¡ uno !

133 20 5
                                    

Suaves rayos solares se colaban por la cortina entreabierta que cubría la ventana, abrazando los rostros adormilados de la pareja que, con sus extremidades enlazadas entre sí, luchaban con el incesante ruido de la alarma que anunciaba el inicio de sus actividades laborales diarias.

Jeongin abrió sus orbes alargados con sosiego, la imagen de su mayor con el ceño fruncido y cubriéndose los oídos, siendo lo primero que pudo apreciar.

Sonrió inevitablemente y procedió a inclinarse levemente para así presionar por varios segundos sus labios sobre la frente del pelinegro que aún mantenía sus ojos cerrados.

— Buenos días, cariño —pronunció Yang en un dulce y armonioso susurro.

Hyunjin suspiró en repuesta a la vez que se removía sobre la cama en busca de estirar sus músculos entumecidos, abriendo sus felinos ojitos finalmente.

El castaño sonrió ante la adorable imagen de su novio por las mañanas, agradeciendo a cualquier deidad existente por ser el único espectador de semejante imagen etérea.

— Buenos días, amor mío —habló luego de unos segundos, su voz sonando un poco rasposa por acabar de levantarse.

— Es momento de levantarnos, Hyunnie —dijo Jeongin, subiendo a horcajadas sobre su hyung mientras acariciaba los largos cabellos oscuros, Hyunjin colocando sus grandes manos en la fina cintura del adverso por costumbre.

— Mhm, sólo si me das muchos besitos —refunfuñó abultando los labios, y reforzando el agarre que mantenía.

Una suave y baja risa brotó de los rosados y finos labios de Jeongin, sus ojitos casi cerrándose ante la acción.

— Pero no podemos tardar tanto, hyung bonito. Debemos trabajar, no podemos darnos el lujo de llegar tarde y lo sabes.

— Lo sé, corazón, pero nunca están de más algunos mimitos. Vamos, para empezar bien el día —buscó convencer al precioso joven sobre él.

Introdujo sus manos bajo la holgada camiseta vinotinto —que casualmente era de su pertenencia—, acariciando cada porción de suave piel a su alcance. El castaño suspiró ante el frío contacto de los dedos del mayor sobre su pancita, disfrutando del momento.

Jeongin, sin hacerse del rogar, situó sus manos en las mejillas del más alto, dejando caricias parsimoniosas conforme posaba sus labios en los adversos en castos y pequeños piquitos, dejando los chasquidos resonar en el silencio de la habitación.

Mas esto no parecía ser suficiente para Hyunjin, quien subió su mano derecha hasta la nuca de Yang para presionar hacia sí mismo, obligándolo a permanecer más tiempo en la unión, formando un beso lento y húmedo donde sus labios se acoplaban a la perfección cual piezas de un rompecabezas.

Al separarse rozaron sus narices con amor, una inmediata calidez invadiendo sus corazones que latían a un mismo ritmo.

— Listo, ahora levántate y ve a alistarte mientras preparo la comida —habló el castañito, seguido bajó de él, colocándose sus pantuflas y saliendo de la habitación en dirección a la cocina.

Hoy le tocaba entrar un poco más tarde en la cafetería —propiedad de su amigo Felix— donde trabajaba, por lo que podía darse el gusto de prepararle el desayuno a su amado noviecito.

Hwang suspiró antes de, por fin, ponerse de pie, yendo directamente al baño para tomar una refrescante ducha.

¡ ☁︎ !

— Amor, luego del trabajo iré a casa de Chan-hyung —mencionó un Hyunjin alistado, vistiendo un traje oscuro y con su largo cabello peinado elegantemente, conforme hacía presencia en la amplia cocina.

— Oh, ¿y eso por qué? —preguntó el menor colocando un plato con el desayuno y una taza de café frente al pelinegro.

— Uhm —tragó pesadamente, desviando la mirada notablemente nervioso, pero intentando no demostrarlo—. Sólo tenemos que conversar... algunas cosas sobre un asunto, nada muy importante.

Já, sí claro, como si ese asunto, no llevase carcomiéndole los pensamientos hacía más de una semana.

— Está bien, Hyunnie —se sentó a un lado para ingerir su desayuno también—. Ya nos veremos en la noche entonces.

Luego de un rato entre pláticas y sonidos de los cubiertos contra los platos, Hyunjin salió de su casa, no sin antes de, por supuesto, llenar de besos la carita de su amada pareja.

¡ ☁︎ !

El crepúsculo adornaba el cielo en esa tarde fresca y tranquila, luego de una larga jornada laboral llena de papeleos y charlas tediosas, el alto pelinegro se encontraba frente a la puerta de la casa donde su amigo vivía, acababa de tocar el timbre y, ahora, con las manos dentro de los bolsillos de su traje y moviéndose inquietamente en su sitio, esperaba a que le atendieran.

Luego de unos segundos pudo escuchar un leve ¡Voy! desde el interior de la residencia, seguido del sonido particular de la llave girando en la cerradura y, por último, un chirrido al la puerta ser abierta.

La imagen de un pálido y fornido castaño despeinado, con sus cómodas ropas un tanto desordenadas y con una expresión de disgusto plantada en su rostro, fue lo que lo recibió tras la estructura de metal.

— ¿Qué se supone que haces aquí? —espetó con seriedad mientras su ceño se fruncía y miraba a Hwang como si quisiera arrancarle el cuello.

— No sé porqué estás molesto o si interrumpí algo, pero ya te había avisado que venía —se defendió rápidamente ante el evidente malhumor que el australiano desprendía.

— Dios, lo olvidé... —cerró los ojos con frustración a la vez que se hacía a un lado, dándole paso libre al pelinegro para que entrase— Y sí, interrumpiste algo, Hwang Hyunjin —mencionó con los dientes apretados— Así que más te vale que esto sea importante.

— Oh, claro que lo es...

── proposal !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora