—Gracias por acompañarme a minar y también a mi casa— dijo Juan mientras cruzaba las puertas de su santuario.—No es nada— respondió tranquilamente el oso, afortunadamente en su salida a minar no les había pasado nada, ni a él, ni al hechicero.
—Bueno, para mí significó mucho— dijo mientras le daba un pequeño beso en la mejilla y cerraba rápidamente la puerta.
Estuvo estático un par de segundos frente a la puerta de su santuario, su cerebro no lograba procesar correctamente lo que recientemente sucedió, ¿Había tenido el atrevimiento de besarle la mejilla al chico del restaurante? Seguramente Spreen ya nunca más quería volver a verlo. Suspiro dando lentamente pasos hacia atrás, sentía que la mirada del híbrido traspasaba la puerta y eso no le gustaba para nada, pues en cualquier momento podía forzar la puerta y entrar a matarlo.
Bastante fatalista su escenario, pues Spreen no tenía intenciones de matarlo o algo por el estilo, simplemente se había quedado viendo la puerta analizando que el atrevimiento del mago lo había hecho ruborizar y no lograba entender por qué.
[...]
Un nuevo día comenzaba en los pueblos de Tortillaland, el Sol comenzaba a colarse por las ventanas de las casas avisando que la hora de dormir había concluido, claro para los que lograron dormir.
Spreen se había quedado analizando toda la noche las reacciones que tenía por Juan, por conclusión había tomado que necesitaba la opinión de alguien externo, Pelusa era la mejor compañía que podía tener pero lamentablemente no daba consejos.
Salió de su oficina y encaminó hacia la casa de una de las personas con las que más confianza tenía, Carola. Era un vikingo muy apuesto, quien era fanático a morir del oro, de hecho, gracias al oro, se había ganado un poco más la confianza del híbrido, pues él había ofrecido sus servicios laborales por una cantidad indefinida de aquel mineral.
—Carola ¿Estás aquí?— Preguntó Spreen mientras se adentraba a la casa.
—Si, si, ahorita voy— dijo mientras abordaba el ascensor, pues este se encantaba en una planta inferior.
Carola recibió felizmente a su amigo Spreen en su casa, al principio pensó que venía a ofrecerle algún tipo de empleo o simplemente a pasar el rato, nunca pasó por su mente que vendría a pedirle ayuda.
—No se que me pasa boludo, te juro que no se por qué tengo la jodida necesidad de protegerlo, de saber que no le pase nada, de verlo sonreír, no entiendo nada— Expresó mientras pasaba sus manos por su cabeza en señal de frustración —Hasta tengo una sensación extraña en el estómago cada vez que se ríe el pelotudo.
—Bueno tomate un paracetamol y listo, yo supongo que eso debe arreglar todo lo que sientes— Sugirió el vikingo, orgulloso de lo que acababa de decir, por su cabeza cruzó la idea de fundar un puesto de consejería.
—¿¡Qué!?—
Más confundido de lo que ya estaba decidió darle las gracias a Carola por su "consejo" y decidió marcharse de ahí, sin duda necesitaría buscar a alguien más que lo ayudara, estaba seguro que no era ningún tipo de enfermedad, así que el consejo del vikingo no serviría de nada.
A lo lejos divisó a Mayichi, otra persona a la que le había ofrecido minerales a cambio de algún trabajo.
—Hola Mayichi— saludo cortésmente el chico.
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ɪɴsᴛɪɴᴛᴏ ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛᴏʀ | Spruan
Short Story• ¿Por qué tengo la jodida necesidad de protegerte? ⇝Se shippean cubitos no streamers. #1 en "tortillaland" 01/12/22 #1 en "cubitos" 08/12/22 | 17/01/23