6. La Figura en la Ventana

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Hiroshi y yo nos dirigiamos a la secundaria en su bicicleta; él pedaleaba y yo iba sentada atrás, con un brazo sujetando la parrilla de la bici y el otro al rededor de su cintura. El estar tan cerca de un chico me ponía sumamente nerviosa así que preferí distraerme mirando el paisaje.

El sol en el ocaso pintaba el cielo de rojo, si había alguna ventaja de vivir en lugar tan rural, definitivamente era poder contemplar esas vistas.

- Nozomi-san... - Hiroshi interrumpió mis pensamientos.

- Solo Nozomi es suficiente, dime.

- ¿Alguien en tu familia es médico?.

- ¿No, por qué?

- Por la forma en la que hablaste al explicar la condición de salud de nuestras compañeras; además de como atendiste a Godo-san cuando se desmayo en la escuela. Parecía que realmente sabías lo que hacías.

- Es porque leo mucho al respecto, de medicina, me refiero. Me gustaría estudiar en la universidad de Tokyo para ser doctora.

- Eso es impresionante, seguro serás un gran médico - Sus buenos deseos parecían sinceros.

- Gracias. ¿Que hay de tí?, ¿qué piensas hacer al terminar la escuela?.

Hiroshi se mantuvo en silencio, mirando siempre al frente; mientras no se scuchaba nada más que el ruido de los pedales.

- Mi padre trabaja en el extranjero, viví gran parte de mi vida mirándome de una ciudad a otra, de un país a otro. Dónde más eh permanecido es aquí, en Japón estos últimos 3 años; y la verdad es que disfruto vivir aquí, por eso aunque sucedió lo que te conté, preferí mudarme de ciudad pero seguir en el país.

- Entonces, estos 3 años, ¿has vivido solo? - Pregunté, ya que pude percibir una pisca de tristeza en su voz mientras me contaba esto.

- Cómo mis padres han estado divorciados desde que tengo 7 años, siempre me mudé de la casa de uno a la casa del otro; pero ambos son personas de negocios, ninguno solía estar en casa entre semana, así que realmente no hay gran diferencia.

Sus palabras me hicieron reflexionar, siempre me queje de que mi vida era aburrida, pero no me habia puesta a pensar todo lo que tenía; una familia amorosa, amigas, toda una isla para explorar... Era realmente afortunada y no me daba cuenta.

Nuevamente, mi divagación fué interrumpida; habíamos llegado a la escuela. Rápidamente nos escabullimos a las instalaciones, tratando de hacer el menor ruido posible. Llegamos hasta la biblioteca y guardamos todos los anuarios que encontramos en nuestras mochilas.

Nos dispusimos entonces a salir, igual de cautelosamente cómo habíamos entrado, pero un ruido llamo nuestra atención.

- ¿Escuchaste eso? - Preguntó Hiroshi, alertado.

- Viene desde el gimnasio, vamos a ver; pero con cuidado.

Azomamos nuestras cabezas por la delgada apertura entre la puertas y pudimos ver una figura, en medio de la cancha, rebotando una pelota frente a la red de voleibol.

- ¿Kumiko, qué haces aquí? - Dije en voz alta, mientras ingresaba al lugar.

- ¡Nozomi!, ¿qué haces tú aquí?. Y... ¡¿ ese es Bennett Hiroshi?!.

- Buenas tardes, un gusto saludarte Hanamushi-san - Saludó Hirsohi, quien se encontraba parado detrás de mí - Me encontré con Nozomi en la biblioteca y fue tan amable de acompañarme a por un libro que deje olvidó aquí.

- ¡¿ Te llama por tu nombre de pila?!.

Afortunadamente, Kumiko enfoco su atención en como se dirigía Hiroshi a mí, en lugar de la endeble excusa que el muchacho se había sacado de la manga.

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