¡ seis !

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Con las manos posadas sobre su cadera, el ceño fruncido y una mirada que reflejaba clara irritación, Hyunjin reconsideraba justo en ese preciso momento si fue buena idea pedirle tan importante ayuda a sus mayores.

Estos no paraban de parlotear al unísono una y otra vez, diciendo miles de opciones que estaban logrando, a ese punto, aturdirlo en demasía. Sin contar las innumerables veces que discutían cuando no tenían la misma opinión, para luego acabar besándose a modo de reconciliación.

Ese día, sábado, salió temprano de su casa con la excusa de que su hermano Riki lo había llamado para contarle algo importante, sin embargo, siendo una falsedad, fue en dirección a casa de sus amigos para la siguiente parte de su plan; la decoración.

No le hacía nada de gracia tener que mentirle a su querido noviecito, con sólo recordar que lo estaba haciendo en esa ocasión se le instalaba una pesadez en el pecho y su estómago se encogía. Pero debía relajarse, todo era por un bien mayor.

— Yo opino que debería pedírselo en la noche, así pondría un montón de lucecitas y todo sería más bonito —opinaba Lee desde hace un rato con vehemencia.

— Cariño, no. Por tercera vez... —resopló el castaño, tocándose el puente de la nariz con su mano derecha— Debería ser en el día para que la luz solar resalte el color de las flores.

— ¿Y se supone que ustedes son organizadores de eventos profesionales o qué? —preguntó -casi gritó- Hyunjin a punto de perder la cabeza— Me están volviendo loco.

— Tú pediste nuestra ayuda, así que más te vale ahora aguantarte —refutó Minho, apretando los labios.

El australiano asintió con la cabeza a lo dicho por su novio, conforme ordenaba sus mechones castaños con sus dedos.

El más alto rodó los ojos e hizo un ademán con las manos, a modo de quitarle importante al asunto.

— En fin, decide, Hwang; ¿día o noche? —inquirió Bang. Esperaba que el pelinegro escogiese su opción para así restregarle en la cara a su novio que él tenía la razón.

Hyunjin, quien ya llevaba suficiente tiempo —muchísimo en su opinión— escuchando lo que decían los otros, respondió con rapidez y cero dudas.

— Ninguna de las dos opciones —antes de ser interrumpido por los contrarios, quienes ya habían implantado muecas de confusión en sus rostros, decidió continuar—. Será en la tarde. Sólo imagínenlo; un atardecer perfecto, con los últimos rayos del sol tiñendo el cielo de rosado, las nubes dispersándose lentamente... —suspiró, esbozando una gran sonrisa, la idea se le hacía tan linda que quería llorar— las flores se notarían lo suficiente y, aparte, me gusta esa idea de Minhonnie sobre las lucecitas... todas bonitas encendidas mientras cenamos, síp, así me gusta más.

Los mayores permanecieron observándolo en silencio, la misma expresión de asombro en sus rostros. Ambos con el mismo pensamiento en sus mentes; estaban muy felices por Hyunjin.

— Eso es... —empezó Chan.

— Hermoso —terminó Minho, con sus ojitos chocolate brillando de emoción—. Igual creo que has estado leyendo muchos libros de romance, Hyunjinnie, eres un cursi.

— Otra cosa, no sé para qué pediste nuestra ayuda si ya lo tienes claro, Hyunjin —dijo el castaño rodando los ojos.

— Que no lo tengo claro, ya se los dije —bufó con molestia, ya había perdido la cuenta de cuántas veces se los había repetido—. He hecho miles de escenarios en mi cabeza pero necesito opiniones para decidirme. Y a pesar de todo, ustedes son de ayuda, no de mucha, pero algo es algo.

— Oh, que alegría no estar siendo unos inútiles —mencionó Christopher, con evidente sarcasmo en sus palabras.

— Ya deja tu sarcasmo, Chan-hyung, no dices nada productivo —replicó el azabache.

— De qué hablas, Hyun-

Antes que pudiera continuar, la voz de Minho se hizo presente.— ¡Cállense los dos! —inmediatamente todo quedó en silencio— Sigamos con esto.

— Tienes razón, amor, continuemos.

— Uy, que dominado te tienen.

— ¿Tengo que recordarte quién es el que está planeando una propuesta de matrimonio?

Hwang llevó una mano a su pecho, indignado, y hubiera respondido de no ser porque la mirada intensa que le dirigió Lee le hizo callar nuevamente.

— Bien, entonces pondremos la mesa donde cenarán aquí —señalo una esquina el rubio—. Esta pared la llenaremos de las luces —señaló lo mencionado—. Y todo el borde de la piscina estará lleno de las flores, ¿no?

— ¡Sí, exacto! —afirmó Hyunjin sonriendo— Además del ramo que obviamente tengo que darle a mi angelito.

Bang frunció el ceño.— Nunca nos dijiste qué flores usarías. ¿Ya las pediste? Cuenta rápido —exigió con su seria expresión de siempre.

— Sí, ya he hecho el pedido a una de las mejores floristerías. Orquídeas en todos sus colores estarán aquí pronto —dijo con la emoción burbujeando en su voz.

Un grito chillón proveniente de Minho se escuchó.— ¡Ay, el amor!

Los restantes sólo pudieron soltar carcajadas ante la elocuencia y dualidad de Lee. Hace un momento estaba matándolos con los ojos, y ahora sus belfos esbozaban la sonrisita de conejito más tierna que existe.

Y así, entre risas, charlas, y discusiones sin sentido, siguieron decidiendo cada detalle para que el lugar quedara magnífico para el día tan esperado.

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