así lo hizo. Ella hizo un corte en el pliegue interior de su codo, lo suficientemente profundo como para que la sangre brotara e inclinó la cabeza para sorber la sangre.

La información inundó su mente. Una vez que estuvo segura de que había conseguido todo lo que pudo, lamió. La saliva de vampiro tenía propiedades curativas que funcionaban incluso en humanos.

-Nos divertimos un poco y te quedaste dormido después de que me fui. Tienes que levantarte temprano para tu próximo turno- ella le dijo.

El asintió sin comprender y se reclinó, levantando las piernas sobre la cama, con botas y todo, y se durmió de inmediato.

Seras debatió sus opciones antes de decidir dejarlo como el estaba. Sacó una botella de whisky de un bolsillo oculto y la mojó en su ropa, creando la ilusión de embriaguez. Eso explicaría cualquier laguna en sus recuerdos.

Se desvaneció en niebla y atravesó las paredes. Necesitaba encontrar a Johan Gutenson, el soldado común asignado para proteger las instalaciones de investigación en la base.

~ooOoo~

Le tomó más tiempo de lo esperado localizar su objetivo. Todos los soldados asignados a las instalaciones de investigación tenían cuarteles separados más cerca de los laboratorios.

-¡Déjenme ir!- gritó una joven voz aguda -¡Déjenme ir!-

Seras observó cómo un par de soldados maltrataban a un joven preadolescente en el ala de investigación. El niño se veía bastante flaco y andrajoso, vestido con ropa que había visto días mejores.

-Deja de luchar, mocoso- se quejó el viejo guardia -No irás a ninguna parte-

Las palabras amenazantes no calmaron al vagabundo. El luchó más duro. Su gorra de niño pobre cayó al suelo de hormigón y su desgastada chaqueta se desgarró en los hombros mientras intentaba escapar.

-Es mejor que el doctor Heinrich aprecie los sujetos de prueba adicionales que estamos entregando- murmuró el otro guardia mientras empujaba al niño hacia un conjunto de puertas con barrotes de hierro.

Las palabras fueron suficientes para hacer enojar a Seras.

Ella se movió.

El guardia que habló por última vez cayó donde estaba, su cabeza literalmente arrancada de sus hombros y arrojada al suelo.

Seras ignoró al chico mientras arrojaba al guardia restante contra la pared, inmovilizándolo con su mayor fuerza.

-Vas a decirme todo lo que sabes- ella le dijo en voz baja y áspera.

Antes de que el pudiera rogar o adoptar una postura, a Seras no le importaba cuál, ella se lanzó y hundió sus colmillos en su yugular.

No tomó mucho tiempo dejarlo seco, de sangre e información. Este no era Johan Gutenson, ese honor le pertenecía al primero que había matado. Pero Wilhelm Trebauchen era mayor y estaba al tanto de más información de la que Seras esperaba: la ubicación exacta de la instalación de investigación principal de Lazarus.

Una segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora