⟨~09~⟩

740 48 32
                                    

El beso empezó a ser uno necesitado y lujurioso, la ropa empezó a desaparecer con pasar los minutos.

Miriam se quitó la ropa de abajo, saco un condón donde estaba su cajón de mesa, poniéndose lo en su pene, entró con cuidado en la parte íntima de Mei quien soltó un gemido más fuerte.

El cuarto olía a los feromonas de las dos, la ropa estaba en cualquier lugar del cuarto tirados.

Miriam empezó a moverse poco a poco más rápido para que Mei se acostumbrará a su pene, cuando vió que ya Mei estaba lista, empezó a embestirla.

Mei solo gemía ante eso, aunque le dolía también le excitaba.

—Estas apretada—dice Miriam.

—Callate—dice Mei entre gemidos.

Miriam le gustaba ver a Mei así, le gustaba saber que ella solo le podía poner así, tocarla y excitarla.

Terminaron, Miriam se había acostado a lado de Mei botando el condón en un tacho de basura que estaba alado de la cama

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Terminaron, Miriam se había acostado a lado de Mei botando el condón en un tacho de basura que estaba alado de la cama.

—Si mi mamá se entera te mata—dice Mei entre risas.

—Bueno, seremos prometidas entonces no puede hacerme algo—dice Miriam confiada.

—Tonta—.

—Si, pero solo tú tonta—.

Mei sonríe, Miriam igual y la primero en dormirse es Mei por estar cansada, Miriam la tapa con la frazada.

La acerca a ella y duerme a lado de su amada.

Ahora Miriam era perseguida por la madre de Mei, ya que se había enterado por los Chupetones que tenía Mei en su cuello y mordidas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ahora Miriam era perseguida por la madre de Mei, ya que se había enterado por los Chupetones que tenía Mei en su cuello y mordidas.

—¡Suegra perdón!—dice Miriam.

—¡Ven acá!, ¡Cómo te atreves a quitarle la inocencia a mi pequeña Mei!—dice Ming.

—¡Por lo menos fui yo!—dice Miriam.

El enojo creció más entre Ming y seguía persiguiendo a la patinadora quien trataba de escapar.

—¡Ven acá cobarde!—.

Eres mía, Mi dulce Omega [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora