Capítulo 3

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Gema

El departamento de Luke estaba en la última planta de un rascacielos. Tenía una vista hermosa y se veía toda la ciudad desde ahí.

Luke camino hacia la barra que situaba en la cocina

― ¿Quieres una copa?

La verdad no me apetecía tomar una copa. Lentamente me bajé la cremallera del vestido y lo dejé caer en un montón al suelo. El alcohol me hacía perder la vergüenza.

Luke me miro con deseo mientras me toma de la mano y me dirige hacia su dormitorio. Me senté en el borde de la cama mientras me quitaba los zapatos sabía que se reuniría conmigo en cuestión de segundos.

Luke se acercó lentamente y se detuvo en el borde y me contempló; sus ojos se deleitaron con cada curva de mi cuerpo. Observó mis pechos, viendo cómo mis pequeños pezones se endurecían bajo su oscura mirada. Bajó la vista por mi cintura hasta mis piernas, y volvió a levantarla de nuevo.

Estaba ardiendo por dentro. No había estado con nadie desde Drew hace más de un año.

Llevé las manos a su cinturón y se lo quité antes de desabrocharle los pantalones. Cuando estuvieron abiertos y él quedó accesible. Respiró sobre mi boca y me agarró la cintura con sus manos enormes, clavándome los dedos en la piel como si fueran puntos de presión. Deslizó una mano hacia mi nuca y me sostuvo la cabeza. Clavó los ojos en mis labios y me beso.

Sus labios se contraían contra mí. El contacto inicial fue suave, explorándonos mutuamente por primera vez. Me pasó los dedos por la nuca y estrechó el abrazo. Con la otra mano, me tocó los pechos, masajeándolos con agresividad y rozando el pezón con el pulgar. Y entonces llegó el turno de su lengua, que se introdujo en mi boca hasta que encontró la mía.

Nos besamos, succionándonos y lamiéndonos el uno al otro.
Subí las manos hacia su camisa y le desabroché los botones. Tal como me lo imaginaba estaba en forma y fuerte. Las puntas de mis dedos veneraban su cuerpo como si fuera un santuario. Gemí contra su boca cuando sentí el cúmulo de humedad entre mis piernas.

Se quitó la camisa y me guio hacia la cama. La parte posterior de mis rodillas chocó con el colchón, obligándome a sentarme. Luke se quitó el bóxer y mi tanga cayó con ellos.

Era increíblemente sensual.

Era metro noventa de puro sexo, pura fantasía. Su piel se ceñía a aquel poderoso cuerpo. Su miembro era la cualidad más impresionante, con veintitrés centímetros de largo y un grosor considerable.

Al verlo tan de cerca por un momento me dio miedo. Era tan grande que no se si cabria en mi por completo. Él entrecerró los ojos con avidez, abrió un envase metálico y desenroscó un preservativo sobre su erección.

Por fin había llegado la mejor parte.

Me roza tentándome

―Por favor, Luke

― ¿Por favor qué?

―Te quiero dentro de mí

Lo siento sonreír, me toma del cabello y un grito deja mis labios cuando me embiste de golpe. Arde y duele un poco. Es como si estuviera perdiendo la virginidad nuevamente. Como si se diera cuenta de ello Luke no se mueve, esperando a que me acostumbre.

― ¿Estas bien? ―preguntó mirándome

―Si―logro decir en un gemido

Luke me separó más las piernas y embistió con más vigor, introduciéndose en mi interior. El cabecero se estrelló contra la pared por toda la fuerza que contenía aquel movimiento.


―Sí... ―Le pasé las uñas por la piel, sintiendo la suavidad que deseaba cortar. Entrelacé los tobillos alrededor de la parte baja de su espalda y me aferré a sus hombros. Luke recolocó los brazos antes de comenzar a moverse, follándome con fuerza.

Me embestía con tanta pasión que el cabecero de madera dejaría una marca en la pared, no cabía duda. Gruñía y respiraba, usando su tenso trasero para enterrar su deseo entre mis piernas. Los sonidos que producían nuestros cuerpos resbaladizos unidos hicieron que los dos gimiésemos de placer más de una vez.

Iba a correrme.

―Joder Gema―cerro los ojos durante un breve instante

No paso mucho tiempo cuando ambos colapsamos en un intenso orgasmo. Nuestras respiraciones estaban aceleradas.

Me aparté de él y me tumbé a su lado, recuperando el aliento ahora que
estaba sudorosa y cálida. Contemplé la punta del condón y vi todo el semen que había expulsado por mí. Había tanta cantidad que me habría costado tragármelo. Una parte de mí anhelaba que aquellos fluidos estuvieran dentro de mí.

Después de unos minutos sin decir nada. Me di cuenta lo que había hecho.

Joder, dormí con mi jefe y fue el mejor polvo que había tenido en toda mi vida.

De pronto el cansancio y el sueño me invadieron. Traté de mantenerme despierta pero el sueño me vence. Me quedo profundamente dormida, desnuda en la cama con mi jefe.

La vida es tan impredecible

Duele Amar(+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora