A la mañana siguiente, después de un suculento desayuno que Maeve devoró gustosamente, Raiden y ella partieron hacia las Montañas Grises. Antes de salir, Sally les dijo que les vería pronto allí pues solía ir como voluntaria de vez en cuando. Maeve se alegró de oír eso, Sally había resultado ser de su agrado, la hacía sentir cómoda y tenía la capacidad de alegrar el ambiente.
Cabalgaron toda la mañana, Raiden le dijo a Maeve que si mantenían el ritmo llegarían a su destino al anochecer. Como desde que habían salido de la Academia, se mantuvieron fuera del camino principal para no llamar la atención. El Comandante nunca había dejado de buscar a la resistencia de las montañas y esa zona estaba especialmente llena de soldados y rastreadores de la comisión pura que, ahora, también buscaban a Raiden y a Maeve.
Maeve nunca había estado en las Montañas Grises antes, pero en cuanto entraron entendió el porqué de su nombre. El cambio de vegetación al entrar a las montañas era espeluznante y dejaba en evidencia el declive del resto del reino. El bosque estaba repleto de vida, era tan denso que apenas se colaban los rayos del sol y era tan húmedo que, después de días entre tanta sequía, Maeve se sintió aliviada.
El valle de la Academia también estaba dotado de naturaleza pero nada en comparación con las Montañas Grises. Maeve entendió en ese momento las palabras de Raiden, los objetos mágicos de la Academia daban la suficiente magia al territorio de alrededor para sobrevivir pero la magia de los superiores y los mestizos que proporcionaban a las Montañas Grises las hacía florecer e irradiar vida.
Maeve inspiró el olor a bosque, naturaleza y vida de su alrededor y decidió despertar su magia. No pudo evitar sonreír con emoción cuando, gracias a esta, pudo sentir el bosque palpitar con vida. Podía notar cada rama, cada flor, podía sentir la magia que corría por el bosque. Pero su felicidad se vió cortada de raíz cuando Raiden le gritó desde su caballo:
– ¡Aquí no, Maeve! ¡Podrían rastrear tu magia!
Maeve la apagó de golpe y resopló. No podía esperar a llegar por fin a un lugar seguro y explorar su magia. Pensó que era gracioso como había pasado la mayor parte de su vida temiéndola y ocultándola y que ahora lo único que quisiera hacer fuera disfrutarla.
Horas después, hicieron su última parada para comer antes de llegar a su destino. Por suerte, Sally les había dado carne y pan y no tuvieron que cazar nada después de horas cabalgando.
Estaban sentados en el suelo, Raiden tallándole punta a una rama con su daga de forma distraída, cuando Maeve preguntó:
– ¿Cómo se llama el sitio al que vamos? Quiero decir, sé que el refugio está en las Montañas Grises pero ¿tiene algún nombre?
– No es un refugio, prefieren el término fortaleza. La palabra refugio detona debilidad y desesperación, allí no encontrarás nada de eso. Encontrarás fuerza, valentía y determinación.
Las palabras de Raiden hicieron que Maeve se diera cuenta de una realidad que, hasta ese momento, había ocupado un segundo plano en su mente durante la huída. Maeve había escapado de un ejército para unirse a otro.
– Se llama la Fortaleza Rocosa–. Maeve arqueó las cejas con sorpresa y Raiden añadió – Cuando la veas lo entenderás.
– Estoy impaciente–. Y era verdad
Raiden la observó con cautela. Maeve ya llevaba suficientes días con él como para saber que quería decirle algo y no sabía cómo.
– Va, suéltalo. ¿Qué te ronda por la cabeza?
Raiden dejó la rama y la daga en el suelo e inspiró una bocanada de aire antes de hablar.
– Cuando lleguemos, será mejor que nadie sepa que posees la magia de más de un elemento.
Maeve no respondió. Llevaba escondiéndose toda su vida y en los últimos días había llegado a creer que podría ser ella misma por fin cuando llegaran a la Fortaleza Rocosa. Desde luego esa sugerencia no le hacía nada de gracia.
– Maeve, no ha habido ningún caso como el tuyo en toda la historia del Continente, al menos no conocido. En la Fortaleza Rocosa hay guerreros que quieren establecer un nuevo orden, traer la magia de nuevo al reino y establecer un gobierno de paz. Pero hay otros que desean volver al orden de antes de la Gran Victoria. Unos u otros intentarán utilizarte para su causa si descubren de lo que eres capaz.
– Ni siquiera yo sé de lo que soy capaz – respondió Maeve con un poco de enfado en su voz–. ¿Cómo se supone que voy a conocerme si vuelvo a ocultarme?
Raiden estaba serio.
– Yo te ayudaré. Seguiremos entrenando juntos para explorar tu magia pero sólamente deberían saberlo los que realmente tienen tu confianza. Tómatelo con calma.
Maeve sabía que Raiden tenía razón.
– ¿Y cómo sé que puedo confiar en tí? Que seas el único que conozca allí y que seas quién me haya llevado no significa que no vayas a intentar utilizarme tú.
Maeve se arrepintió de haber dicho eso en voz alta. Siempre era demasiado impulsiva y sabía perfectamente que Raiden no la traicionaría, había hablado desde el enfado, como siempre.
Raiden la miró a los ojos con intensidad, una intensidad que hizo que Maeve apartara los suyos y los fijara en la rama que Raiden había estado afilando.
– Yo no voy a traicionarte. He sacrificado mi tapadera por ti, te he salvado la vida y tengo planeado seguir haciéndolo si me dejas.
A Maeve le invadió una sensación de calidez en el pecho al escuchar las palabras de Raiden y se sintió muy mal por haber insinuado que podía llegar a traicionarla. De no haber sido por Raiden estaría muerta, de eso no tenía ninguna duda. Después de haber pasado juntos los últimos días, parte de ella se alegró de que su tapadera hubiese sido destruida y tuviera que quedarse con ella en la Fortaleza Rocosa.
Se armó de valor para volver a mirar a Raiden y disculparse. Pero Raiden ya no estaba sentado enfrente de ella. Se estaba abalanzando sobre ella. Cayó al suelo con un golpe seco y notó todo el peso del cuerpo de Raiden. Notó cómo Raiden activaba su magia y ella hizo lo mismo.
Tardó unos segundos en entender lo que había pasado. Alguien le había disparado una flecha que ahora estaba clavada en el omoplato derecho de Raiden.
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Intachable
FantasyMaeve, como todos los primogénitos, fue reclutada los siete años para ser formada en la Academia y unirse al ejército de los Intachables que protege su reino, Shangral, y su recién adquirida libertad. Pero su vida ha estado siempre amenazada por un...