Capítulo II Parte II

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Maeve y Aisha cruzaron una mirada fugaz, era el chico que habían visto hablando con la directora Kamala la noche anterior en las escaleras. Maeve no había tenido tiempo de fijarse bien la noche anterior, pero el chico no parecía mucho mayor que ella, debía tener unos veinte o veintidós años, era muy alto y se podían adivinar sus músculos incluso debajo de la camisa y el jersey.

Apoyado en la esquina de la mesa recorrió toda la clase con la mirada, estudiando a cada uno de los alumnos.

– Buenos días – empezó con semblante aburrido – Soy el profesor Clark. La profesora Tate no va a poder estar con vosotros hasta dentro de unos meses, así que estoy aquí para sustituirla.

Maeve le observó con detenimiento. Tenía el porte de un soldado, no de un profesor. Además, todos los profesores de la Academia eran soldados intachables retirados ya fuera por edad o lesión. El profesor Clark no parecía cumplir ninguna de las condiciones. Dirigió la atención a su amiga. Los pensamientos de Aisha no parecían ir en la misma dirección que los de Maeve. Sus ojos brillaban por la emoción y parecía que ni parpadeaba observando al nuevo profesor mientras apoyaba la barbilla en su mano derecha. Maeve se fijó en los demás alumnos. Todos parecían estar bajo el mismo hechizo. A ver, tenía que admitir que el nuevo miembro del claustro era bien parecido.

– Tengo entendido que hoy ibais a empezar a estudiar la unidad de objetos mágicos para vencer a la magia escrita. ¿Es eso correcto?

Todos asintieron en silencio.

– Bien, pues siento decepcionaros, hoy vamos a empezar otra unidad. ¿Alguien puede decirme qué ocurrió el día de la Gran Victoria hace ya diecisiete años?

Aisha levantó la mano tímidamente

– Los Intachables se rebelaron contra el gobierno de los Superiores y les vencieron liberando Shangral.

– Bien. – dijo el profesor mientras Aisha ponía cara de satisfacción - ¿Y qué hicieron con ellos?

– Los exterminaron. – Dijo Maeve sin pensar.

El profesor Clark dirigió su atención a Maeve. Maeve pudo ver cómo se le tensaba la mandíbula.

– ¿A todos?

– Algunos huyeron – La mirada del profesor Clark era intensa y Maeve empezó a sentirse incómoda.

– ¿ A dónde?

A Maeven le latía el corazón con fuerza. Parecía que el resto de la clase había desaparecido, solo quedaban ella y el profesor Clark apoyado en la esquina de su escritorio. Maeve se sentía como si estuviera en un interrogatorio, cómo si el profesor Clark estuviera intentando averiguar su secreto más oscuro.

– ¿A quién le importa? - intervino Sinead apartando la atención del profesor Clark de Maeve y dejándola respirar al fin, después de lo que a Maeve le habían parecido horas- Son muy pocos, no ponen en peligro al Gobierno y no han intentado nada contra la población.

– ¿Cómo te llamas? – el semblante del profesor era inescrutable.

– Sinead.

Su pelo largo negro estaba recogido en una coleta alta. Sus cejas gruesas estaban fruncidas y sus ojos marrones miraban al profesor Clarrk con desafío. Su nariz puntiaguda estaba arrugada con disgusto y tenía los brazos cruzados.

– Bien, Sinead. Me alegro de estar hoy aquí porque me parece que muchos de vosotros tenéis la misma creencia absurda de que el enemigo ha sido derrotado y debéis saber que no es así. – contestó el profesor con un tono mucho más ligero.

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