Capítulo 7: Buenos días (Parte 2)

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—Hola Emily. Pasa, pasa —dijo Holly suavemente.

Emily entró al cuarto, llevaba una charola de madera con un sándwich de jamón con queso y un vaso con jugo de naranja. La pelirroja puso la charola frente a Holly en su cama y se sentó al lado de ella, sonriendo cálidamente.

Holly vio a Emily a los ojos, con una mirada que mostraba gran seriedad. Movió a un lado la charola y le tomó las manos. Holly suspiró profundamente.

—¿Qué tienes? —preguntó Emily preocupada, —¿Te sigues sintiendo mal?

Holly no respondió.

—¿Por qué sigues usando eso? ¿Qué no tienes calor? ¿Me da calor solo verte? —dijo Emily aparentemente mortificada, pero con un cierto tono juguetón, mientras se acercó y agarró la hoodie de Holly.

Holly se quitó bruscamente las manos de Emily de encima.

Emily miró a Holly, desconcertada por su reacción. Se acercó, delicadamente hacia su amiga y la trató de consolar.

—Ya dime qué tienes, en serio —dijo Emily, genuinamente preocupada por su amiga, que nunca antes había actuado de esa manera.

Holly volvió a soltar un profundo suspiro y empezó, —Verás. Hoy no amanecí como yo misma...

—Sí, te entiendo, así me pasa a mí también cuando me enfermo —dijo Emily interrumpiéndola inocentemente.

—No, no. No me refiero a eso... —trató de explicar la rubia —literalmente amanecí con... con... con otro... cuerpo.

Emily se veía muy confundida por esa declaración.

—Creo que será mejor que te enseñe —dijo Holly nerviosamente.

Emily subió las cejas sorprendida, atenta a la demostración de su amiga.

—Pero primero cierra los ojos por favor —insistió Holly con firmeza.

La pelirroja siguió la instrucción y cerró los ojos.

Holly pasó su mano enfrente de los ojos de Emily para asegurarse de que no estuviera viendo y se levantó cuidadosamente de la cama. Sintió un increíble alivio ya que no estaba enterrada bajo todas esas almohadas y sábanas.

La rubia se levantó la hoodie, y la dejó caer al suelo, después se quitó la falda y también calló al suelo, estaba completamente desnuda, revelando sus enormes y redondas tetas, sus anchas caderas fértiles y su amplia retaguardia.

—¿Lista? —preguntó Emily con los ojos bien cerrados.

—Sí, ya puedes abrir los ojos —mustió Holly con algo de timidez.

Emily abrió los ojos y vio el cuerpo voluptuoso de su amiga, sus increíbles y grandes tetas y su carnoso culo. No dijo nada, se quedó completamente boquiabierta. Hasta se talló los ojos como si los limpiara para ver mejor.

—Tú no eres Holly —afirmó la pelirroja, ligeramente asustada

—Emily, sí soy yo —respondió Holly tratando de convencerla —Sé que no tengo el mismo cuerpo, pero soy la Holly de siempre.

—Pero... acaso... ¿ayer? —dijo Emily, sin hacer contacto visual debido a que estaba viendo fijamente los inmensos melones de su amiga.

—Sí... exacto —respondió Holly, notando Emily no estaba haciendo contacto visual con ella.

—Pero... ¿Cómo? —preguntó Emily deslumbrada por el cuerpo de Holly.

—Emily.
—¿Sí?
—Mis ojos están acá arriba.
—Ay, perdón.

Ambas rieron. Luego, Holly se sentó junto a Emily y le dio una explicación.

—Pues mira, ayer que fuimos al mall yo me sentía... no sé... un poco insegura, y preferí estar sola un rato. Estuve caminando, viendo las tiendas, recuerdo que había mucha gente. Pero luego llegué a una pequeña tienda de antigüedades, y me sorprendió que no había nadie comprando nada en esa tienda. Entré y había una linda señora, supongo que la tienda era suya. Caminé y observé lo que había, hasta que vi un mono, un muñeco, que parecía como un genio con turbante y barba y abajo había un letrero que decía "pide un deseo y se hará realidad" o algo así.

La rubia siguió contando su historia, y Emily estaba atenta a todo lo que le decía, aunque a veces se le iba la mirada a los gigantescos monumentos de su amiga.

—Entonces, puse mi mano arriba del vidrio, y... pedí un deseo, después de eso me empecé a sentir muy mal, no recuerdo mucho después de eso, me acuerdo que ustedes me llevaron en la camioneta y luego desperté aquí en mi cuarto. En la noche tuve esta transformación, que honestamente pensé que todo esto había sido un sueño...—Holly agarró sus enormes tetas con sus manos—pero ya me di cuenta no fue así.

—Pero... ¿qué fue lo que pediste? No entiendo. —preguntó la pelirroja.

Holly se puso algo pálida, apenada por la pregunta.

—Anda, dime.

—Bueno... es que la verdad... es que siempre me sentido un poco invisible. Siento como que la gente no me tiene tanto respeto como a ustedes. A veces siento que siempre terminan siendo el centro de atención. Y no las culpo, yo sé que ustedes no tienen la intención de hacerme a un lado, ni mucho menos, es solo que... a veces así me siento. Y la verdad creía que en gran parte era por mi cuerpo...

Emily escuchó a su amiga atentamente, comprensiva sobre lo que decía.

Holly soltó un suspiro profundo, —Entonces le pedí al genio que hiciera que mi cuerpo deslumbrara y llamara la atención tanto o más que los de ustedes...

—Supongo que se lo tomó literal —añadió Holly apuntando a sus grandes tetas —y ahora tengo estas... toronjas.

Emily se acercó a Holly, y la abrazó de lado, —Sandías, diría yo —añadió la pelirroja para romper un poco la tensión.

Ambas empezaron a reír a carcajadas. La verdad es que le hacia falta a Holly reírse así, hace tiempo que no lo hacía, en ese momento, pudo olvidar todas sus preocupaciones.

Finalmente resopló después de eso, pero fue una linda risa. —Bien... —dijo finalmente —Creo que debo contarle a las demás chicas. Ya ni sé qué voy a hacer, toda mi ropa ya ni me queda...

—Espera —interrumpió Emily —antes que nada... ¿puedo?... —preguntó sin esperar una respuesta mientras acercó sus dos manos a las tetas a la rubia y las apretó firmemente, eran tan grandes que  se desbordaban de sus manos.

Emily se quedó boquiabierta mientras manoseaba rigurosamente a su amiga. Holly no le dijo nada, solo sonrió al ver su reacción a sus increíbles atributos. Quizás no era tan mala su situación.

Después de un rato de manosear y toquetear a su amiga, Emily finalmente decide aconsejar a Holly:

—Yo creo que sí tenemos que decirle a las demás.
—¿Pero cómo se los explicó?
—Solo diles que pediste el deseo de tener un cuerpo como los nuestros... o algo así.
—Bueno, está bien.

Mientras que las chicas estaban teniendo esta conversación, alguien estaba escuchándolas del otro lado de la puerta. Esa alguien era... Sophie.

Un deseo ardienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora