10. Libre

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Quería retroceder, pero mis piernas no respondían, voltee la cabeza con lentitud, solo para ver a Hiroshi igual de aterrado e inmovilizado por el pánico.

El verlo de esa manera me ayudo a reaccionar, lo tome por el cuello de su camisa y lo jale hacia atrás mientras me movía en esa misma dirección.

- Tanto tiempo... y recién ahora llegan...

En un primer momento no entendía a qué se refería, pero luego me di cuenta.

- T... tú, esperaste que alguien viniera ayudarte, pero na... nadie vino, ¿verdad?.

No sabía de dónde estaba sacando el valor para contestarle a aquella criatura.

- Yo era bueno... Siempre los ayude... Pero me encerraron.

- ¿Quienes...? - Pregunté aterrada.

- Ellos me encerraron... Y luego el fuego cayó del cielo... No pude abrir la puerta, esperé y esperé, grité y grité, pero nadie jamás vino. Tanto tiempo... y ahora viene ustedes... Son iguales a él.

- ¿A... A quien te refieres? - Insistí.

- Debía ser mi compañero, debía ser mi amigo... Pero él me mató, ese extranjero y mis camaradas, ellos lo ayudaron...

Recordé entonces que en la foto salía un soldado alemán, quien formaba parte de los reclutas del grupo de Sasaki-san. Deduje que, por su apariencia y contextura cuando estaba vivo, el cadete Sasaki seguramente era víctima de acoso, al punto de dejarlo en encerrado; con tan mala suerte, de que aquel mismo día bombardearon la escuela y quedó sepultado bajo los escombros.

- No somos extranjeros, somos mestizos, sí. Pero nosotros no te hemos hecho nada - Le repliqué.

Un grito inundó la habitación, sentí el suelo bajo mis pies temblar y pude ver los objetos en las repisas del almacén moverse con el temblor hasta caer al piso.

- Lo lamento, lo lamento mucho Kotaro... - Intenté alcalmarlo - tu nombre era Sasaki Kotaro, ¿No?.

- Mi... mi nombre...

- Si, pero tú... tú moriste mucho tiempo atrás; y lo lamento, pero... lo que estás haciendo, se lo estás haciendo a gente inocente como lo fuiste tú. Lo que te paso no es justo, la guerra, el odio; nada de eso lo fue... pero ahora eres tú el que está causando sufrimiento y haciendo daño a gente inocente.

- No... todos son iguales, yo soy la víctima. No vinieron por mi, me encerraron, me abandonaron... espere tanto, tanto tiempo. Tenía hambre, frío, miedo... pero nadie vino, nadie vino por mi... yo solo quería ser como ellos, ser parte, nunca hice nada malo... ¡Así que merecen sufrir!.

- No es así, no todos son malos y la gente que lastimó ya murió hace varios años... Así que por favor, detente.

- No... estoy sólo, me dejaron... los odio, los odio, los ODIO, LOS ODIO, LOS ODIO.

De repente, Hirsohi empezó a gritar mientras cubría sus oídos y sacudía la cabeza; las luces de ambas linternas tintilaban y los objetos que aún permanecían en las repisas empezaron a salir disparados. No sabía que hacer, la situación me excedía.

- Te sacaremos de aquí, al fin serás libre; enterraremos tus restos y podrás descansar en paz - Hirsohi se había puesto de pie y empezó a hablar - No podemos cambiar lo que sucedió, pero podemos ayudarte a conseguir tu libertad. Todo este odio, este rencor, puedes dejarlo atrás y ser libre.

En ese momento solo reinó silencio, no hubo una respuesta, solo suspenso.

- No, no, no, NO, NO, ¡NO!.

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