Kylee traía un montón de brassieres en la mano derecha, de distintos tamaños y colores. Holly y todas las chicas la vieron cuando entró a la habitación.
— Traje estos —exclamó Kylee —no encontré tu talla, pero estos son los más grandes que tenemos, más allá de eso, tendrás que mandarlos a hacer.
Kylee arrojó el bonche de brassieres sobre la silla y luego tomó uno, el más grande.
— A ver, intentemos primero con este —dijo Kaylee con el brassier color carmesí en la mano.
Holly enderezó la espalda y suspiró. Después de dicho suspiro, sin que se diera cuenta, sus enormes tetas rebotaron de arriba para abajo en un ritmo constante.
Kaylee no podía hacer nada más que quedarse viendo las gigantescas sandías que se movían sin cesar.
Las demás chicas igualmente notaron esto y sus ojos también fueron hipnotizados por los jugosos senos de la rubia.
Después de unos momentos, evidentemente Holly sintió las penetrantes miradas que la observaban. Normalmente se sentiría apenada por esto, y se cubriría el cuerpo con sus manos, pero... no esta vez. Ahora sintió una sensación distinta. Esta vez las miradas hicieron que se prendiera bastante, tanto, que se empezó a mojar un poco.
Sonrió y se mordió el labio — ¿Entonces me lo puedo probar? — preguntó Holly con una voz seductora, algo completamente nuevo para ella.
Las chicas se sorprendieron bastante tras el cambio de personalidad que tuvo tan repentino. Pero honestamente se sentían orgullosas —y un poco celosas— de la nueva seguridad que proyectaba Holly.
La rubia tomó el brassier y se lo puso sobre sus enormes tetas. Cuando lo colocó, sintió la textura de la tela sobre sus sensibles pezones, haciendo que se endurecieran inmediatamente. Cerró los ojos debido a esta rica sensación, y continuó poniéndoselo.
Lo abrochó por atrás con la ayuda de Sophie y soltó un suspiro. Se escuchó un ligero crujido, pero el brassier aguantó. De igual manera, estaba bastante apretado, tanto que sus grandes tetas se desbordaban de cada esquina. A pesar de esto, a Holly le prendía un poco que no le quedara de su talla el sostén, algo la excitaba sobre el hecho de que su gran busto no pudiese ser aprisionado tan fácilmente.
La rubia se quitó el brassier y dijo entusiasmada —Me lo quedo.
— Pero, ¿no prefieres que busquemos unos de tu talla? —preguntó Sophie preocupada.
— ¿Para qué? Si aquí en esta plaza nunca vamos a encontrar. Soy demasiada mujer para estas marcas de ropa interior —dijo Holly con orgullo.
Las chicas veían a Holly, confundidas por su declaración.
— De igual manera me lo quiero quedar. Se ve muy lindo todo pequeño, apretando mis tetas — añadió Holly en tono juguetón.
Sophie, Emily, Violet, Teresa, Raquel, y hasta Kylee se quedaron boquiabiertas.
Holly se les quedó viendo, extrañada —¿Qué traen? ¿Una ya no puede decir lo que piensa o qué?
— No, no, no es eso — dijo Teresa — es solo que, nunca habías dicho ese tipo de comentarios.
— Sí Holly, tú no sueles ser tan... expresiva... con esos temas — añadió Raquel.
— Oh, entiendo — dijo Holly.
— Pero no tiene nada de malo linda, es bueno que tengas más seguridad — comentó Sophie.
Después de un breve silencio incómodo, Sophie le dijo a Kylee, —Nos lo llevaremos, y te pido otros... emm... cinco más de la misma talla también, y unos calzones de los mismos colores por favor, ahorita también revisamos su talla.
Después de esa compra, las chicas se pasearon por la Plaza en busca de más cosas. La ropa interior había sido solo el primer paso en la aventura para renovar el guardarropa de Holly.
A cada tienda a la que iban, Holly siempre escogía la ropa más atrevida, reveladora y sensual que hallara. Escotes extremadamente pronunciados, minifaldas, ropa muy ajustada o muy floja.
