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Casi todos acababan de llegar a la famosa iglesia, está la habían inaugurado hace unos cuantos días y hoy estaría presentando su primer misa para todo el pueblo.

Se encontraban inconformes, pues el profeta, quien era dueño de la iglesia, finalizaba de explicar todas las reglas que se habían formado, tales como las de respetar al profeta, honrar al profeta, morir por el profeta, no quitar publicidad del profeta, darle ofrenda al profeta y la última pero la más odiada, venir a tiempo a misa cada vez que lo indicaba el profeta, quien no cumpliera esas reglas iba a ser castigado y por obvias razones, aunque nadie estaba de acuerdo con lo que acababan de imponer tampoco querían algún tipo de castigo.





[...]





Para su buena suerte, nótese el sarcasmo, el mago se había levantado tarde, la noche anterior se había quedado hasta tarde arreglando algunos asuntos y claramente se había agotado por lo que cuando escucho la alarma simplemente la apago y siguió durmiendo.

¿Quién me manda a vivir tan lejos? — Se reprochaba así mismo el mago, pues justamente hoy le habían indicado que iba a ocurrir una misa y que procurarán ser lo más puntual posible.

Al cabo de un buen rato llegó a la tan esperada misa, intentó entrar en absoluto silencio para no interrumpir al señor que estaba hablando, sin embargo, el profeta se había percatado muy bien de la llegada tarde del hechicero.

Y esto hijos míos — exclamó el profeta mientras se acercaba a Juan —Es una demostración de lo que claramente no debeis hacer— Dijo para luego tomar el brazo del mago y alzarlo, dispuesto a tirarlo a la lava como castigo de su impuntualidad.

¡Ey, bajame!

—No, tu serás mi ejemplo para demostrarle a las personas lo que les sucede si incumplen mis reglas.

Juan forcejeaba para poder soltar su brazo pero el profeta era mucho más fuerte que el mago, por lo que era casi imposible soltarse.

¡Ey, pelado! Ya escuchaste, bajaloLe grito un chico desde donde se encontraba sentado.

Al escuchar eso el profeta se detuvo, cuando volteo a ver quién era el que se atrevía a levantarle la voz, se encontró con  un híbrido de oso, él cual estaba vestido muy formalmente, a simple vista el porte del chico imponía respeto y sus gafas de sol hacia que combinará su outfit, pero claramente una sola y triste persona no iba a detener sus planes de lanzar al mago a la lava, quizá si fueran más personas se lo pensaría un poco, pero como no era el caso, decidió cuestionar al joven de lentes de sol.

—¿Y por qué debería hacerle caso, joven...

Spreen.

—Joven Spreen, dígame usted por qué debería bajarlo, si claramente llegó tarde.

—Y bueno, si no querés a toda una isla en tu contra, creo que lo más recomendable es que lo bajes ahora mismo— Exclamó mientras encaraba al profeta y toda la gente de la isla naranja se iba formando atrás de él.

La gente de la isla verde conocía los rumores que algunos hablaban respecto a ese tal Spreen y como su amigo Juan estaba implicado en la situación, no dudaron ni un poco y comenzaron a formarse junto con los pobladores de la isla naranja, cuando el profeta vio eso, decidió soltar al mago.

Que sea la última vez que llegas tarde— amenazó el profeta, para darse la vuelta e irse.

Juan algo atónito por lo que acababa de ocurrir, trato de incorporarse lo más pronto posible, arreglando un poco su capa de mago, pues está se había arruinado por culpa del profeta, luego de eso busco al chico del restaurante, le quería agradecer, pues nuevamente lo había salvado de una muerte segura, pero al levantar su vista y tratar de localizarlo, no lo logró, estaba dispuesto a ir a buscarlo a su local sin embargo sus amigos lo empezaron a rodear para comenzar a preguntarle un montón de cosas respecto a lo que acababa de ocurrir.






[...]







Después de haber enfrentado al profeta y lograr su cometido decidió irse sin decir ni una palabra, había sentido esa sensación de nuevo, ese instinto de proteger al mago, y eso no le agradaba para nada.

—¡Señor Pollero!— Grito una chica vestida con una muy bella prenda morada, Spreen detuvo su caminata, pues conocía a esta chica, de no haberla conocido la hubiera ignorado, pues nadie merecía su valioso tiempo.

¿Qué pasa Mayichi? — Preguntó extrañado.

¿Qué ha sido todo eso de la iglesia?—

Dentro de toda la gente de la isla, Mayichi era la persona más cercana a Spreen, claro siempre evitando sobre pasar la poca confianza que él del restaurante le había concedido, incluso se podría llegar a decir que era la única amiga del chico de los pollos pero todos sabían que Spreen nunca tendría una relación sentimental con alguien, ni siquiera de amistad y esa era una de las razones por la cual la chica le pareció raro que él hubiera defendido al mago, alguien que ni siquiera era de su isla.

Ahhh lo de la iglesia, y no fue nada, el pelado ese cae del orto y pensé que era un buen momento para darle una pequeña demostración de quien manda— Dijo para despedirse rápido y marcharse, dejando a la chica con algunas palabras en boca y ciertas sospechas.










-Notsophixsk

ɪɴsᴛɪɴᴛᴏ ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛᴏʀ | Spruan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora