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 Plic. Plic. Plic.

 La leve lluvia generaba aquel constante sonido contra el gran vidrio de su oficina.  Se encontraba solo en la inmensitud de aquella habitación.

  Había pedido al informante que lo dejara solo.

 Se preguntó dónde estaría Chūya y porque este no había sido quién se acercó a decirle aquella noticia. 

 Se preguntó cómo es que no había considerado alguna circunstancia como aquella, la aparición de un factor no comprendido cómo  aquel. Todos sus planes estaban comenzando a darse vuelta, y todo lo ocurrido podría desencadenar una respuesta completamente diferente. Debía de pensar cómo arreglarlo y aprovecharse de ello.

 Plic. Plic. Plic.

 Odasaku había muerto.

 Plic. Plic. Plic.

 Si bien, había pensado en cómo deshacerse de él, la manera, las circustancias y lo que podría haberle dicho y provocado a su pupilo eran lo que lo ponían ansioso.

 De esta manera no podría cumplir su objetivo.

 Plic. Plic. Plic.

 Algo le supo amargo en la garganta.

 Elisse abrió la puerta a sus espaldas, se encontraba vistiendo su nuevo vestido. Sin cerrar la puerta avanzó hacia el mayor, para parándose a su costado observar el mismo cielo gris.

- ¿Por qué te atormenta tanto? - Mencionó, a veces, lo único infantil que tenía aquella niña era la forma de su rosto. Mori rio -. Deberías ir a buscarlo -. Continuó -. Luego piensas en tu plan de hacerlo sufrir o lo que sea.

- No puedo hacer eso Elisse -. Respondió.

 La niña lo observó cómo si aquella respuesta fuese algo muy complicado de responder. Pero luego suspiró.

- Es por eso que nunca terminaron de congeniar -. El mayor la observó -. Por el orgullo Ogai, ambos son muy orgullosos, tú no te quedas atrás, ¿por qué crees que estás así?

 A pesar de las crueles verdades que la más baja estaba diciendo, el pelinegro no pudo evitar reír, fue de esas risas sin gracia, con los dientes juntos, para evitar tener que responder. La niña negó con la cabeza levemente cómo respuesta, para luego voltearse y volver a dejarlo solo.

 No pudo pensar correctamente en cómo accionar. Hasta que Chūya llegó con la cabeza gacha, cómo si tuviera vergüenza, cómo si no se animase a hacerlo, cómo si volviera a ser aquel niño débil y solo. No comprendió que es lo que estaba pensando.

- Jefe, ¿me llamó? - Habló el pelirrojo, comprendió sin necesidad, que Elisse había intervenido.

- Si -. Mintió -. Necesito que me hagas un favor -. Aquello provocó que el menor levantara la vista, aquella palabra "favor" parecía hacerle sentir comprometido y decidido a colaborar -. Busca a Dazai -. Fue todo lo que le dijo, para volver a darle la espalda. Pensó que tal vez, enviando al contrario, podría acallar aquella profunda parte de su mente.

- ¿Que quiere que haga cuando lo encuentre? - Preguntó.

 Mori tardó unos segundos antes de responder:

- Sabrás que hacer cuando lo encuentres -. Sonrió sin moverse. Sabía que podía confiar en el menor.

 Luego de unos segundos escuchó al contrario retirarse.

 No supo porque esa misma noche, él no pudo pegar un solo ojo, por lo que simplemente se incorporó y arrastrando los pies sin un rumbo claro, se permitió ser guiado por su inconsciente. Detuvo su andar para colocarse a la defensiva cuando caminando por el pasillo de los pisos superiores de la Port Mafia, escuchó pasos y percibió la presencia de alguien frente a una de las puertas. Sigiloso intentó reconocer la figura.

El diablo no negociaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora