"Hora de la noche en que todo está en silencio"
Después de aligerar el ambiente, Stephan miró por la ventana, eran más o menos las 5 pm, la fiesta empezaría temprano para acabar antes de las 10 y ya estaban por llegar al salón, lo más cansado de todo esto era tener que fingir frente a toda esa gente, sonreír y reír como idiota mientras su mano sujetaba un trago mientras que por dentro solo deseaba encerrarse en una habitación y escribir sin parar. Durante el transcurso de varios segundos, Stephan tuvo una idea, sonriendo de lado se volteó a ver a Diane y decidió usar un suave tono de voz.— Sabes, todo esto de la boda, los invitados, la fiesta, es molesto, pero que sea falso no quiere decir que no podamos disfrutarlo ¿Que dices? —Alzó una ceja, divertido por su propuesta—
Diane lo miró un momento, sonriendo aunque manteniéndose incrédula ante tan peculiar sugerencia, sin embargo, asintió, soltando una carcajada.
— Me parece justo
La limusina se estacionó y había llegado la hora de ganarse su Oscar, se miraron cuáles cómplices y Stephan salió del auto para abrirle la puerta a su esposa y ayudarla con el vestido entre demás cosas, Diane le rodeó el brazo y entraron al salón de eventos, siendo recibidos por una horda de gente gritando, aplaudiendo, chiflando y celebrando la unión de dos completos desconocidos. Al fondo del lugar los esperaba un mesa con dos sillas y se notaba de sobra que serían el centro de atención, Stephan no sé podía sentir más fastidiado, pero intentó consolarse al pensar que ya pronto todo acabaría, al menos por ese día.
Ni bien tomaron asiento ya le estaban sirviendo a los novios sus respectivas copas de champagne, Stephan quería tomarse la botella entera y así anestesiarse de tanto ruido, gente, etc, pero solo se conformaba con es primer trago. Dejaron a todos ponerse cómodos para luego poner la música, allí estaba, el baile de los novios. Diane miró a su esposo durante unos segundos, después desvío la vista hacia los invitados, juntó las manos y empezó a jugar con sus dedos, Stephan notó esto casi de reojo, era por poco imposible no darse cuenta de lo nerviosa que estaba y eso lo hizo sentirse tranquilo, irónicamente, y es que aquel comportamiento le confirmaba que tanto él como Diane estaban en la misma posición, una muy desafortunado, y deseaba hacerla sentir menos abrumada.
Stephan se levantó, acomodó su saco y estiró la mano hacia aquella hermosa pelirroja, sentada a su lado, perdida en sus pensamientos, ella lo miró a los ojos un poco consternada, y es que no se esperaba un detalle así de parte de alguien que no estaban feliz con ese matrimonio, ella tampoco estaba específicamente dando saltos de alegría, pero toda esa situación le molestaba menos que a él.
— ¿Me concedes esta pieza? —En sus ojos hubo un destello de complicidad, eso era, ya habían acordado empezar con el pie derecho, y que mejor que ayudarse a aparentar su feliz unión—
Diane sonrió, volvió a respirar con más tranquilidad y le dió su mano a Stephan, riendo suavemente antes de pronunciar sus siguientes palabras.
— Será un placer
Sin apartar el contacto visual, ella se levantó, quedando frente a frente con él. Tomados de la mano rodearon la mesa para centrarse en la pista de baile, no sabría decir si era mejor o peor ser los únicos en ella, pues aunque tuviesen todo el espacio que quisieran, seguían estando en el foco de la atención que ninguno de los dos agradecía.
Ambos se colocaron en posición, manos en su lugar, suficientemente cerca y mirándose cómo si los ojos de su respectivo contrario fuese lo único interesante en todo su alrededor, cualquiera diría que si eran una verdadera pareja, sin embargo nadie sabía o se imaginaba, lo que en las mentes de esos dos pasaba, Stephan se sentía ligeramente frustrado aún, por el momento estaba distraído pero muy en el fondo de sus pensamientos una impotencia iba creciendo, no pudo mantener a Jude a su lado, ni decidir sobre si mismo y su propia vida, ahora alguien más estaba involucrada, deseaba no sentirse comprometido con Diane, quien le resultaba una desconocida, pero aún así parecía imposible en este momento.
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Italiano
Teen FictionElla trató de ser perfecta toda su vida y se convirtió en un desastre, él era un desastre, y terminó siendo perfecto para ella. ••• Diane Bennett y Stephan D'Angelo nacieron en cuna de oro, ambos fueron bendecidos, por llamarlo de alguna manera, con...