—Cariño... tu alarma...
—Es una pesadilla. —Refunfuñó somnoliento.
Una vez que lo hubo apagado, volvió a acercarse a mí y apretó nuestros cuerpos, deslizando una mano por mi espalda para apretarme las nalgas. Luego soltó un largo suspiro y se estiró a mi lado.
—Hoy no quiero trabajar. —Bostezó. —Quiero quedarme aquí todo el día y acurrucarme y comer patatas fritas y sentirme ridículamente querido cada vez que me llames nene o papi o cariño. Pero mi nuevo favorito es papito. Sólo lo usas cuando me cuidas.
—Eso es cuando eres mi papito. —Me reí somnoliento y enterré mi cara contra su cuello.
Lo que era menos gracioso era su falta de mención al sexo. Llevábamos casi cinco días sin que me follara. Lo había insinuado aquí y allá. Le pregunté si tenía curiosidad por estar abajo, a lo que hizo una mueca y negó con la cabeza. No me importaba. Yo era bottom hasta la médula, pero había pensado que sugiriendo cosas nuevas, él podría... despertarse. No era como si no siguiera siendo sexual conmigo. Me dejaba sin aliento y sin sentido cada maldita noche con mamadas y masajes y demás. Sólo que... nada para él. Estaba cansado.
—Ven aquí. —Se puso de lado y se agachó, capturando mi boca con la suya. —El viernes es el peor día de todos.
Porque era mi día libre.
—Mm... —Me eché hacia atrás y me humedecí el labio inferior. —¿Cómo puedes seguir sabiendo a chocolate?
Le había comprado una caja bastante grande de chocolate en Godiva a principios de esta semana, junto con una gran taza de chocolate caliente, y había arrebatado algunos trozos aquí y allá siempre que estaba conmigo. Pero después de una larga noche de sueño, por no mencionar que ayer nos habíamos cepillado los dientes juntos como una pareja ñoña y enferma de amor, no tenía sentido.
—Es posible que haya cogido los dos últimos trozos cuando me levanté para ir al baño hace una hora. —Confesó.
Sonreí perezosamente y lo besé de nuevo.
Cristo, yo... Te amo. —No puedo superar lo jodidamente guapo que eres a veces.
No había vuelta atrás para mí. Después de nuestra aventura en Times Square, habíamos vuelto aquí, y le había pedido que terminara la frase que no había podido completar antes. Había admitido que yo era la primera persona, aparte de sus padres, que le hacía sentir que no tenía que preocuparse por la compostura y por estar siempre al tanto de las cosas. Y eso terminó de sellar mi destino. Iba a ser un maldito miserable por una eternidad cuando esto terminara.
—¿Quieres que te prepare el desayuno antes de irte? —Pregunté.
No me sorprendió que se negara. Sólo me había dejado hacerlo una vez, y luego declaró bruscamente que no podía permitirse el lujo de que lo mimara. Sólo que había utilizado palabras más elegantes.
—¿Qué vas a hacer hoy? —Se levantó de la cama con un gruñido y buscó su ropa desechada en mi silla junto al teclado. —Practicar con el coro, supongo.
—No hasta mañana por la mañana. —Respondí. —Hoy tengo un brunch con Sunmi y luego trabajo. Tenemos un recital en la academia.
Era esa época del año. Habría un recital todos los viernes hasta que terminara el semestre.
Jungkook me miró mientras se subía la cremallera del pantalón. —No puedes devolver el dinero cuando veas a Sunmi. Me diste tu palabra.
—No lo haré. —Me estiré y gemí, esperando poder dormir pronto otro par de horas.
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dawn
Romance- kookgi - jungkook top & yoongi bottom - prólogo + 11 capítulos + epílogo