25

541 85 46
                                    

—¿Es tuyo? —Denise gritó desde su corredor, viendo como Steve cerraba el portón de su casa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Es tuyo? —Denise gritó desde su corredor, viendo como Steve cerraba el portón de su casa.

—¡Yes! —respondió.

—¿Cómo lo compraste? —preguntó anonadado.

—¡With money! —Steve soltó una carcajada ante su propia respuesta. Denise se habría ofendido de no ser porque estaba demasiado sorprendido.

—¿Les venden coches a gringos? —Una duda más que genuina.

—¡I'm literally mexican! —inquirió, para luego saltar la barda, dirigiéndose a él. Bobo ladró desde el otro lado, exigiendo que lo soltaran.

—¿Qué? —Denise frunció el ceño, girándose hacia Leslie—. ¿Escuchaste la pendejada que dijo? —exclamó enfadado.

—Doble nacionalidad —dijo Steve, subiendo al corredor de dos saltos—. Bebote —dijo, dirigiéndose a Leslie. El niño lo ignoró.

—¿Cómo? ¿Eso se puede? —espetó, sorprendido.

—Sure, look at this —Steve sacó su cartera y le mostró su INE. Ciertamente la mayoría de las personas no se lo esperaban, pero él tenía una doble nacionalidad y había sacado su identificación para poder trabajar sin problemas y mantener en orden sus impuestos.

Técnicamente la mayoría de sus clientes eran extranjeros, pero le gustaba tener un historial crediticio, además de la posibilidad de acceder al seguro médico y esa clase de cosas en las que no solía pensar demasiado hasta que las necesitaba.

—No puede ser, y sales guapísimo, eso no es justo —se quejó Denise, frunciendo el ceño. La foto de su INE era la peor pesadilla de Denise, así que ver la identificación de Steve le causo mucha envidia.

—I know, i'm guapo —dijo, ladeando el rostro.

Denise sintió que le temblaban las rodillas, no era muy habitual ver aquella expresión en el hombre y mucho menos se consciente de la clase de mirada que le dio.

Leslie pegó un grito y comenzó a señalar la camioneta mientras lloraba. Esa clase de berrinches los hacía al menos cinco veces al día cuando las cosas no salían como él quería.

—¿Qué pasa? —Steve miró al niño, que parecía un muñequito. No había manera de que fuera parcial con él cuando se parecía tanto a Denise.

—No le hagas caso —dijo, comenzando a balancearlo de un lado a otro por inercia—. Está estresado porque no ha salido en mucho tiempo y mi pa tenía la costumbre de sacarlo a pasear cada tanto en coche —dijo, encogiéndose de hombros.

—¿Quieres...? —Steve se quedó pensativo un instante—. ¿Dar la vuelta? —inquirió, señalando la camioneta.

—¿En serio? —A Denise le brillaron los ojos, luego le dedicó una sonrisa orgullosa—. Uy, estás aprendiendo muy rápido.

A mexican beautyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora