Vi los cielos verdes, y las nubes cargadas, para las aves pasajeras, que cortaban sus alas de formas paralelas, y no pude sostener mi propio ser, así que comencé a llover.
Mis lágrimas plagaron los cementerio de mi ciudad natal, las ví escabullirze por lo huecos del canal, la sal hecha agua llegó a los cuerpos e inundo cada pulmón, el invierno pasó y cuando el otoño llego, de cada tumba húmeda y solitaria floreció, una flor de dolor, color índigo, como el infinito tono, del mar más obsceno y obscuro.
Vi a los amigos besarse, y odiarse en una sola noche, la penumbra de la madrugada y al arrepentimiento del día, ví a sus mujeres furiosas pelear, y llorar al hablar de como pudo pasar, ví a sus hijos mirar, a padres sin respuesta y sin siquiera comprender los contemple llover.
Vi las estrellas, en las noches en que casi nos amamos y los ojos de la oscuridad me miraron de regreso , vi las manos de Dios haciendo dibujos con las nubes, ví lo jamás visto, lo he visto todo.
Vi mis tíos enfermos, ví a los ojos del mismo infierno, ví amanecer, ví atardecer y al anochecer, la noche me observó llover.
ESTÁS LEYENDO
POESÍA ROSA
PoesíaPara almas que buscan hogar en palabras, para fantasmas que aprenden a caer.