𝐸𝑙 𝐶𝑙𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒

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El cielo nublado y la baja temperatura empezaban a complicar el día, ya de por si el hecho de que esté fallando la tubería y sus amigas no dejen de insistirle en ir a ese baile tan popular para las jóvenes le parecía irritante al tener tantas cosas que pagar, además, no es como que esos bailes le gusten mucho pues las multitudes le resultan escandalosas

Tal vez parezca una amargada, pero tiene sus motivos para que no vuelvan a verla en una fiesta pues en la última las cosas resultaron cuanto menos peores y no desea contárselo a nadie. Ella amaba ese ambiente tan alegre, pero ya no es momento para eso a pesar de que esa mala experiencia pasó hace apenas dos días en la última fiesta que fue

-Con dos de azúcar, por favor -dijo la jóven de castaña cabellera y hermosos ojos rasgados mientras veía como su café estaba siendo preparado en la pequeña barra del restaurante-

El ámbar de esas pupilas no dejaba de ver como la mujer que la estaba atendiendo meneaba la cuchara con cuidado, esto la hacía desear probar aquella bebida tan cálida por este clima tan frío. Cuando esta estaba lista no dudó en dar un sorbo quemando torpemente su lengua, vaya día

-Me pregunto que sorpresas me voy a llevar hoy -después de decir esto sin mucho ánimo sopló a su café- Cada día es un misterio en ese trabajo, y los clientes ni se diga...Ver gente rara es el pan de cada día

Al mirar por la ventana vio que el tranvía en donde iba a trabajar recién había llegado, por lo que bastante molesta tuvo que dejar su café no sin antes tomar un Muffin con chispas de chocolate el cual estaba en una de las canastas de la barra. Apenas si pudo encontrar un asiento por la gran cantidad de gente que había, pero es mejor a ir parada y que los pervertidos vean debajo de su falda como le pasó los primeros días que usó este trasporte

Mientras este avanzaba veía por la ventana el lúgubre paisaje de la ciudad, y el cielo nublado dejaba una sensación extraña. Al fin, había llegado a su destino y bajó con cuidado, ahora debe tomar un taxi pues falta bastante por recorrer y no le gustaría andar caminando por ahí sola después de lo de hace dos días

-¡Taxi! -levantó la mano y gritó para llamar la atención de este, por suerte uno se detuvo- Gracias a Dios, siempre me ignoran

Frisk fue en la parte de atrás como siempre y se acomodó el saco gris que llevaba puesto, dio un retoque a su cabello e indicó la dirección que debía tomar el conductor, sin embargo este parecía verla de más por el espejo, cosa que simplemente la incomoda pero no debía mostrarse intimidada, no otra vez

–Al hotel MTT de Hotland, por favor -dijo desviando la mirada hacía su bolso-

-Ese lugar es muy exclusivo señorita, debe ser afortunada -dijo mientras posaba su vista en ella por medio del espejo-

-Solo trabajo ahí, es todo -respondió de manera indiferente- ¿Podemos avanzar?, voy tarde

-Una mujer tan hermosa no debería enojarse, eso quita su belleza -respondió de manera burlona y empezó a conducir a su destino- De verdad me ilusionaba que se sentara al lado mío, es una pena que vaya atrás

-Tengo dinero para pagar, si es que se refiere a esa cosa tan asquerosa que estoy pensando -miraba a la ventana pero de vez en cuando sentía esa mirada sobre ella-

-Lo dejo a la imaginación -respondió de manera sugerente-

El hombre tenía aproximadamente cuarenta años doblando la edad de Frisk, evidentemente no iba a caer ante una persona tan desagradable y además se empezaba a acostumbrar a este tipo de acoso cuando solamente iba a trabajar para tener algo que comer, pero claro, hay hombres que al ver a una mujer sola de inmediato piensan en aprovecharse de ella de una manera horrible

𝑸𝒖𝒆 𝒔𝒆𝒂 𝒖𝒏 𝒔𝒆𝒄𝒓𝒆𝒕𝒐...(𝑴𝒂𝒇𝒊𝒂𝒇𝒆𝒍𝒍)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora