Capítulo Cuatro: Raabta

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"Conección"

La noche se pasó en un segundo, Diane no tardó mucho en conciliar el sueño y una hora después Stephan la acompañó. A las 9 de la mañana el sol que entraba por aquel ventanal era demasiado deslumbrante cómo para no interrumpir su sueño, primero cegó a Diane, quien se despertó con un bostezo y un suspiro antes de apoyarse en la cama para levantarse, se sentó y admiró el paisaje frente a ella, un cielo celeste, despejado e iluminado que la hizo sonreír por primera vez ese día. Poco a poco recordó en dónde y con quién estaba, creyó que había sido solo un sueño, no en el buen sentido del todo, se tomó la mano y con los dedos de la contraria tocó el anillo, estaba casada. Su esposo yacía dormido al lado, dándole la espalda, ella suspiró ligeramente, ni siquiera consideró despertarlo, era muy temprano para que pudiese lidiar con su nueva vida sin una taza de café primero, o un trago. Se levantó, tratando de no hacer mucho ruido, y prefirió usar la cafetera de la cocina antes que pedir servicio al cuarto, pues con semejante habitación le era imposible no olvidar que estaban en un hotel. Mientras este se preparaba, se dirigió al baño, se miró al espejo, sin saber exactamente qué decir, desapareció de su propia vista a la hora de inclinarse sobre el lavabo, juntó y llenó sus manos de agua para llevarla al rostro.

Después de tomar un baño y vestirse para ese día, Diane salió del baño con su maleta, la dejó al lado de la puerta y se dirigió hasta la ventana de la habitación, abrió las cortinas, dejando entrar con mayor intensidad la luz del sol, tanto que su esposo se despertó. Stephan soltó un ligero quejido apretando los párpados y los labios, luego se removió, poniendo su muñeca sobre sus ojos aún cerrados, con la voz ronca formuló una pregunta.

— ¿Qué hora es? —Se le desbordaba la desgana—

— 10:30 de la mañana —Respondió Diane sin más—

— Nuestro vuelo sale a medio día

— Es un vuelo privado ¿No? —Stephan asintió, asumiendo que Diane lo estaba mirando. Dejó las cortinas acomodadas y caminó hasta la puerta, una vez obtenida su respuesta— Entonces aún tenemos algo de tiempo, puse a preparar café ¿Quieres?

Él se empezó a acomodar, terminó sentado en la cama, tenía el cabello alborotado y nada cubría su torso, Diane no recordaba haber visto algo así antes, los músculos de su pecho y abdomen sobresalían de su piel, las venas en sus biceps, cuello, incluso en sus manos, también se le marcaba la manzana de Adán al dejar caer su cabeza hacia atrás. Diane pasó saliva con dificultad, se dió cuenta de lo que estaba haciendo y era mejor que se detuviera o Stephan podría darse cuenta. Para su bien, él estaba demasiado ocupado tratando de despertar como para fijarse en lo que miraba su esposa, solo se dedicó a responder la pregunta que le había hecho hace unos segundos.

— Soy más de té, si no es problema —Mencionó sin siquiera abrir los ojos—

— Claro

"Quizá esas son las consecuencias de vivir tanto tiempo en Londres"

Fue lo que pensó Diane al salir de la habitación, aunque pronto le pareció una tontería, ella también había vivido casi 10 años en Inglaterra y jamás le tomó el gusto al té. Sin decir nada más puso a calentar el agua, Stephan pronto se levantaría y podría escoger el sabor que deseaba, mientras tanto ella se encargó de prepararse su taza y pedir el desayuno, pues aunque no deseaba aprovecharse del servicio al cuarto, no había nada con lo que pudiese cocinar, parecía ser solo una fachada para aumentar el lujo. Pronto escuchó la ducha abrirse, bajó la taza que sostenía su mano derecha y se perdió en sus pensamientos, Diane estaba sufriendo lo mismo que Stephan el día anterior, al imaginarse cómo caía el agua y lo recorría por completo, había visto poco, tocado mucho menos, pero parecía ser suficiente como para dominar su mente durante unos pocos segundos. Sacudió ligeramente la cabeza y volvió a lo que estaba viendo, sus redes sociales se encontraban inundadas de imágenes de su boda, la noticia había salido en todas partes, y los comentarios de resumían en 4 simples palabras.

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