Y lógicamente, su presencia atraía miradas de todo el mundo.
De cada tienda de la que salían, Holly llevaba puesto un nuevo atuendo, cada uno más erótico que el anterior.
Realmente Holly parecía otra persona completamente diferente a comparación de la rubia tímida que solía ser, desde su postura y lenguaje corporal, hasta su personalidad mucho más abierta y carismática, y su gusto por la ropa atrevida y erótica.
Aunque fueran a cada y una de las tiendas de la Plaza, no todas tenían ropa de la talla de Holly. Visitaron prácticamente toda la plaza varias veces y parecía que ya habían visto todo lo que había que ver.
Hasta que finalmente, llegaron a un lugar al que habían olvidado entrar: Tropicalia, una tienda de ropa especializada en trajes de baño para mujer.
Holly se puso a pensar en el bikini que solía tener, hace tiempo que no lo usaba por sus inseguridades frente a las chicas. Se imagino a ella misma, con su cuerpo actual, tratando de ponérselo, imaginando como el bikini quedaría enterrado entre sus enormes nalgas y cómo no podría contener sus jugosas tetas enormes.
— Oye Holly —dijo Raquel — vamos a ir al Starbucks que está aquí al lado, ¿quieres ir?
— No, no, ustedes adelántense — dijo Holly — yo quiero ver esta tienda primero.
— Okay, al ratito nos vemos — dijo Raquel mientras se despedía de ella.Holly suspiró, regresó su mirada a la tienda, y caminó a la puerta.
Holly llevaba puesta una camiseta de tirantes color blanco con el escote muy pronunciado casi al punto en que sus pezones se salían por arriba. La camiseta era muy transparente, por lo que se veían muy claramente sus grandes pezones parados. Llevaba puesta una falda de mezclilla y unos calzones rosas.
Al entrar a la tienda, las miradas de todas las compradoras se fueron directamente hacia Holly. Muchas de ellas iban con sus novios, quienes evidentemente desnudaban a la tetona con la mirada.
Holly llegó al mostrador y pidió que le enseñaran todos los bikinis que tuvieran en su talla. La chica del mostrador no podía evitar ver el increíble busto de Holly. Boquiabierta, salió corriendo en busca de los trajes de baño.
Holly no pudo evitar sonreír al darse cuenta del efecto que estaba causando en la gente. Se dio la vuelta y observó a las compradoras con sus novios, quienes la veían con desprecio.
Holly le guiñó a uno de los muchachos, uno alto con el cabello rizado que usaba lentes. Se veía muy nervioso por la presencia de Holly, y a su novia no le gustó para nada eso, lo volteó a ver y se fue de la tienda molesta. El chico corrió preocupado en busca de su novia, pero no sin antes saludar a Holly desde lejos.
— No tenemos de tu talla — dijo la empleada de la tienda cuando volvió. Tenía las manos vacías y se veía algo cansada.
— ¿En serio? Qué lástima. ¿Y cuál es la talla más grande que tienen? —preguntó Holly.
— Mmm. Pues, tenemos esta — respondió la empleada mientras ponía un bikini grande sobre el mostrador.
Holly tomó al gran bikini y lo observó cuidadosamente. Lo acercó a su busto, pero en comparación, el bikini se veía diminuto.
— ¿No manejan tallas más grandes? — preguntó Holly con esperanza.
— De hecho sí, pero... no en esta sucursal. Tendrías que ir a la sucursal de Midtown Square.
Holly se puso algo pensativa, y luego mostró una sonrisa en su rostro, —Está bien. Muchas gracias.
Holly observó la tienda, viendo los maniquíes que llevaban puestos bikinis muy lindos de todos colores.
Regresó su vista a la empleada y dijo con una sonrisa —De todas formas me gustaría probarme los bikinis que tienen aquí...
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Un deseo ardiente
FantasyDespués de pedir un deseo, Holly, una chica plana y delgada, llevará acabo una excitante transformación física que le hará tener el cuerpo voluptuoso que siempre soñó. ADVERTENCIA: Esta historia es para mayores de edad (18+) Tiene lenguaje explícito...