12 - OLVIDAR

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Klein, Agil y Kirito volvieron hasta el piso 1, al Pueblo Inicial, tal y como les hubieron dicho que se encontraban los muchachos del Tercio del Trueno. ¿Qué hacían en el principio de todo? No lo sabían, aunque tenían la teoría de que fuera para tomarse un descanso, pues a su juicio, se lo merecían.

Aunque la vista en las calles era tranquila y se respiraba calma y normalidad, podía entreverse también el hecho de que, la inmensa mayoría de los que habitaban en el Pueblo Inicial era porque habían perdido toda esperanza de regresar a la realidad.

Posadas a modo de lugares de descanso vacacional, escuelas para aquellos niños que se quedaron atrapados en SAO, tiendas de todo tipo que habían hecho funcionar una muy primitiva economía propia; podía decirse que era lo más parecido a la realidad allí dentro.


Pero a pesar de el paseo que se dieron por las calles del pueblo, no tuvieron ni una mísera pista sobre el paradero de ambos mercenarios. Extrañado, Klein miró a sus compañeros.

—¿Dónde se han metido? Es imposible no verlos.

Agil se rió.

—Nos estará costando porque DLC no lleva el Aspa de Borgoña al hombro, seguro.

—Tienen que estar en algún sitio —dijo el samurai de rojo.

Kirito se había quedado mirando un cúmulo de personas cerca de la plaza de la fuente central, el gentío le llamó demasiado la atención. Señalándolo, les habló.

—¿Qué ocurrirá allí?

Agil y Klein miraron en la dirección de su dedo.

—¿Habrá algún evento? —levantó una ceja el mercader.

—No me suena nada para hoy —dijo Klein mirando el calendario.

—Hay música —se dio cuenta el Espadachín Negro—. No suena mal.

—Bueno, ya que estamos aquí, acerquémonos —les animó Klein.


Se tomarían ellos un pequeño descanso, pues sabían que había una barda que se había estado granjeando una buena fama como música, Yuna no sabía pelear, pero animaba a todo aquel jugador que volvía al Pueblo Inicial. Siempre estaba tocando algo, y de hecho, más de un bardo más se le solía acercar para acompañarla en su tocar.

Llegando al borde del círculo, podían escuchar el laúd de Yuna puntear delicadamente con una buena base de graves pulsados, seguramente algún bardo que llevaba un instrumento pesado. Hacían una mezcla perfecta, y ello les hizo sonreír.

—Qué bien suena, da un ambiente perfecto —alagó Agil.

—La verdad es que sí —pero Klein escuchó una voz masculina—. Oye, un momento, ¿ese...?


Kirito, dada su baja estatura en comparación a sus compañeros, trató de encontrar a quien estuviera en la fuente.

—¿Quién es? ¿También os suena? —les preguntó el chico.

—Juraría que... —empezó Klein a apartar jugadores para hacerse un hueco.

Como fue natural, les increparon el que estuvieran empujando y haciéndose hueco hasta la primera fila, pero apenas les importó, pues sus sospechas pedían a gritos ser aclaradas, y así fue. Para cuando llegaron a la primera fila, allí se los encontraron.


Estupefactos, les vieron allí sentados. Arashito sentada muy ritualmente como buen samurai, con otro par de bardos tras él que le ayudaban con la música. Yuna miraba con una sonrisa amplia al arcabucero, que, con el laúd en las manos, sentado en el borde de la fuente y las piernas cruzadas, punteaba mientras parecía cantarle a la chica.

Sword Art Online - INKTOBER 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora