Capítulo 1: Holly

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Holly se despierta. Es una mañana fresca, tanto, que la joven rubia tiene los pezones duros, solo lleva puesta una blusa blanca floja estilo crop top que revela su estómago, y unas trusas rosas que le quedan algo apretadas pero le gustan porque para ella son de buena suerte. Holly nunca fue una muchacha corpulenta, su cuerpo esbelto y delicado, se ha vuelto parte de su identidad, aunque a ella no le encante.

La joven tiene un busto diminuto copa A, que en realidad no necesitaría usar sostén, ya que no hay nada que sostener. Y también tiene un trasero igual de insignificante, pero tiene un rostro angelicalmente simétrico y esquicito y una hermosa cabellera rubia larga, que hace a nadie le moleste en lo absoluto su aparente escasez de atributos.. a nadie, más que ella.

La muchacha se sienta en la cama y estira sus brazos, gira su cabeza para la derecha, soltando un bostezo mañanero. A este punto ese hábito se ha vuelto parte de su rutina diaria. Holly se levanta y se ve en el espejo de cuerpo completo delante de su cama. Se mueve de lado para verse el trasero, lo toca... suelta un suspiro decepcionado. Mueve su cadera y su acomoda su espalda para sacar más las posaderas, pero es en vano.

Holly se preguntó porque no había tenido la suerte de tener un cuerpo tan voluptuoso y desarrollado como las demás chicas que vivían en la mansión, sobre todo tomando en cuenta que hace unas semanas ya había cumplido 23 años. La joven rubia tenía una evidente expresión de desdén, que se convirtió en aceptación. Se peina un poco con las manos y sale rápidamente de su cuarto.

La rubia camina por el extenso pasillo, pasando por los cuartos de las demás mujeres que viven ahí. Al pasar por el último cuarto antes de bajar las escaleras ve a Sophie sentada en su cama peinándose con un cepillo, dándole la espalda a la puerta. La mujer voluptuosa y alta de cabello castaño y sedoso está sentada en su cama, lleva puesta la camisa de una pijama de botones color morado que se veía ajustada de arriba debido a sus grandes senos, los botones de más arriba no podían ni cerrar por lo que mostraba un profundo escote.

Además de eso, no llevaba puestos los pantalones de hacen juego con la pijama, solo lleva puesta una tanga de lencería color negro que resaltaba sus caderas anchas y estaba sentada de tal manera que su culo tenía forma de corazón. La mujer no tendría más de 40 años, y aún así se ve muy joven para su edad. Sophie mueve su cabeza hacia la puerta y ve a Holly parada en la entrada del cuarto.

—Holly ¿Qué haces ahí parada?—preguntó sorprendida—. ¿Por qué no te sientas un momento aquí conmigo? Pasó un instante. Sin decir nada, la joven rubia se acercó y se sentó a un lado de la voluptuosa mujer, a quien ella veía casi como una madre.
—¿Qué tienes Holly?—preguntó preocupada—Ven.

La hermosa mujer de cuerpo carnoso extiende sus brazos para abrazar a la joven rubia, y al momento de estrechar sus brazos, hizo crear una gran presión en su pijama ajustada, los botones casi a punto de estallar debido a la inmensidad de sus grandes tetas.

Las dos mujeres se acercan y se abrazan fuertemente. Como Holly era considerablemente más bajita que Sophie, al momento de abrazarla, su cabeza quedó en medio de sus grandes tetas.
—En serio, dime. ¿Qué tienes tesoro?—volvió a preguntar insistentemente la mujer.

A lo que Holly no pudo responder claramente debido a que su cara estaba enterrada entre esos dos exorbitantes monumentos. Al darse cuenta de esto, Sophie la soltó rápidamente. A lo que Holly saca su cabeza de ahí y exhala fuertemente debido a la falta de aire.
—Perdóname pequeña— dijo apenada la mujer.
—No te preocupes, estoy acostumbrada.—respondió.—Pero en serio no tengo nada, no te preocupes.
—¿Segura que estás bien? ¿Ya desayunaste?
—No, aún no, pero ya voy a bajar a la cocina.
—Ah, qué bueno. En un rato bajo y ahí nos vemos.
—Okay.

Las mujeres se vuelven a abrazar momentáneamente, Holly se levanta de la cama, se despide de Sophie y sale del cuarto.

Una vez que salió del cuarto la rubia, Sophie voltea hacia abajo, viendo sus enormes melones firmes y se los acomoda un poco, debido a que no lleva sostén, se mueven mucho, pero a ella le gusta sentirse libre, en especial cuando duerme, así que acomodárselos de vez en cuando no le molesta para nada. La voluptuosa mujer se levantó de la cama y entró al baño.

Mientras tanto, en la cocina...

Un deseo ardienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora