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—Debería ponerme en marcha. —Murmuró Jungkook somnoliento.

—Mmm... —Me estiré a su lado y eché una mirada adormilada al despertador. —Sólo son las cuatro. Creía que teníamos hasta el amanecer.

Tarareó y se inclinó para besar mi pecho.

—Reunión temprana.

Reuniones tardías, también, teniendo en cuenta que había llegado pasada la medianoche de ayer.

Tres semanas de mi acuerdo con Jungkook me habían convertido en un adicto al sexo. O en un adicto a Jungkook. Él seguía teniendo cuidado de no compartir nada de su vida personal, así que yo tampoco había compartido nada, aunque me daba cuenta que tenía preguntas. Porque ahora que ya no nos escondíamos en la oscuridad, sin máscara, con las cortinas abiertas y las luces encendidas, lo sorprendí escudriñando el apartamento a veces. Había visto las partituras en las que había trabajado en la mesa, los borradores que había tirado al suelo, la presencia constante de ingredientes para helados en la encimera de la cocina y los libros sobre autismo que había tomado prestados de la biblioteca. Pero nunca me preguntó.

A su vez, me hizo querer soltar pistas sobre mí, pequeñas bromas, lo que sabía que habría sido una jugada estúpida.

En realidad no iba a hacerlo.

Tampoco iba a preguntarle a qué se dedicaba, por mucha curiosidad que tuviera.

—De acuerdo. —Lo empujé hacia su espalda y le besé el estómago. —A trabajar, entonces.

Me metí su suave polla en la boca y le miré.

Mi última droga era su sonrisa adormilada. Era jodidamente hermosa.

Últimamente se había relajado mucho a mi alrededor, y me encantaba.

—Eso es injusto. —Suspiró satisfecho y cerró los ojos. —No creo que pueda volver a correrme.

Yo tampoco. Habíamos dormido tres horas como mucho. El resto del tiempo lo habíamos pasado follando, chupando, metiéndonos mano y besándonos como adolescentes. —No llegaré tarde esta noche. —Murmuró.

—Bien. —Hice girar mi lengua alrededor de su polla y empujé su cabeza contra el techo de mi boca.

Se tensó un poco y sacudió la cabeza, luego se impulsó sobre los codos.

—No me la pongas dura. Eres demasiado bueno en eso.

Besé la punta.

—¿Y si no obedezco como un buen niño?

Su mirada se oscureció, y rastrilló sus dientes sobre el labio inferior.

—Eres una fantasía hecha realidad. Y quieres tanto sexo como yo.

Me había dado cuenta que era jodidamente insaciable para su edad. También había leído sobre ello. No era raro que los autistas fueran juguetones o hipersexuales, y Jungkook ciertamente cumplía ambos requisitos. Hablando de eso, deberíamos empezar a vivir algunas de sus fantasías. No tenía problemas para hablar de ellas.

El problema era que la mayoría de sus fantasías tenían lugar en público. Jungkook definitivamente tenía un exhibicionista en él.

—¿Quieres jugar conmigo en público esta noche? —Pregunté, lamiendo la longitud de su polla. Gimió y se dejó caer de nuevo contra la almohada, y no pude evitar una sonrisa victoriosa. Me encantaba causar este efecto en él.

—¿Qué sugieres? —Se restregó las manos por la cara.

Él también se estaba poniendo duro.

—Espera. —Dijo. —Sé lo que vamos a hacer. Déjamelo a mí. —Se levantó una vez más y me hizo un gesto para que me arrastrara sobre él. —¿Te importa que la gente te vea?

dawnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora