07 - VIAJE

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El clima del piso 22 era digno de cualquier verano, el sol calentando el rostro, la brisa llenando los pulmones, y un camino de tierra mullida que atravesaba los grandes bosques de abetos, con un gran lago en el horizonte. El idílico paisaje forestal que fue el lugar donde asentarse de muchos jugadores que ya dieron por perdida la esperanza de volver a la realidad.

Después de todo, no era un mal lugar para vivir. Nulas amenazas, aire puro, buen tiempo y aguas cristalinas donde relajarse o practicar la pesca. DLC volvió a colocarse el sombrero, sonrió al ver aquellas colinas y valles perfectos para cualquier postal o cuadro, ajustándose el ala para evitar el Sol, miró ligeramente a quienes caminaban con él.

—Este si es un buen lugar para vivir.

—Sí, ¿verdad? —asintió alegremente el samurai de bigotillo del escuadrón de Klein.

—Sí —reafirmó de nuevo DLC—. Buscar una chica, venir a vivir aquí... Mi caña de pescar, echar un par de hijos al mundo quizá... —escuchó las risotadas de los Fuurinkazan—. Sería un buen sitio para formar una familia...

—A veces me entran ganas de quedarme aquí para siempre, la verdad. Cuando veo paisajes como éste —comentó el piquero de los samuráis.

—Me recuerda a mi tierra... —dijo DLC—. Creo que esto sería lo más parecido a mi querida Santiago.


Klein terminó de escribir algo en un papiro ocre y se lo tendió a DLC.

—Ya está, tío. ¿Te parece bien así? —le preguntó.

El arcabucero cogió el documento y lo miró.

—Si lo que me toca los huevos es que no lo hayas podido hacer antes de venir —le dedicó un vistazo a Klein—. Porque sois vosotros, que si no os quedabais solos.

—Oye, Gran Capitán, ¿no viene Arashito? —preguntó el más rechoncho de los samuráis.

—Tenía que terminar otro contrato —explicó DLC—. Un grupillo quería conseguir un arma, pero la tiraba un boss del piso 35 o no sé dónde. Pero vamos —el español miró al Sol, viendo la hora en su interfaz—, debería haber terminado ya.

—Cuantos más mejor —sonrió aquél—, más fácil nos resultará.

—Espero que esté por la labor vuestro colega —resopló DLC, Klein se rió—. Porque como después de tremenda pateada, no venga, le quemo la casa... Que a todo esto —miró al líder de los samuráis—, ¿dónde coño vive ahora?

—Oh, no muy lejos —señaló Klein—. Se han comprado una cabañita muy agradable por aquí. Tras esos árboles.

—¿Se han? —repitió DLC—. ¿Cómo que "se han"? ¿Quién?

—¿No lo sabes? —se rió el piquero—. Se han casado.

—¡¿Qué dices?! —se extrañó el soldado de tercio mirando al piquero con una mueca de casi repugnancia—. ¿Cómo se va a casar vuestro colega? ¿Con quién?

—Ya lo verás —se aguantó la risa Klein.


Torciendo según la vera del camino, el arcabucero se quitó el sombrero y se pasó la manga por la frente. El calor empezaba a apretar un poco.

Fai un sol del carallo —resopló en gallego el arcabucero—. Joder... ¿Falta mucho?

—Es aquí —señaló Klein la gran cabaña que vieron entre los árboles.

—¿Sabéis volver? Sí, ¿no? —alzó una ceja DLC.

—Sí, sí, tranquilo —asintió otro de los samuráis.

Sword Art Online - INKTOBER 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora