¡ cuatro !

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— Okay, ahora hablemos de algunas cosas importantes —habló Minho, apoyando sus manos contra la mesa y emitiendo una seria mirada.

Estaban sentados en una mesa de la sección de comidas del centro comercial, tazas llenas de café caliente reposaban sobre la superficie plateada.

El lugar no se encontraba particularmente lleno, pero habían suficientes personas como para escucharse algo de ruido. Los tres amigos, por su lado, se mantenían conversando desde que ocuparon sus asientos, dando cada tanto sorbos a las bebidas oscuras frente a ellos.

— ¿De qué cosas? —preguntó Hyunjin, el rubio en serio parecía serio, por lo que un poco de intriga lo envolvió.

— Cosas como, por ejemplo, la forma en que vas a pedirle matrimonio a Jeongin —hablo esta vez el australiano, mirándolo fijamente, expectante a una respuesta por parte del más alto.

— ¿Cómo que la forma? —preguntó ladeando la cabeza confundido— Se supone que hemos estado planeando la forma de que se lo pida.

Ambos mayores golpearon sus frentes con las palmas de sus manos. Pero la verdad es que no les sorprendía, a Hyunjin había que explicarle todo con claridad porque sino entraba en colapso; nada nuevo, perdónenlo.

— Quiero decir la frase que utilizarás para pedírselo, estúpido —clarificó Bang llevando la blanca taza a sus labios.

— Ah, ya entendí —movió su cabeza asintiendo, parecía un lindo cachorrito cuando le dan una recompensa.

Ih, yi intindi —remedó el pálido rodando los ojos.

Ignorando la burla hacia su persona de parte de su amigo, se hundió en sus pensamientos. ¿La forma de pedírselo? Ya había estado muchas horas los últimos días pensando en eso y no encontraba alguna que le convenciera.

Sentía que Jeongin merecía que le dijese una frase muy muy bonita, dulce y hasta cursi. Y aunque ese lado meloso suyo sólo saliera por y para Jeongin, su mente no quería colaborar en darle una frase digna para su precioso príncipe.

— La verdad es que no sé... —susurró— No me miren así —frunció el ceño ante las expresiones en los rostros de sus mayores—, en serio que lo he pensado y simplemente no se me ocurre nada, pensé que tal vez llegaría en cualquier momento.

— Pero Hyunjin, no puedes esperar que mágicamente las cosas vengan a ti, piensa, por dios —exclamó el de ojos felinos—. Por eso, como los buenos y geniales hyungs que somos, te daremos ideas.

— Oh, genial entonces.

— Ujum. Primera; cuando un pingüino conoce a su pareja, lo hace para toda la vida, ¿quieres ser mi pingüinito?

— Noooo, Chan-hyung, ¿qué es eso? —estalló en carcajadas el pelinegro, dando palmadas a la mesa y retorciéndose en la silla.

— Deja de reírte, Hyunnie —lo calló Minho— Segunda; el pasado dejó de importarme el día que te conocí, ¿quieres ser mi futuro?

— No me gusta, siguiente —dijo, haciendo un ademán de desinterés con la mano derecha.

— Okay. Tercera; me encantas, amor. ¿Lo entiendes o te lo explico en el altar? ¡Cásate conmigo! Y lo último se lo gritas para darle el toque —se rió Bang.

— Bueno —hizo una pausa frunciendo el ceño—, eso se escucha lo suficientemente agresivo como para rechazarlo, sí. ¡Siguiente!

— Cuarta; no sé tú, pero yo tengo unas ganas locas de casarme contigo —Lee subió y bajo sus cejas mirándole.

— No, gracias —respondió riendo—. Ahora sí, díganme de dónde sacaron todo eso —cuestionó Hwang entrecerrando los ojos con escepticismo, todo puede esperarse de parte de sus hyungs pero no se creía para nada que eso haya salido de sus cabezas—. No me vengan con que lo inventaron ustedes.

Los mayores se vieron entre ellos instantáneamente, voltearon hacia el menor nuevamente y sonrieron con inocencia fingida.

— ¿Cómo vas a decir eso, Hyunjin? —preguntó el castaño australiano, mientras abría la boca haciéndose el indignado.

Hwang enarcó una ceja en su dirección, su cara expresando totalmente algo como No te creo el Padre Nuestro ni que me lo digas en inglés.*

— Está bien —resopló el rubio—. Buscamos en internet mientras veníamos en camino —admitió finalmente.

Hyunjin volvió a reír.— Es que me lo imaginaba. Y escogieron las frases más estúpidas, por supuesto.

— Bueno, ya deja de burlarte, este asunto es serio, Hyunjin.

El aludido esbozó una mueca. Claro que sabía que era serio, personalmente pensaba que era de las cosas más importantes de una propuesta, pero qué culpa tenía él de que su cerebro ya estuviera atrofiado por las noches sin dormir y no quisiese pensar algo coherentemente decente.

El sonido de un mensaje interrumpió el repentino silencio que se había creado. Hyunjin sacó su celular de su pantalón y sonrió como todo un bobo enamorado —lo cual definitiva y obviamente era— al percatarse de que la notificación era de parte del bonito ángel que tenía por novio.

Amorcito ♡:

Hyunnie, ¿podrías pasar comprando
heladito de fresa cuando vengas en
camino, porfis?

Oh, ¿qué era eso? ¿Acaso era una idea repentinamente iluminando en los pasajes de su mente?

Él sabía que llegaría en cualquier momento. El sólo hecho de leer ese mensaje de su bebito e imaginarlo comiendo helado, pareció haber reactivado las neuronas que ya creía muertas.

— Joder, acabo de tener una idea —musitó, una brillante sonrisa naciendo en sus belfos—. En serio que acabo de tenerla.

— ¿Y qué estás esperando para decírnosla? —preguntó ansioso Lee, sus ojitos chocolate abriéndose en demasía y sus manitos juntas como suplicándole al más alto que soltara todo.

— ¿Quién dijo que se las diría?

— Tan idiota como siempre, Hwang.

— Gracias, Chris-hyung, yo también te quiero.

¡ ☁︎ !

(*) : ni idea, esa frase la dice mi mamá.

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