4

2.9K 368 12
                                        

Había algo que Morí no podía terminar de comprender.

¿Que había sucedido?

¿Que le había sucedido a Chūya?

El menor se había presentado a su oficina, a entregar diversos informes, parecía decaído, tenía ojeras debajo de sus ojos y una aparente molestía bajo su horquilla porque no paraba de separar esta levemente de su garganta.

- Chūya-kun -. Lo llamó antes de que esté terminará de salir de su oficina. El contrario se detuvo antes de voltear - ¿Te encuentras bien?

El contrario tardó unos minutos en responder:

- si -. Pero su voz no coincidía.

- duerme bien -. Fue todo lo que logró decirle para luego ver cómo se retiraba.

- en realidad -. Habló la niña cuando se encontraron solos -. Por más rebuscadas que sean  tus palabras, nunca sabes que decir -. Morí río, se preguntó porque Elisse siempre decía todo aquello.

- tienes razón querida.

Claro que la tenía, la niña reflejaba aquella profunda parte de él que no terminaba de comprender.

- ve a buscarlo -. Dijo, casi como una orden -. No te quedes con aquello en la cabeza, algún día no podrás respirar de tantas cosas guardadas.

El mayor no respondió a esto, claramente, a la rubia no le hacía falta eso. Fue ella quien primero se incorporó para acercarse a él y tironear de su manga.

- vamos Ōgai -. Lo obligó a incorporarse.

Fue así como Elisse lo arrastró por todo el edificio, pasillo por pasillo, con un andar seguro, hacía dónde ella creía que Chūya se encontraba.

Finalmente lo encontraron, en su despacho, estaba solo; observando fijamente el escritorio frente a él.

Morí no se animó a ingresar.

Comprendió sin necesidad de palabras lo que estaba sucediendo en el interior del contrario.

Maldijo mentalmente a Osamu.

Y sonrió apenado del pelirrojo quién no paraba de rasguñar la cinta en su cuello.

Dazai había logrado llegar a lo profundo de la mente de Chūya, había descubierto algo, había logrado afectarlo. Todo lo contrario a lo que estaba esperando.

Se preguntó dónde estaría el muchacho lleno de vendas.

Se preguntó que estaría pensando aquel muchacho lleno de vendas.

Antes de siquiera detenerse a pensar, decidió actuar, ingresó tras Elisse hacía la oficina que ambos muchachos compartían y sonrió a Chūya.

- recordé que tengo un trabajo para ti.

- lo que ordene -. Su voz sonó firme está vez.

  Se encontraba decidió en hacer su trabajo, casi desesperado, como si entrar en acción logrará ayudarlo a despejar la cabeza. Morí creyó que tal vez aquello era lo que ocurría.

- realmente aprecio tu tenacidad -. Admitió.

El contrario le sonrió.

Minutos después, se sorprendió de lo pronto que apareció Dazai, en su oficina, con expresión furiosa.

- ¿Dónde lo mandaste?

- volverá en un par de meses -. Respondió evitando la pregunta.

- ¿Dónde lo mandaste? -. Insistió.

- me pidió ir solo -. Continúo.

- Morí -. Soltó violentamente, sin honoríficos -. ¿Dónde lo mandaste?

Afiló su mirada antes de responder seriamente.

- lo siento Dazai-kun -. Juntó ambas manos sobre su escritorio -. Pero aquello es información clasificada.

  El castaño furioso golpeó el escritorio frente a él. Parecía querer gritarle en la cara, parecía querer agarrar su cuello y quebrarlo, parecía querer muchas cosas, sin embargo solo apretó la mandíbula.

Sus miradas de conectaron.

Morí intentó leer su interior. Pero estaba oscuro, turbulento, turbio, complejo. Así que no pudo comprenderlo completamente. Se preguntó si algún día lograría comprender a aquel muchacho por completo.

Dazai chasqueo la lengua antes de apartar la mirada, incómodo.

- creí haberte dicho que no te entrometieras.

- estás confundido Dazai-kun -. Respondió con una sonrisa -. Esto es solo trabajo.

Dazai volvió a observamos duramente. Para con paso enfadado, azotar la puerta. Si seguían así tendría que cambiarla pronto .

- upsi -. Dijo el mayor para si mismo, divertido de la situación.

Tal vez si, aunque sea un poco. Chūya estaba generando algo en su pupilo.

Si bien aquello recién estaba comenzando, Morí tenía expectativas en lograr su cometido.

"Oh, Chūya". Pensó. "No me decepciones".

El diablo no negociaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora