03

1.4K 160 21
                                    

—Pareces distraído. —Mencionó Sunmi por teléfono.

—Lo siento. Llevo una semana intentando superar este nivel. —Murmuré, haciendo mi siguiente movimiento en el tablero. Siempre que tenía tiempo libre, tenía una pequeña adicción a los juegos en mi teléfono.

Sunmi resopló.

—¿Me tienes en el altavoz para poder jugar a esas cosas estúpidas mientras hablas conmigo? Creo que me siento ofendida.Sonreí y me rasqué la nariz, luego moví un tomate hacia otros dos.

—En fin. ¿Seguro que no quieres compartir alguna información inocente sobre mi cliente?

Jungkook debía presentarse en poco menos de una hora, y me había enviado nuevas instrucciones. La regla del silencio había vuelto; no quería que hablara a menos que fuera absolutamente necesario. El antifaz estaría puesto, pero lo quitaría una vez que estuviéramos ocultos en la oscuridad. Y me había dicho que estuviera desnudo y a cuatro patas en la cama a su llegada.

Su rápida desaparición después de nuestra primera noche me había disgustado. Sin despedirse ni nada. Se había escabullido mientras yo dormía, y ni una palabra desde entonces.

No sabía por qué había esperado algún mensaje, para ser sincero. No había hecho nada malo.

De todos modos, sentía curiosidad por ese hombre. Pero para sorpresa de nadie, Sunmi no quería compartir nada.

Aparte de los resultados de nuestras pruebas. Estábamos bien para continuar.

—Creo que siento curiosidad por él porque saca mi lado protector. —Reflexioné. —Quiero ayudarlo, ¿Sabes?

—Cariño, los anónimos te han intrigado desde que te conozco. —Respondió Sunmi.

Era verdad hasta cierto punto, pero había algo más cuando estaba con alguien que luchaba de una forma u otra. Siempre había tenido debilidad por los marginados de la sociedad, los que no podían ser ellos mismos sin un millón de capas de mentiras y fingimientos.

—Ahora estoy tomando unas copas con una de mis nuevas chicas, Yoonie. ¿Podemos charlar más mañana?

—Sí, claro, por supuesto. —Podía oírla pagar el taxi de fondo, así que esperé a que terminara antes de terminar la llamada.

Un vistazo al despertador de la mesita de noche me dijo que tenía veinte minutos antes que llegara Jungkook.

Era mejor seguir jugando a mi juego. Tenía muchas otras cosas que hacer, pero nada que pudiera terminar en ese corto espacio de tiempo. Mañana tenía cuatro alumnos que habían pedido una canción de rock para aprender en sus instrumentos, y estaba un poco tentado de elegir una de las mías o de Namjoon. Él me había enviado una nueva para repasar hoy, una grabación en bruto, y probablemente la ensayaríamos este viernes cuando tuviéramos acceso a nuestra iglesia local.

Mi hermano estaba mucho más involucrado que yo, pero me encantaba colaborar con el coro. Y no había mejor acústica que en una
iglesia.

Debía hacerme una nota sobre el ensayo del viernes para no hacer otros planes. Dahyun y yo habíamos quedado para la hora feliz de mañana, y ella solía tener propuestas. Dejando el teléfono sobre la cama, me dirigí a la cocina y cogí mi cuaderno, pasando las páginas que estaban plagadas de letras, pensamientos y garabatos, hasta que encontré una página en blanco.

Anoté la hora, la iglesia, el día y el recordatorio de pedirle a Namjoon que me trajera el amplificador.

Con suerte, también habría tiempo para hablar con él, porque aunque todavía no había escuchado su nueva canción, el título: Desde el fondo de mi corazón roto, me hacía querer intervenir.

dawnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora