Trᥲsfoᥒdo.

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Yongbok no entendía a que trataba de referirse el más alto. ¿Qué no se suponía que debería ser al que más le alegrara algo como esto? Sobre todo, ¡porque se trataba de su mejor amigo!

El pelinegro se dirigió hasta Yongbok, lo tomo de los hombros y le miro directo a los ojos para después volver a repetir con firmeza: —No le digas, por favor.

—¿Por... qué no?

—Ah... bueno, pues... —Hyunjin le soltó, dudando por unos segundos ya que en su mente comenzaba a surgir una guerra interna. Era, decir la verdad y traicionar a Jeongin, o bien, mentirle al pecoso.

Dio un suspiro y luego hablo: —Te- te diré la verdad.

—La... ¿verdad? ¿De qué hablas?

—Pues, veras... —tanto Felix como él retomaron su camino— Innie... ya está en el club de canto.

—¡¿Enserio?! —otra sorpresa para el rubio. ¿Cuántas más faltaban?

—Mmhm... —exclamo afirmando—. Entro poco después de que yo al de artes —empezó a narrar— porque le sugerí que lo hiciera debido a que odiaba tener que dejarlo solo cuando nos tocaba clase de club. Un día unos chicos se me acercaron invitándome a unirme al taller de canto, pero como dije, yo ya estaba en el de artes, sin embargo, vi perfecta la oportunidad para Innie, así que decidí contarle y sin mucho pensarlo, acepto. Considero que le iba muy bien, era la estrella de la clase. Y siempre durante los recesos (algunas clases de club eran antes de salir al descanso y otras antes de la salida en general de clases) me platicaba de lo bien que la pasaba y lo mucho que lo elogiaban, y yo estaba más que feliz con ello, pero todo cambio cuando él ingreso a la clase —su semblante paso de ser alegre mientras recordaba con nostalgia aquellos días a uno un poco más triste.

—¿Él?

—Sí. ¿Recuerdas al chico del otro día?, el del cine.

—Sí.

—Bueno, pues me refiero a él. Lo que sucedió fue que un día, como cualquier otro, Jeongin llego a donde yo me encontraba tomando el almuerzo, le pregunte respecto a cómo le había ido, igual que siempre, el comenzó a hablar de un nuevo alumno que se había unido a su clase y que, a pesar de apenas haber ingresado, era muy bueno, hablo de lo impresionante que era su voz y de cómo alcanzaba notas altas sin mucho problema, cosa que a Jeongin en veces le solía costar un poco. A partir de esa vez se volvió cosa de diario que lo mencionara, pero no solo fue eso, sino que Innie comenzaba compararse demasiado con este chico, del cual para ese entonces aún no conocía su nombre; trataba siempre de animarlo y de decirle que no tenía por qué ser igual a él ni mucho menos compararse, pero por mucho siento que mis palabras no fueron suficientes, cosa de la cual me arrepiento todavía. Pasaron un par de meses y todo fue repetitivo, sin embargo, así como de la nada comenzó a mencionarlo, también de la nada un día dejo de hablar de él y no solo eso, sino que también empezó a comportarse raro. Cuando las horas de club antes de los recesos terminaban, lo encontraba en el salón cuando yo iba por mi lonche, o bien, en el caso de las que eran antes de finalizar clases, ya estaba en la entrada de la escuela esperándome para irnos, esto comenzaba a ser continuo, por lo cual se me hizo raro ya que antes no era así. Entonces un día decidí no ir al taller para quedarme a ver qué era lo que en verdad estaba pasando. Como siempre, caminamos por el pasillo hasta llegar a la esquina contra pared y donde se divide en dos, hice como que me despedía igual que siempre y me di la vuelta, camine un poco para después detenerme a voltear hacia atrás a ver si veía a Jeongin de espaldas yendo a la dirección contaría, pero no había nadie, entonces regrese al salón. Y ahí estaba, sentado mirando las nubes por la ventana.

—¿Innie? —Hyunjin se encontraba parado en la entrada del aula.

—¡HYUNJIN! —le miro asombrado— ¿Qué estás haciendo aquí?

𝗧𝗲 𝗮𝗺𝗼, 𝗽𝗲𝗿𝗼 𝘁𝘂́ 𝗮 𝗺𝗶́ 𝗻𝗼.... ¿𝗖𝗶𝗲𝗿𝘁𝗼?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora