S I E T E

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Chat Noir.

Frío.

Hacía mucho frío. EL viento soplaba y mi cabello se movía a su dirección, escuchaba los pájaros volar por encima de mí, intente mirar al cielo pero fue doloroso, el cuello me crujía y me impedía moverme, eran las estúpidas cadenas que sostenía un cuello de metal que sostenía mi cabeza mirando hacía una sola dirección, al frente.

Entre abriendo y cerrando los ojos la pude ver, estaba ahí, parada con las manos y pies atadas a un poste, de pie y con el cuerpo temblando, comenzaba a castañear por el frío que nos envolvían. Intente ir con ella, abrazarla y cubrirla con mis brazos pero las cadenas atadas en mis manos y pies me lo impidieron. En cuanto vi aquellas hematomas en su cien, brazos y pies se me rompió el corazón, sentí impotencia al ver su cuello lastimado por un intento de estrangulación.

Sus labios estaban resecos y en los orificios de su nariz salía sangre. Me dolía verla de esa manera, sentía que me arrancaban el corazón al ver tal escena, quise gritar, llamarla pero no encontraba mi voz. Una chica de tez asiática se acercó a ella para darle un poco de agua, Marinette la tomo y se la escupió en su cara, la azabache sin pensarlo le dio una abofeteada donde esta escupió sangre.

Está todo listo escuche la voz de un anciano dirigirse a Ryuko.

Aumenten la dosis y preparen la carroza demando la chica sin despegar los ojos de Marinette. El anciano desapareció y los ojos de Ryuko se fijaron en mí, sonriósi tan solo me hubieras hecho caso, ella ahora estaría en casa pasando una feliz navidad con sus amigas, pero tú me apunto con su dedo índicedecidiste arruinarle la vida... bueno más bien, quitársela.

¿D-de que carajos hablas? arrastre las palabras.

Por no obedecerme ella está aquí, si hubieras llegado cuando el maestro te llamo solo tu serías ejecutado pero... suspiro pensativano quisiste escuchar, por eso decidieron que ambos deben pagar con sus vidas por no seguir los mandamientos de los guardianes.

F-fui yo quien no obedeció... ella... ella no tiene que morir sentí un terrible dolor en el pecho al decir esa última palabra, ella solo sonrió.

Las cosas ya están hechas, ella fue parte del pecado, ambos cometieron el mismo delito y sabes lo peligroso que es esto aquí. No busques más soluciones y tampoco trates de convencerme porque ya está decidido.

Intente decir algo más pero una fuerte punzada en el brazo izquierdo me hizo chillar de dolor, era el anciano quien me había inyectado algo que era sumamente doloroso, podía sentirlo correr en mis venas. Ryuko tomo un filoso cuchillo con el mango hecho de oro con detalles rojos. Supe que estaba acabado en cuanto me di cuenta que no era un cuchillo, era el desinflador.

Marinette parecía estar inconsciente, justo como debía de estar para la punta filosa se enterrara en su piel para hacer descansar su alma. Con todas mis fuerzas grite su nombre, una, dos, tres veces y ella no reaccionaba. Comenzaba a marearme y sentía la mitad del cuerpo adormecido, en cualquier momento iba a caer y no tarde mucho para hacerlo, las cadenas se aflojaron y mi cuerpo callo al frío y duro suelo.

Mis ojos iban a cerrase sin mi permiso, no iba a permitirlo, Ryuko recito algo que no pude escuchar y entonces mi corazón comenzó a doler, las lágrimas llenaron mis ojos haciendo que todo se nublara y sucedió, Ryuko enterró el filo del desinflador en el pecho de Marinette donde empezó a brotar sangre. Poco a poco la hoja del desinflador desapareció en el cuerpo de la mujer que amaba con todo mí sintiendo un gran vacío en mi interior.

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