Capítulo 24

649 109 13
                                    

Perdió la cuenta de todo el tiempo que Zack había estado corriendo. El palacio quedó atrás y las ruinas de la ciudad también. Las casas estaban espaciadas y el campo seco y oscuro que tenían por delante los exponía muchísimo.

Zoey no paraba de voltear hacia atrás, revisando con la poca luz que siempre tenían el perímetro. Si bien el abuelo de Zack había volado en pedazos, no sabía si Adam había tenido el mismo destino o no. Él podría estar persiguiéndolos.

—¿Dónde está la ciudadela? —preguntó ella, mirando hacia el frente. Cranium seguía rebotando en sus brazos, entre ella y la espalda de Zack.

—No lo sé —admitió Zackary, bajando la velocidad al fin después de un largo rato—. No veo más que las montañas a un par de kilómetros.

—Paremos.

Se detuvieron y pusieron a Cranium en el suelo. Zoey creó huesos para él, con el afán de animarlo. El perrito se quedó quieto y apenas si le prestó atención; se los quedó mirando a ellos, en silencio.

—¿No tienes hambre, Cra? —preguntó Zoey, agachándose junto a él. Terminó sentándose en el suelo, cansada, y Zack la imitó. Después de todo, mientras tuviesen el escudo a su alrededor, podrían sobrevivir.

Cranium ya no temblaba como antes, pero parecía estar un poco confundido aún. Se tomó un minuto entero antes de contestar.

Esos huesos eran malos, malos. Se parecían a Lapis Exilis —murmuró, con la cabeza gacha. Entonces, sí miró sus huesitos de regalo, los que Zoey había hecho.

—Sí —le contestó Zack—. Los hizo ese hombre que vimos en la iglesia, ¿recuerdas? Huimos de él porque es malvado y quiere destruir a Lapis Exilis.

Cra se recostó y puso el hocico sobre sus regalos, pero no se los comió. Ahora, parecía cansado.

—Creo que no hay que presionarlo —musitó Zoey, después de dejar salir un suspiro. Cranium no era humano, ni siquiera sabían cómo era que vivía, si es que estaba vivo, y había recibido muchos golpes en el último rato. Quizás si podría desajustarse algo entre la unión de sus huesos y cartílagos—. Démosle un momento —le recomendó a Zack.

Se quedaron en silencio, tratando de acomodar sus ideas, hasta que Cra empezó a mordisquear la puta de una tibia. En ese momento, los dos miraron a su alrededor, al campo seco ya sin pastos que quizás alguna vez habría tenido una plantación próspera.

—¿Crees que pueda vernos con el brillo de mi escudo? —preguntó Zoey, entonces, mirando hacia lo poco que se veía del reino—. Si es que no le di a Adam.

—Puede ser, también puede estar aún buscándonos por la ciudad —respondió Zack—. Tenemos que considerar, ahora, si lo que Peat no desea es que nosotros justamente salgamos por ese portal.

Ella apretó los labios. No tenían manera de averiguarlo, tampoco muchas opciones. Salieran o no por allí a su propio mundo, Peat podría enviar miles de marionetas más por ellos si ya había descubierto cómo hacer entrar dos.

—Supongo que... tendremos que ver qué pasa —contestó.

—Tampoco sabemos a dónde nos llevara este portal en sí. Podría salir en Rusia —exclamó él.

—No cambia nuestro futuro —le indicó ella—. Después de todo, no sabemos qué hacer a continuación. No tenemos más pistas... —añadió, acordándose de pronto todo lo que no había podido decirle a Zack por culpa de los ataques—. A menos que consideres mis visiones como pistas.

Zackary levantó la cabeza y frunció el ceño, confuso.

—¿A qué te refieres? ¿A lo de los templarios?

El arca [El dije #3] (MUESTRA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora